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A un año de las elecciones en las que se renovará el Congreso federal, 29 de los 32 congresos estatales, 15 gubernaturas y unas dos mil alcaldías, el presidente de la República se ha bajado de la Silla del Águila y se ha colocado al centro de la plaza pública, el escenario que mejor domina y que más le gusta.

El que no ha abandonado del todo, hay que decirlo, desde que asumió la titularidad del poder ejecutivo. 

El mensaje parece claro. El presidente no confía ni en su partido. Ya alguna vez advirtió, en agosto de 2019 que si las tribus de Morena no se ponían de acuerdo, él abandonaría esas siglas. “Si se echa a perder, renunciaré a mi militancia y pediré que le cambien el nombre”, sostuvo.

Casi un año después, las tribus no se han puesto de acuerdo. La renovación de su dirigencia nacional se tornó accidentada y se tuvo que nombrar una dirigencia interina que llevó a la presidencia a Alfonso Ramírez Cuellar, cuyas deformaciones neoliberales acaban de ser señaladas por el propio Andrés Manuel a propósito de las declaraciones del primero en el sentido de que los programas de austeridad del gobierno federal no han resuelto nada y al contrario, se han convertido en un nuevo problema. 

Ramírez Cuellar sugirió que la salida a la crisis del coronavirus pasaba por contratar deuda para atender sus secuelas; el presidente lo tachó de neoliberal, pero un día después se supo que el gobierno de México gestionó desde hace meses, créditos por más de dos mil millones de dólares con el Banco Mundial.

Casi 50 mil millones de pesos que documentan el vacío en que cayeron aquellas arengas acerca del combate a la corrupción que permitirían ahorrar medio billón de pesos con los que se cubrirían becas para estudiantes, ninis, adultos mayores, mujeres embarazadas; se reactivaría el campo, se financiarían pequeñas y medianas empresas y se destinarían recursos para los ayuntamientos. Eso lo dijo en el mitin de cierre de campaña en Hermosillo.

A la distancia, se puede suponer que el monto de lo que se iba por el caño de la corrupción o no era tan alto, o el combate a la misma ha sido un fracaso. 

O el nuevo régimen simplemente ha desplazado selectivamente a ciertos corruptos para abrirle la puerta a otros, que ya integran una nutrida lista a la que se acaba de incorporar el director del IMSS, Zoe Robledo, como antes lo hizo Rocío Nahle y su compadre con el caso de la licitación de obras en la refinería Dos Bocas. O Bartlett y su hijo; Carlos Slim en el Tren Maya y los que se sigan acumulando.

AMLO tiene muchos defensores, pagados y oficiosos pero no le son suficientes. Tiene que ser él quien, blandiendo la espada de la austeridad republicana, la pobreza franciscana y la moral estilo soviet (que se exigen sólo a los bueyes de mi compadre), se ponga al frente de ese ejército que va por las cabezas de quienes, ya no hay duda, se han colocado del lado de los malos con el solo hecho de no suscribir al 100 por ciento lo que está haciendo la 4T.

El 6 de junio de 2021 es sin duda la fecha clave para la continuidad o la permanencia del proyecto de nación lópezobradorista que, hay que decirlo, sigue encabezando las preferencias electorales más que por sus aciertos, por la ausencia de oposición propositiva. Y que difícilmente puede ser propositiva si ya ejercieron el poder y los resultados están a la vista.

Los meses por venir lucen por demás interesantes.

II

El abordaje de la pandemia Covid19 ha provocado desencuentros entre uno y otro nivel de gobierno: de la federación con los estados, de los estados con municipios; de municipios con la federación.

También los sectores productivos, empresarios de todos los niveles y trabajadores del campo y la ciudad han entrado reiteradamente en la ruta del conflicto porque el coronavirus vino a cambiarlo todo, a paralizar actividades, a modificar hábitos, rutinas, horarios y en general la vida cotidiana.

Después de 80 días, la desesperación ha hecho presa de todos. No solamente de quienes tienen un enfermo o perdieron un ser querido. También de quienes han visto diluirse sus reservas económicas y no ven para cuando se normalicen las cosas.

Desde Sonora, la voz de la gobernadora Claudia Pavlovich convocando a un gran pacto social, pero sobre todo las voces de líderes diversos y cabezas de sector atendiendo esa convocatoria dejan ver una luz al final del túnel.

Desde el sur del estado, personajes usualmente críticos de la administración estatal -y críticos entre sí-, como el empresario Ricardo Bours Castelo y el alcalde de Cajeme Sergio Pablo Mariscal han extendido su mano saludando la convocatoria. Lo mismo hizo el dirigente estatal de la CTM, Javier Villarreal.

Básicamente, de lo que trata este gran pacto social es de abordar el tema de la pandemia y el de la recuperación económica desde una perspectiva que deje de lado la rivalidad política, el enojo y la violencia que sólo agudizan la crisis.

Que los recursos públicos del estado sean invertidos en obras y servicios a proveedores locales, apoyando así al empresariado sonorense; que cada quien asuma que sus decisiones diarias son la diferencia entre la vida y la muerte. 

En suma, ubicar la pandemia y sus secuelas en el terreno de la neutralidad política, por el bien de todos.

III

Vaya desde aquí un abrazo solidario y fuerte, con toda la fuerza que se necesita para cruzar el doloroso camino de la muerte de un hijo, para el veterano fotógrafo y mejor amigo Humberto Anaya. 

La vida nos va poniendo, eventualmente, ante trances tan fuertes como este, de los que no se sale nunca y en los que no hay palabras para atemperar la pena. Descanse en paz el joven Brandon. Abrazo extensivo también para su madre, Éricka.

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