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Cuando aún se llevaba a cabo el proceso de recolección de firmas para el registro de candidatos independientes a la presidencia de la República, un próspero empresario sonorense me comentó que Jaime Rodríguez “El Bronco” lo buscó para solicitarle apoyo en ese proceso.

“Trae lana”, me comentaba, “pues está pagando entre cinco y diez mil pesos por cada firma”.

No tengo por qué dudar de la palabra de este empresario, aunque se puede conceder el beneficio de la duda respecto al monto de cada apoyo conseguido y documentado a través de la App respectiva.

Imaginemos, en un cálculo más que conservador, que en realidad se hayan pagado “sólo” mil pesos por firma. Para reunir 800 mil de ellas se requerirían de al menos 800 millones de pesos, lo cual es una cifra espeluznante que ofrecería un botón más en la variada muestra de ejemplos que refrendan a la democracia mexicana y sus prácticas, como la más cara del mundo y a la vez, la más ineficiente. Incluso suponiendo que la mitad hayan sido voluntarias, el costo seguiría siendo elevadísimo.

Conste que no estamos contando los gastos que habría generado la movilización de un gran ejército de “voluntarios” por diversos estados del país, para recopilar esas firmas. La cifra sin duda se dispararía.

El Bronco logró reunir un millón 184 mil firmas, pero el INE invalidó, por distintos motivos (simulaciones de credencial para votar, fotocopias, identificaciones no oficiales, entre otras), 387 mil 897.

Para lograr la candidatura se requerían 866 mil 593, pero se quedó en 796 mil 103, de manera que el pasado 30 de marzo, el INE le negó el registro junto a otros aspirantes: Armando Ríos Piter, Pedro Ferriz de Con, Luis Ponce, Javier Rodríguez, Eduardo Santillán, Porfirio Moreno, Javier Jiménez y Jaime Reynoso.

Ese mismo día, el gobernador con licencia del estado de Nuevo León anunció que interpondría un recurso para la protección de sus derechos electorales, que fue resuelto anoche con el voto de cuatro de los siete magistrados del TEPJF.

El Bronco, pues, estará en la boleta el próximo 1 de julio, como candidato independiente al lado de Margarita Zavala, que había sido la única a quien el INE validó sus firmas.

Las reacciones no se hicieron esperar, y muchas de ellas fueron de indignación por lo que fue considerado la validación institucional de la chapuza y la triquiñuela como métodos para recomponer un escenario electoral en el que las tendencias marcan un claro favorito entre los tres principales contendientes, pero en el que la incorporación de un ‘quinto pasajero’ podría introducir variables interesantes.

De entrada, hay que mencionar que en los dos anteriores procesos electorales, a dos meses y medio de la elección, las encuestas también mostraban un claro favorito, con márgenes muy similares a los que muestran esos ejercicios en esta fecha, con hasta 20 puntos de diferencia. El resultado, sin embargo, se decidió por uno o dos puntos porcentuales y no fue a favor del puntero.

Esto tiene que ver con varios factores, el más recurrentemente señalado es el del fraude electoral en las calles, en las urnas y en los softwares que procesan el conteo de votos.

Otras versiones sostienen que un factor importante fue la falta de estructura de defensa del voto en el equipo de Andrés Manuel, que no pudo contra el aparato del PRI y el PAN, ya muy versados en el famoso “Día D”. El dato es importante, porque actualmente, Morena no gobierna un solo estado del país, como sí lo hacen el PRI, el PAN, el PRD, solos o en alianzas.

Morena tiene su principal bastión en el Distrito Federal, pero allí habrá de competir con su hermano separado, el PRD, que hoy en alianza con el PAN no debe ser minimizado. Es decir, se le auguran pocas victorias en las delegaciones, pero de que va a partir la votación, la va a partir. Otro de los bastiones morenistas es el Estado de México, donde el año pasado ya le aplicaron a su candidata al gobierno estatal, la profesora Delfina Gómez, el peso del aparato.

Es indiscutible que actualmente, la intención del voto por Andrés Manuel es impresionante, llegando al 50 por ciento, de manera que ni juntos, los candidatos del PRI y del PAN, José Antonio Meade y Ricardo Anaya, podrían presentarle batalla.

La experiencia indica, sin embargo, que una cosa es la intención del voto, y otra, muy distinta es el cierre de filas en la recta final, entre el PRI y el PAN para taclear de nuevo al tabasqueño.

No es irrelevante la reunión que con motivo de su cumpleaños número 70, Carlos Salinas de Gortari promovió celebratoriamente, y en la que estuvieron el presidente Enrique Peña Nieto, el “Jefe” Diego Fernández de Cevallos, Manlio Fabio Beltrones, Emilio Gamboa Patrón; el perredista Manuel Granados; gobernadores, magistrados de la Suprema Corte, secretarios del gabinete federal, entre otros.

El periodista de La Jornada, Julio Hernández, uno de los más documentados del país advierte que este pudo ser el cierre de filas del PRIANRD rumbo al uno de julio.

Y en un escenario en el que los resultados nuevamente se cierren demasiado, la participación de El Bronco, a quien le auguran al menos un cinco por ciento de la votación nacional, junto a la de Margarita Zavala, que tendría otro tanto y que entre ambos podrían captar los votos entre ese universo que no quiere al PRI ni al PAN, pero tampoco al Peje, el resultado electoral sería un enigma.

Por eso muchos dicen que la decisión de los magistrados del TEPJF no fue jurídica, sino política, para favorecer al candidato que vaya en segundo lugar, y dejar en el camino por tercera vez al tabasqueño, que ya advirtió, en un momento en que los ánimos del país están francamente caldeados, que no será él quien amarre al tigre de la revuelta social si se consuma un fraude electoral.

Esto plantea retos enormes e impredecibles para la gobernabilidad en México, sobre todo considerando el descrédito de las instituciones, señaladamente las electorales, que anoche perfilaron con su decisión de aceptar el registro de El Bronco, su apuesta por estirar la liga hasta el punto de ruptura.

La decisión de los cuatro magistrados del TEPJF le dan, de alguna manera, la justificación al discurso rupturista que manda al diablo a las instituciones, en momentos de polarización como no se habían vivido en procesos anteriores.

La eventualidad de un tigre suelto, en la metáfora del Peje podría derivar en momentos de ingobernabilidad que no tienen nada que ver con el plantón en Reforma. Aguas.

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