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Y en la sede del tricolor, el ritual sexenal se mueve al ritmo de tecnobanda. Allí las mismísimas “fuerzas vivas”, la movilización que cuando el PRI tenía la patente era conocida como “acarreo”, pero que la alternancia en el gobierno liberó los derechos de autor y ahora se llama facilitación para el traslado, que suena menos tosco.

En la explanada frente al recientemente remozado edificio del PRI se reedita el espectáculo periódico que singulariza los usos y costumbres de la política electoral mexicana: la cargada irreductible, la pancarta en lo alto, la adhesión hasta la muerte, la fiesta lúdica de las lideresas de barrio coreando el nombre del ungido como si lo conocieran desde niño y lo quisieran más que sus hijos.

José Antonio Meade, el candidato ciudadano que llegó en vuelo comercial, pero arropado por un gran aparato de seguridad y logística a cargo del Estado Mayor Presidencial. El no-priista que por primera vez asumirá la candidatura, previa reforma estatutaria para botar los candados que cerraban el paso a una persona sin militancia. El no-panista que trabajó con Fox y con Calderón y ahora pide a los priistas “hacerlo suyo”.

No hay espacio para las dubitaciones. No hay tiempo para la incertidumbre. Al grito de “Pepe Mid” el priismo refrenda su vocación, como cada seis años, por las decisiones inequívocas que concitan la unidad a toda costa, la convicción inquebrantable de saber desde siempre que él era el bueno, porque lo inquebrantable sirve también para el caso de que hubiera sido otro.

En las redes sociales, el panismo despanzurrado en 2015 manda a sus mejores cuadros a acreditar esa etapa de la formación de político militante, que básicamente consiste en entender que su misión en las complicadas tareas de la transición democrática es graduarse como troll.

Critican el acarreo, el dispendio, las ligas con la corrupción de algunos personajes del tricolor, y al modo, voltearán hacia otro lado cuando venga de gira su candidato igualmente electo por la decisión autocrática de la cúpula, y repitan exactamente los mismos rituales con diferentes colores, con diferentes nombres y consignas.

Pero en la explana del PRI y en el auditorio Plutarco Elías Calles aquello era una fiesta desbordada de animación, música, aplauso, espaldarazo, reencuentros y selfies, ay, las selfies, esa contribución de la tecnología digital y el smarthphone que se ha convertido en una suerte de checador, de pase de lista en el recuento memorable del instante en que el precandidato se hizo carne y bajó a la tierra para prodigar la mejor sonrisa, las sienes juntas, la mirada a la lente, el yo estuve allí en ese momento.

En una esquina del auditorio, colegas y colegos se apretujan en el “corralito de la ignominia”, un reducido espacio acotado por vallas metálicas donde tienen horas de pie, cargando cámaras, micrófonos, grabadoras esperando el momento para realizar su trabajo, confinados en esa cerca de metal cortesía del EMP.

Y cuando el precandidato llega aquello es la locura. La estridencia del aplauso, el vigorizante agitar del puño en alto, la repetición de la consigna que se resume en una letra repetida hasta el enronquecimiento: “¡P-P!” “¡P-P!” “¡P-P!”…

Mientras, el animador del evento destaca las virtudes desde siempre descubiertas: “el ciudadano que nunca ha militado en partidos políticos, el hombre que ha sido cinco veces secretario de Estado y ha dado resultados concretos”. Y ya encarrerado, se cuelga de la viralidad que busca prorrogar su condición efímera: “Les tengo una pregunta: ¿Se va a hacer o no se va a hacer con Pepe Meade?”.

Es el momento del lucimiento oratorio. El presidente estatal del PRI, Gilberto Gutiérrez Sánchez toma el micrófono. Es la hora del discurso grandilocuente, la palabra certera y convencida, la frase matona y con improbable destino para el mármol de la historia: “¡Aquí está el partido que sabe ganar elecciones y recuperar gobiernos. Aquí está SU PRI, señor precandidato”.

Y el señor precandidato toma la palabra. Su discurso es más bien plano e impersonal. Dirigido a la CTM, a la CNOP, a la CNC, a las organizaciones de jóvenes y de mujeres; al movimiento territorial.

Acude al rescate del archivo para reforzar sentimientos regionales, la referencia obligada a Luis Donaldo para suplir la emoción y la enjundia que no aparecen en el precandidato: “Seguimos siendo un país con hambre y sed de justicia”, sostiene, 23 años después, en franco reconocimiento a lo poco que ha cambiado el país desde aquel 6 de marzo en que el magdalenense pronunció ese discurso que muchos interpretaron como un deslinde con el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari.

