Lactanciapornostros4
Capturadepantalla2023-02-13alas213814
Capturadepantalla2023-02-13alas214531
Capturadepantalla2022-09-12alas043937
Capturadepantalla2023-02-13alas215907
Capturadepantalla2023-02-13alas220711
previous arrow
next arrow

“Los mejores se apartan de la política”.- Dijo Mario Vargas Llosa, a los años de haber expresado que México vivía una dictadura perfecta.- Y hoy, las evidencias sobre el Frente, PRI y Morena, permiten deducir la guerra ciega por el poder

Bernardo Elenes Habas

Hace cuatro años, se escucharon nuevamente en México, los juicios lapidarios del escritor peruano Mario Mario Vargas LlosaVargas Llosa, sobre la actividad política y sus oficiantes.

Lo había hecho ya en 1990, invitado por el poeta Octavio Paz, al trascendente encuentro La Experiencia de la Libertad, con la participación de intelectuales provenientes de diferentes países del mundo, organizado por la revista Vuelta, donde señaló que la patria de Juárez y de Zapata, era una “dictadura perfecta”, con un partido, el PRI, que por su permanencia en el poder se constituía en imagen y semejanza de otras dictaduras latinoamericanas.

Y en uno de los espaciosos estudios de Televisa, patrocinador del evento, dijo, ante la evidente molestia de Paz, que no creía que hubiese en América Latina “ningún caso de sistema de dictadura que haya reclutado Octavio Paz1tan eficientemente al medio intelectual, sobornándolo de una manera muy sutil”.

Posteriormente -2013-, en entrevista que fue publicada por el periódico La Razón, dirigido por Pablo Hiriart, expuso, con  palabra dura como piedra, que uno de los grandes problemas que tiene la democracia en el siglo XXI, es que ya no atrae a los mejores, “la política atrae ahora a los mediocres”.

“Los mejores –dijo- se apartan de la política porque consideran que la política es sucia, la política es corrupta, y es verdad, creo que el cáncer de la política es la corrupción”.

No obstante el peso de sus filosos argumentos, hizo, en esos días, referencia a que el lado oscuro del citado quehacer, puede corregirse y debe ser enmendado, “en primer lugar porque no es verdad que la política sea sólo eso; la política puede ser un instrumento extraordinario de renovación, de reforma social, de lucha por la justicia, de lucha por las oportunidades para todos, así como por un sistema de verdadera igualdad en una sociedad; y eso es lo que hay que inculcarle a los jóvenes, a las nuevas generaciones”.

Por supuesto, aunque los razonamientos del premio Nobel de Literatura 2010, no llevaban dedicatoria específica, convirtiéndose en un disparo de escopeta, no fueron retomados y digeridos por la clase Ricardo Anaya 1política de México.

De tal manera que en este tejido, donde ha sido y es notorio que las cofradías de oficiantes privilegiados de esa actividad, envejecen en sus recicladas permanencias como representantes populares y funcionarios públicos, sin permitir el paso a las nuevas generaciones.

Por eso, ante tales desprecios, los jóvenes sin nombre y sin padrinazgos, repudian las estructuras partidarias y la rancia burocracia que no admite que se asome la sangre nueva, ante el temor de que podría generar una revolución pacífica, con una bien cimentada ideología, que echaría a perder las ventajosas canonjías de grupos, partidos y poderío económico, sobre los que se desenvuelve ese quehacer.

Y lo anterior, se puede comprobar fácilmente con el nacimiento de un frente (PAN, PRD, MC) sustentado exclusivamente en ambiciones de poder, como ahora se puede verJose Antonio Meade flotante con el anunciado reparto de candidaturas –Ricardo Anaya, quien siempre eludió responder a si buscaría la bandera frentista para contender por la Presidencia de la República, hoy lo admite cínicamente con los hechos-; mientras que en el PRI desechan a sus militantes con trazado profundo, para ungir a un ciudadano flotante, sin raíces y sin definición ideológica.

Al menos Andrés Manuel López Obrador, nunca ha negado que lucha por ser Presidente de México, y que es evidente que con ese objetivo se construyó un partido a la medida, para enfrentar su tercera intentona de cruzar sobre su pecho la banda tricolor, o bien, largarse a la “Chingada”, su rancho en Tabasco.

Le saludo, lector.

Comentarios