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Acaso por el asueto, acaso porque las precampañas agotaron las agendas de los candidatos presidenciales, el arranque de sus campañas fue una especie de round de sombra, en el que no se hicieron daño, dedicándose a medir al contrincante, sin mostrar más de lo que ya les conocíamos.

 

Sin sorpresas, Andrés Manuel López Obrador aparece en un primer lugar que luce inalcanzable; una cerrada pelea por el segundo lugar entre José Antonio Meade y Ricardo Anaya, y una Margarita Zavala que compite desde la vía independiente, perfilándose a ser la gran decepción de esta contienda.

 

Los discursos, plagados de generalidades: combate a la corrupción, a la impunidad y a la inseguridad; más apoyos a mujeres y sectores vulnerables; reactivación económica, eliminación del fuero presidencial y otros lugares comunes que, en un país como México, no importa cuándo lo prometan, aunque debería importar cuándo lo cumplan.

 

Hay, desde luego, temas específicos en los que perfilaron posicionamientos que con toda seguridad habrán de ser detallados en los próximos tres meses, como la renegociación del Tratado de Libre Comercio con América del Norte, la construcción del nuevo aeropuerto internacional o políticas económicas para combatir la pobreza, recuperar el poder adquisitivo y alcanzar una cobertura de 100% en los servicios de salud y educación de calidad.

 

Hay también, recursos mediáticos como la imagen de multitudes rodeando a los candidatos, aunque en estos tiempos, cuando ya el PRI no tiene el copyright del acarreo, la torta y el frutsi, esas imágenes tienen poco significado.

 

Si ganara el que acarrea más, el triunfador en este arranque sería Ricardo Anaya, que llenó un estadio en Guanajuato. Le seguiría el Peje, que tuvo una asistencia similar en Ciudad Juárez; luego Meade en Mérida y por último Margarita Zavala, que comenzó en el Ángel de la Independencia, donde no se sabía si era un mitin o se había registrado un choque de bicicletas.

 

Pero el acarreo, junto a las encuestas (al menos la mayoría de ellas) son dos de los grandes mitos que se han derrumbado en las últimas campañas, y pueden servir para construir realidades virtuales y alimentar ese gran negocio que son las elecciones, pero no para garantizar votos en las urnas.

 

Es famosa la anécdota de un restaurantero hermosillense que llegó a cobrarle a un candidato por la comida que ofreció en su negocio a sus prosélitos hace ya algunos ayeres. La factura era por 5 mil platos. El candidato alzó las cejas sorprendido.

 

Oye -le dijo-, pero si a la comida no fueron más de mil personas.

 

Y el empresario gastronómico, sacando un ejemplar de el imparcial (que desde entonces ya se había ganado las minúsculas deliberadas), le mostró la nota respectiva diciendo:

 

-Pues aquí dice que fueron cinco mil, y cinco mil me pagas.

 

Con esto, lo único que pretendo es ilustrar lo que en todos los equipos de campaña ya saben, pero insisten en repetir las viejas fórmulas, lo que no habla muy bien de su profesión de fe democrática y transformadora.

 

En fin, nos quedan tres meses para ver de qué están hechos cada uno de los candidatos y sus equipos, y cómo se pueden mover los escenarios en ese lapso. De las campañas negras y las fake news me da hasta penita hablar, porque de plano están de weba loca.

 

II

 

Para nadie es un secreto que la comunidad cristiana en Sonora es numerosa y activa políticamente. Nadie ignora que sus pastores buscan siempre acercamientos con la clase política, especialmente en tiempos de campaña.

 

Todos saben que sus congregaciones son un importante caudal de votos y que así como desde los púlpitos católicos se orientan, abierta o subrepticiamente las preferencias electorales, otros grupos religiosos también lo hacen.

 

Lo anterior viene a cuento por lo que sucedió el sábado pasado, cuando hubo un encuentro con familias en el estadio Tomás Oroz Gaytán, en Ciudad Obregón, donde estuvo presente el candidato al senado por el PRI, Maloro Acosta, que por cierto profesa la religión cristiana, en el encuentro evangélico más importante del noroeste en estas fechas, donde también estuvieron Emeterio Ochoa y Anabel Acosta, candidatos a la alcaldía y a la diputación federal por el distrito 06, respectivamente.

 

Por cierto, no pierdan de vista a Anabel Acosta, que en medio de los vaivenes del priismo cajemense, es la única que se mantiene como factor de unidad, pues ha logrado concitar el consenso de las diversas corrientes.

 

El domingo se repitió el evento de los evangélicos con candidatos, pero teniendo como invitados a Antonio Astiazarán y Leticia Cuesta, aspirantes al senado por la coalición PAN-MC-PRD; Rodrigo Bours, candidato independiente a la alcaldía de Cajeme; Terencio Valenzuela, candidato independiente al senado por el distrito 06; Alfonso Durazo, candidato al senado por Morena, entre una decena más de candidatos.

 

A pesar de que el domingo los invitados fueron más y de varios partidos, la convocatoria lució diezmada y no se comparó con la del sábado. Y en estos actos la convocatoria sí cuenta. Sobre todo si hablamos de Cajeme, donde el Maloro no concita las simpatías de algunas corrientes del priismo, pero en cambio, está abriendo brecha en otros sectores donde no necesariamente el voto se decide por la filiación política.

 

III

 

Y a propósito, en estos días de asueto salió la lista de candidatos a las diputaciones locales por el PRI, y la sorpresa fue que no apareció el dirigente estatal, Gilberto Gutiérrez Sánchez.

 

La lista la encabeza el ex alcalde cajemense Rogelio Díaz Brown, le sigue la cetemista Rossy Martínez (a quien se la debían después de aquel episodio concertacesionador de 2015), y Armando Alcalá, ex secretario del Ayuntamiento de Cajeme.

 

Luego siguen nombres con pocas posibilidades de acceder a una curul por la vía “pluri”, como los de Nitzia Granados, Jorge Villaescusa, Sara María Camargo, Mario Romero, Marcia Ivette López, Antonio Uruchurtu, Ivonne Corral, Edgardo Briseño, y Fabiola Palacios.

 

La sorpresa, insistimos, es que no aparezca “El Chanate” Gutiérrez Sánchez  en esta lista, después de que atinadamente ha dirigido los procesos de selección en todo el estado echando mano de su bagaje cultural y político,  así como de sus relaciones en los más altos niveles.

 

Aunque quizás eso sea el motivo, pues al PRI le conviene, en esta coyuntura, mantener al frente a uno de los cuadros más versados en la conducción política, considerando las inéditas condiciones en las que se está desarrollando este proceso.

 

IV

 

Lo malo de volver de vacaciones es que uno se encuentra con un altero de temas en la agenda y tampoco se puede abordar todos en una columna, porque algunos de ellos pueden ocupar todo un despacho. La candidatura de Sergio Pablo Mariscal como aspirante de Morena a la alcaldía de Cajeme, por ejemplo, requeriría una columna aparte, lo mismo que la lista de candidatos al Congreso por el partido del Peje, donde aparecen Jacqueline Alcalá y Siri Salido, una cantante y un boxeador, entre otros.

 

Pero bueno, en Morelos ya están listos para ser gobernados por Cuauhtémoc Blanco, así que con esto nos regresamos del periodo vacacional, en espera de lo que venga.

 

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