Toda la clase política priista está allí para arropar al precandidato: diputados, alcaldes, senadores; dirigentes municipales, líderes de sectores y organizaciones; todos en la reedición de ese ritual que se repite cada seis años y que hoy no fue la excepción en la puesta en práctica de usos y costumbres tan bien aprendidos desde el siglo pasado.

Notable la presencia del senador Ernesto Gándara, para quien la gobernadora Claudia Pavlovich tuvo palabras de agradecimiento en el evento que tuvieron en La Cascada y donde la jefa del Ejecutivo, ya en su papel de jeja nata del PRI en Sonora, se permitió hasta un bailecito con el jingle del precandidato. Muy buena, la intervención del alcalde Maloro Acosta, que también estuvo presente en el evento en La Cascada, así como el de Cajeme, Faustino Félix y la de Caborca, Karina García.

Ex gobernadores como Armando López Nogales, Carlos Armando Biébrich Torres y Samuel Ocaña García. Empresarios de la talla de Ricardo Bours Castelo; la viejísima guardia y la novísima generación millenial, todos juntos en el entreverado generacional de una cargada atemporal, en la que mejor no sigo citando nombres para evitar más omisiones.

Por la mañana José Antonio Meade tuvo un encuentro con directores de medios de comunicación; después del acto en el partido estuvo con la estructura del partido y luego con jóvenes y mujeres. Más tarde se reuniría en privado con empresarios.

II

Un día antes de la visita del precandidato a Sonora, un periódico norteamericano publicó una nota acerca de la presunta triangulación de recursos públicos del gobierno de Chihuahua en 2016, encabezado por César Duarte, para apoyar las campañas del PRI en varios estados.

Ayer circuló la nota de que uno de los operadores de esa triangulación, Alejandro Gutiérrez fue vinculado a proceso por ese delito. Algunos colegas preguntaron al precandidato por el tema, y éste deslindó a la Secretaría de Hacienda y a otros personajes, Manlio Fabio Beltrones entre ellos, de su participación en esa trama, y advirtió que seguirían pendientes de la misma hasta esclarecer los hechos.

Aprovechó también para advertir que de igual forma, estarían pendientes de otros casos de corrupción, como en los que se encuentra involucrado el ex gobernador de Sonora, aún preso en un penal federal.

El tema, desde luego, les dio “carnita” a opositores del PRI para trolear todo el día, pero por la tarde, el portal SDP, propiedad de Federico Arreola y Televisa, difundió una nota en la que involucran al dirigente nacional del PAN, Ricardo Anaya y su secretario General, Damián Zepeda, en otro caso de desviación de recursos públicos por 700 millones de pesos, para financiar campañas del PAN en Hermosillo.

En este caso se menciona a Francisco Arnaldo Monge Araiza, mejor conocido como “Pancho Platas”, quien enfrenta en libertad un proceso por uso indebido de atribuciones y facultades (desviación de recursos), portación de arma prohibida y posesión de droga.

Pancho Platas era el titular del Consejo Estatal para la Concertación de la Obra Pública durante el padrecismo y ha sido detenido en dos ocasiones por la PGR. El caso se remite a los famosos “moches” que habrían gestionado Damián Zepeda y Ricardo Anaya desde la Cámara de Diputados, para la construcción de obras que Pancho Platas licitaba amañadamente para sus amigos empresarios y luego eran inauguradas por el propio Zepeda que, como se recordará, fue candidato del PAN a la alcaldía de Hermosillo.

El reportaje involucra también a Eduardo Acuña, actual secretario General Adjunto en el PAN estatal que preside David Galván, y busca la candidatura a una diputación federal.

El reportaje documenta una larga lista de obras y empresas involucradas en este affaire, y así como no parece una casualidad que el otro reportaje apareciera en la víspera de la visita del precandidato del PRI a Sonora, tampoco parece una casualidad que el reportaje de SDP aparezca ese mismo día.

En política, dicen, no hay casualidades. Y este intercambio de metralla parece el prólogo de esta historia que apenas se está escribiendo, sobre la sucesión presidencial. Es decir, agarren sus butacas, sus sodas y palomitas porque lo que sigue se va a poner mejor. O peor, según se vea.

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