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El “Están moralmente derrotados” de Andrés Manuel López Obrador es el “Ni los veo ni los oigo” de Carlos Salinas en 1994.

Los personajes y contextos son del todo diferentes, pero en esencia las frases resumen la perspectiva que desde la investidura del poder presidencial se tiene respecto a sus opositores.

En su último informe de gobierno Carlos Salinas fue abucheado por los diputados del PRD, para ese año ya constituido como partido y perfilado como la auténtica oposición en el país, a diferencia del PAN concertacesionador que hizo a un lado a su candidato, Diego Fernández de Cevallos para que en 1994 se alzara con el triunfo Ernesto Zedillo Ponce de León.

Seis años después Vicente Fox inauguró la alternancia ganando para el PAN la presidencia de la República, que la mantuvo trabajosamente en 2006 con Felipe Calderón a la cabeza, en la que sería la primera derrota para AMLO, siempre cruzada por la sombre del fraude electoral. La segunda sería en 2012, ante Enrique Peña Nieto.

Todo ese periodo de alternancia de dos incubó lo que ahora se conoce como el “prianismo”, que no aguantó más y en 2018 saltó hecho pedazos ante el empuje de una fuerza que, desdibujando al PRD reeditó, corregida y aumentada la convocatoria foxista al voto útil, aglutinando desde la candidatura de AMLO a una amplísima y variopinta coalición donde confluyeron lo mismo la izquierda más radical que la derecha del Opus Dei.

Y en su primer informe de gobierno, el presidente no pudo sustraerse a la tentación de la vanagloria que minimiza a la oposición en el habitual ejercicio de contraste según el cual todo el que no aplauda es conservador y enemigo de la cuarta transformación.

“Los conservadores que se oponen a cualquier cambio verdadero y están nerviosos o incluso fuera de quicio, sin embargo no han podido constituir, y esto lo celebramos y toco madera, para que no se pueda crear un grupo o una facción con la fuerza de los reaccionarios de otros tiempos. Además, lo digo con respeto, no quiero que se entienda como un acto de prepotencia, es lo que estoy percibiendo, están moralmente derrotados”, dijo.

Cambiando lo que haya que cambiar, las últimas tres palabras de este párrafo son el “ni los veo ni los oigo” de Salinas, que pudo mantener a raya por las buenas y por las malas, durante 24 años, la posibilidad de que una fuerza de izquierda llegara a la presidencia.

En descargo, hay que decir que en este tema, el presidente no miente. La oposición no sólo está aturdida -como lo dijo- sino fragmentada y confusa, cuando no cooptada o en vías de serlo.

El primer informe de gobierno de AMLO fue, como se esperaba, una recopilación de frases y referencias cotidianamente machacadas en cada conferencia mañanera, de ahí que el interés en el mismo no residiera en los datos y las cifras, sino en el mensaje político, que finalmente se redujo a otro lugar común: “el pueblo está feliz, feliz, feliz, y los conservadores y reaccionarios están aturdidos y moralmente derrotados”.

(AMLO presento éste como su tercer informe, porque el primero fue el de los cien días y el segundo su otra comparecencia en el zócalo capitalino)

La liturgia del informe sigue intacta en cuanto al culto a la personalidad del presidente. La fanfarria y la abyección que chocan con la crítica y el madrazo. La natural ausencia de autocrítica, la vocación por mentir con la verdad y la recurrente tendencia a privilegiar sus propios datos.

Pero el país sigue en llamas de violencia. Coatzacoalcos y Tepalcatepec son apenas los ejemplos semanales del fracaso en el combate a la inseguridad; el cero crecimiento económico no parece convencer ni a Carlos Slim y la felicidad de los beneficiarios de programas sociales se parece más a la felicidad de aquellos que antaño iban por la vida comprando votos.

Con la diferencia, suponiendo sin conceder, de que tales programas no reediten prácticas de corrupción como las documentadas en el caso de “Jóvenes construyendo el futuro”.

En lo político las cosas tampoco marchan del todo bien para el partido del presidente, y eso lo ha llevado a declarar que si no se ponen las pilas, se va del partido, se lleva la marca y deja a los oportunistas y ambiciosos con un palmo de narices, remitiéndolos al frío sótano de los enemigos de su proyecto.

Supongo que en cada estado que visita el presidente se encuentra con ciertos conflictos en su propio partido y Sonora no es la excepción. De entrada, ayer fue recibido con protestas inducidas por la ex representante del gobierno federal en Sedatu, Petra Santos Ortiz, defenestrada de su cargo como parte de las pugnas internas en Morena.

El presidente está desde ayer en Sonora. En su agenda aparece la reunión con el gabinete de seguridad, la conferencia mañanera, una reunión con padres de los niños muertos, lesionados y enfermos tras el incendio en la Guardería ABC. 

La colega y amiga Soledad Durazo lo entrevistó ayer en el avión durante su trayecto de Ciudad de México a Hermosillo, pero no pudo sacarle mucho, salvo la confirmación de los presidenciales datos en el sentido de que a la carretera de cuatro carriles sólo le faltan cinco kilómetros para concluir.

Y a propósito, ayer domingo fue electo el diputado de Morena, Luis Armando Colosio como presidente de la Mesa Directiva del Congreso local, con el voto de todos los legisladores, menos los de Morena y dos del PT: Rodolfo Lizárraga y Filemón Ortega.

El acuerdo de que él sería el presidente durante este mes fue tomado desde hace mucho tiempo, pero la coordinadora parlamentaria de Morena, Ernestina Castro propuso a Martín Matrecitos y, como no pudieron lograr la mayoría, rechazaron integrar la mesa directiva en cualquiera de sus posiciones.

A favor de Luis Armando Colosio, que representa a Morena como presidente de la mesa directiva, votaron todos los priistas y panistas; la diputada de Movimiento Ciudadano, María Dolores del Río y el petista Orlando Salido; los del Verde, del PANAL y los del PES.

Morena pues, gana la presidencia del Congreso con el voto de todos los diputados y diputadas, menos los de Morena.

Este tipo de asuntos son los que ya encontró el presidente de la República en Sonora, y que quizás sean parte de lo que encuentra en cada uno de los estados que visita y que, a juzgar por sus recientes declaraciones en el sentido de que si los morenistas no ponen todos los bueyes delante de la carreta que conduce, los va a dejar sin bueyes y sin carreta.

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