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El reino de los sátrapas (Mensajes)

Gilberto “el mensajero” Armenta

 

Los usos y costumbres de los yaquis en Loma de Bácum han sido severamente violentados desde el exterior.

 

El catedrático del Itson, Rodrigo Gonzales Enríquez, experto en temas de agua y tierra se involucró con ellos como asesor, pero en el intento terminó dividiéndolos.

 

En los últimos seis meses se ha dedicado a insultarlos, ofenderlos, sentenciarlos y descalificarlos con la venía de Guadalupe Flores Maldonado, Martin Valencia, Anabela Carreón, José Bacaumea, Casilda Flores Maldonado, Justino Romero, Tomas Romero, Francisca, Norberta y Loreta Vásquez; además de Faustino Valenzuela y Arturo Martínez, todos ellos de Loma de Bácum, y parte medular del grupúsculo que se opone a la construcción del gasoducto en territorio yaqui.

 

¿Los motivos? La danza de los millones de pesos. Un inexplicable amor hacia los yaquis por parte del catedrático, y un fervor por sus costumbres por parte del resto. Terror por morir calcinados. Lugares santos. Sepulturas y ancestros. Cajeme y Tetabiate. Raza ancestral y la batalla de Mazocoba. Todo es una ruda mezcla de explicaciones que los anteriormente mencionados no saben explicar ni justificar del todo.

 

Guadalupe Flores Maldonado, por ejemplo, es uno de los más recalcitrantes opositores al gasoducto y el más duro y agresivo atacante contra los que no son de Loma de Bacum, y quienes lo conocen dicen que no es yaqui. No sabe dar los buenos días en su lengua, o en cáhita o en Jiak Nokpo. Es pues un yori igual que Gonzales Enríquez, dedicado a sembrar la cizaña entre los verdaderos yaquis.

 

Todos los mencionados tres párrafos arriba le han cedido el poder al catedrático Gonzales Enríquez, quien no habla de otra cosa que no sea el gasoducto ahora, o el acueducto antes.

 

Ni un solo proyecto para enseñarles a labrar la tierra, a purificar el agua, a enfrentar el rentismo de sus tierras o, al menos, para hacerlo de mayor beneficio y ganancia para ellos.

 

No les ha enseñado a organizarse para negociar su posición geográfica o para sacar ventaja de su raza. Dicen los de Cócorit, Vícam, Pótam, Tórim, Huírivis, Ráhum y Belem que el profesor Rodrigo llegó a enseñarles que, como nación independiente, no podían ser detenidos por las autoridades locales sin importar el delito que cometieran. Les enseño a no pagar placas por sus carros porque ellos podían usar las propias. Les enseño a retar al gobierno estatal y al municipal de Bácum. A ser rebeldes, violentos, y a sacar ventaja institucional de todo lo que pudiesen.

 

Y es ahí donde radica el verdadero y original problema de Loma de Bácum.

 

Históricamente, los ocho pueblos yaquis se ven favorecidos con programas de gobierno que llegan a ser diseñados exclusivamente para ellos. Vivienda, medicamentes, material de construcción, apoyos productivos. Despensas, becas, y paquetes de útiles escolares.

 

Todo lo anterior fue, durante el sexenio de Guillermo Padrés Elías, controlado y repartido por las familias Flores Maldonado, Valencia, Carreón, Bacaumea, Romero, Vásquez, Valenzuela y Martínez. Las mismas que ahora mantienen tomada la ramada. Las mismas que ahora se oponen al gasoducto.

Y antes de que el gasoducto se convirtiera en tema de polémica, estas familias fueron destituidas de sus cargos por violentar los preceptos yaquis, por afectar indiscriminadamente a sus propios hermanos yaquis. Por corruptos dentro de la misma etnia. Por sacar provecho personal de lo que debieron repartir a partes iguales entre los ochos pueblos, o al menos, entre la comunidad de Loma de Bácum.

No es verdad que el gasoducto en verdad les importa. Lo que Martin Valencia y Guadalupe Flores Maldonado quieren de regreso es el poder que desde la ramada ejercían. Quieren el control presente y futuro de todos los programas sociales y apoyos que vayan a los yaquis.

Rodrigo Gonzales Enríquez y su perorata sobre los riesgos del gasoducto fue circunstancial y agarrados de eso, los de Loma de Bácum dejaron que este yori se infiltrara entre sus filas con la única idea de mantener el control de lo que para ellos siempre representó ganancia.

Ahora dicen que Fidencio Aldama Pérez no mató a Cruz Buitimea Piña hace un año. Levantan cortina de humo, pero esa es otra historia que habrá de contarse aparte.

Gracias por la lectura, puede seguirme en @mensajero34 y

 

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