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Ni las gestiones del senador Arturo Bours Griffith sirvieron para abrir un espacio en la agenda del presidente de la República durante su gira por Sonora, en el que recibiera a productores agropecuarios del sur del estado, que buscaban plantear sus inquietudes respecto a las nuevas políticas del gobierno federal hacia el campo mexicano.

Andrés Manuel López Obrador simplemente no les abrió la puerta.

Los productores, señaladamente los agrícolas han manifestado su preocupación por las reglas de operación de los programas de apoyo al campo, relacionadas con subsidios y apoyos, que de acuerdo al anuncio presidencial reiterado el sábado anterior, se orientarán preferentemente a ejidatarios y campesinos con 20 hectáreas o menos.

En el Valle del Yaqui esto plantea varias interrogantes, porque la superficie total de cultivo es de 280 mil hectáreas, de las cuales el 56% es de propiedad ejidal, el 40 por ciento es pequeña propiedad y sólo el 4% es de colonos.

El total de usuarios en el distrito de riego del Yaqui es de 29 mil 667 usuarios, la mayoría de ellos del sector ejidal, que serían los principales beneficiarios de los apoyos federales. Pero hay un pequeño problema: el 85 por ciento de estos productores en realidad no producen, porque rentan sus tierras a medianos y grandes empresarios.

Así, los precios de garantía anunciados por el presidente a partir de criterios relacionados con el tipo de tenencia de la tierra se orientarían a productores que no producen, sino que rentan sus tierras. Como en otros programas federales, hay un vacío de información sobre las reglas de operación de este, que ya levantó las antenas de los productores agrícolas en aquella región.

Por tal motivo, están programando para este miércoles una movilización que tendrá como punto de reunión la frontera entre Sonora y Sinaloa, en la que participarán productores agrícolas, principalmente de granos y oleaginosas de ambos estados. Los de Ciudad Obregón saldrán desde el teatro del Itson, donde se concentrarán a las ocho de la mañana de ese día.

El asunto no es, ni remotamente, menor. Los agricultores de los valles del Yaqui, del Mayo y del norte de Sinaloa constituyen un poderoso sector económico que sienten amenazada su actividad productiva, algo que comenzó a sonar las alarmas desde el año pasado, cuando el coordinador de los senadores de Morena, Ricardo Monreal Ávila anunció la creación de una nueva ley para el desarrollo agrario que pretende modificar los derechos de posesión y sucesión de la parcela, asociación con inversión privada, derecho a subsidios y recursos, entre otros temas.

Puedo apostar, doble contra sencillo, que este asunto entrará en la espiral de ese debate entre chairos y fifís, entre ricos y pobres. Entre los olvidados de siempre y los que se han enriquecido con la pobreza de los otros.

El tema es, desde luego, de alta complejidad e involucra a diversos sectores de la sociedad. Hay que recordar que el Valle del Yaqui tiene una larga tradición de luchas campesinas por la tierra, una de las cuales tuvo su momento climático en 1975 a propósito del reparto agrario que promulgó Luis Echeverría y que derivó entre otros episodios, en la masacre de San Ignacio Río Muerto.

En estos días cuando muchos analistas ven en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador una reedición de aquellos años, los reclamos de productores agropecuarios en el sur del estado perfilan también la reapertura de un intenso debate sobre la viabilidad de las políticas del gobierno federal hacia el campo mexicano y la confrontación entre esos grandes productores y el sector social.

Posiblemente estemos ante lo que parece la articulación más seria de la resistencia a esas políticas públicas, sobre todo por lo que representan quienes a partir de mañana comienzan a movilizarse. Hay focos rojos en el tablero.

II

Se pondrá bueno el foro para discutir el proyecto de una nueva ley indígena para el estado, que se llevará a cabo el próximo miércoles 20 de marzo en Navojoa, y en donde habrán de tratarse temas como la consulta indígena libre, bien informada y sin simulaciones; el derecho a la autonomía de los grupos autóctonos, el reconocimiento de los pueblos indígenas como sujetos de derecho público, la integridad territorial de las etnias; los usos y costumbres, el derecho de los grupos originarios a sus recursos naturales, entre otros.

La convocatoria corre a cargo de la Unidad Regional Sur de la Universidad de Sonora, el Ayuntamiento de Etchojoa y las autoridades tradicionales de la Nación Yoreme Mayos y ANAD-Guaymas.

Este proyecto de ley fue presentado ante el Congreso del Estado por el Consejo de Ancianos de la Nación Comcáac, la autoridad tradicional de los pueblos de Pótam y Belem,

III

La primera vez que vi actuar a Enrique Cisneros, mejor conocido como El Llanero Solitito, me dio mucha risa el grito que lanzaba, parodiando al Llanero Solitario.

Enrique fue, para varias generaciones de activistas estudiantiles, obreros y campesinos una referencia en el mundo de la cultura alternativa y fundamentalmente del teatro popular, teatro-guerrilla, callejero, desde el Centro Libre de Experimentación Teatral y Artística, que desde aquellos años 80 mantenía tomada la Casa del Lago en el bosque de Chapultepec, ofreciendo allí toda clase de cursos y talleres artísticos, culturales y de propaganda política.

El Llanero andaba por todo el país llevando su drama y su comedia, su arte y su vocación para socializarlo, para formar nuevos cuadros que incidieran con la paciencia de la gota que perfora la piedra, en la transformación social y política de este país. Reconocido y perseguido, aplaudido y vituperado, premiado y encarcelado, Enrique Cisneros se mantuvo siempre en la línea de una izquierda de combate sin claudicaciones.

El pasado domingo nos llegó la noticia de su muerte, e inevitablemente vinieron a la memoria aquellos días de intensidades juveniles, de amor y de guerra; de canto y protesta. De recorrer el país en trenes y raites, de tomar las plazas y las calles para poner en escena sus obras y sketches de concientización política a partir de la ridiculización del poder establecido, de sus personeros.

Con él y con otros nos tocó compartir escenarios en diversos foros del país, incluyendo la Casa del Lago y el Palacio de Bellas Artes (afuerita, a huevo), en una etapa de la vida que nos llenó de enseñanzas y experiencias inolvidables.

Como inolvidable será el buen Llanero Solitito, que se despidió el domingo, seguramente con el grito que seguirá escuchándose por muchos años: “¡Aaaaaay Oooooooooojeteeeeeees!”.

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