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BUCHAREST, Rumania – Constantin Reliu supo en enero que estaba muerto.

Después de más de 20 años de trabajar como cocinero en Turquía, el hombre de 63 años regresó a su hogar en Rumania para descubrir que su esposa lo había registrado oficialmente como muerto.

Desde entonces, ha estado viviendo una pesadilla legalista de intentar demostrar a las autoridades que, de hecho, está vivo. Se enfrentó a un importante revés el jueves cuando un tribunal en la ciudad nororiental de Vaslui se negó a revocar su certificado de defunción porque su solicitud fue presentada “demasiado tarde”.

La decisión, dijo el tribunal, es definitiva.

“Soy un fantasma viviente”, dijo Reliu a The Associated Press en una entrevista telefónica el viernes desde su casa en Barlad, al noreste de Rumanía.

“Estoy oficialmente muerto, aunque estoy vivo”, dijo. “No tengo ingresos y porque estoy en la lista como muerto, no puedo hacer nada”.

Durante la entrevista, Reliu se sintió profundamente conmovido, comenzando diciendo “Creo que voy a llorar” y pasando a expresar furia y un deseo de venganza contra su esposa, que ahora vive en Italia.

“No estoy seguro si estoy divorciado o no”, dijo. “No estoy seguro si ella está casada o no con otra persona. Nadie me lo dirá”.

Reliu explicó que primero se fue a trabajar en Turquía en 1992 y regresó en 1995 al primer gran golpe de su matrimonio: la infidelidad de su esposa. En 1999, decidió regresar a Turquía para siempre.

La AP no pudo ubicar a su esposa para escuchar su lado de la historia.

En diciembre pasado, las autoridades turcas lo detuvieron por documentos caducados y en enero lo deportaron a Rumania.

Al aterrizar en el aeropuerto de Bucarest, funcionarios fronterizos le informaron que había sido declarado oficialmente muerto y se sometieron a seis horas de interrogatorios y pruebas.

Midieron la distancia entre sus ojos para ver si correspondía a una vieja fotografía de pasaporte; le hicieron preguntas sobre su ciudad natal, como dónde estaba el ayuntamiento; revisaron sus huellas dactilares.

“¡Decidieron que era yo!” él dijo.

Pero las autoridades en Barlad estaban menos convencidas. Pasó semanas tratando de convencerlos de que le expidieran documentos para que oficialmente “existiera”, dijo. Cuando eso falló, les pidió que anularan el fallo en su certificado de defunción, emitido en 2016, que también terminó en fracaso el jueves por motivos de procedimiento.

Reliu dijo que le gustaría presentar una nueva demanda, pero no tiene dinero y sufre de diabetes, lo que hace que todo sea más difícil.

También dijo que ha sido expulsado de por vida de regresar a Turquía, pero le gustaría escribirle al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, para apelar la decisión.

Con información de euronews.com

Foto de Euro News
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