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El recibimiento que tuvo ayer en Guaymas Ernesto Gándara no debe verse sólo como el del priista que busca ser candidato a la gubernatura, sino como el de la persona que de muchas maneras está recogiendo en los municipios del estado, el desencanto por gobiernos locales que siguen viendo el futuro con la nuca, incapaces de proyectar una transformación que no sólo resultó más de lo mismo, sino lo peor de lo mismo.

No es casual que haya sido en Guaymas donde el Borrego reuniera a más de 500 personas para interactuar en un ejercicio que a fuerza de repetirlo, domina con soltura. Lo ha hecho dos veces como precandidato a gobernador y una vez como candidato a senador.

De los 20 municipios gobernados por Morena y sus aliados en Sonora, Guaymas es quizás el que peor desempeño registra. Y aquí volvemos al punto inicial de esta columna.

El hartazgo y el desencanto ciudadano hacia gobiernos del PRI y del PAN, pero también entre la clase política local que se sintió agraviada, menospreciada por las cúpulas de sus partidos provocó una migración de votos sin precedentes hacia los candidatos de la coalición que encabezó Morena. 

Pero no sólo fue un voto de castigo, sino en muy buena medida, un voto de esperanza de que cambiaran las formas de hacer política y las del ejercicio gubernamental. 

La memoriosa lectora, el acucioso lector saben, y no hay necesidad de recordárselos, que desde el inicio de la administración de Sara Valle los casos de nepotismo y la incompetencia gubernamental abrieron una saga caótica en la que ha corrido incluso la sangre de funcionarios públicos, asesinados a balazos.

Resulta hasta cierto punto natural entonces, que esa misma clase política, la ciudadanía sin partido -y no pocos militantes incluso de la coalición- estén pensando, con la esperanza diluida, en la posibilidad de voltear a otras opciones.

Toda elección es un referéndum al partido en el gobierno. En los municipios es donde la ciudadanía tiene el primer contacto con ese gobierno; los asuntos que mayormente impactan su vida cotidiana están en el ámbito municipal: seguridad, agua potable, alumbrado público, pavimentación, entre otros.

Y en esos municipios es donde anda El Borrego con una propuesta de alianza entre diversas fuerzas políticas y liderazgos sociales que puedan presentar una opción competitiva, asumiendo que el PRI ni cualquier otro partido podrá ganar en solitario las elecciones de 2021.

El punto clave aquí reside precisamente en determinar qué liderazgos podrían encabezar esa fuerza, porque la coalición es aún muy fuerte y tiene el poder sobre el aparato gubernamental federal y municipal. Apoyarse en viejos cartuchos quemados, en personajes con un pasado escabroso y liderazgos que no dieron resultados antes es el camino despejado al fracaso.

Al menos en Guaymas, la coalición tampoco tiene muchas cartas sobre la mesa. Y si hablamos de cartuchos quemados, con pasado escabroso y liderazgos sin resultados, lo peor que podrían hacer es poner la mirada en el diputado local Rodolfo Lizárraga, que fue el primero en levantar la mano como aspirante a la alcaldía del puerto.

Un puerto que parece destinado por la providencia a sufrir los peores males. Lo único que le faltaría para desaparecerlo de plano, es que un personaje como Lizárraga llegara a la alcaldía. 

II

Un buen gesto el que tuvo la gobernadora Claudia Pavlovich al acudir hasta la comunidad de La Morita, municipio de Bavispe a solidarizarse con los deudos de las víctimas de la masacre sin nombre que sacudió al país entero el pasado lunes.

Esa comunidad está integrada por personas bien trabajadoras y productivas. A ella pertenecían las mujeres y niños que murieron acribillados por las balas del crimen organizado, y a ella pertenecen hombres y mujeres que en medio del dolor no dejan de clamar justicia.

Una visita discreta y respetuosa, sin estridencias ni protagonismos en la que reiteró a las familias agraviadas su compromiso de esclarecer el crimen y dar con los responsables.

Pero no salen de una cuando ya están en otra. Ayer volvió a rugir la metralla en la sierra sonorense. Por aquellos mismos rumbos, en un camino al sur de Bavispe fue acribillada una camioneta en la que viajaban dos personas, una de ellas mujer, que resultó muerta en el ataque.

III

Admiré siempre la documentada intransigencia de la doctora Raquel Padilla Ramos en la defensa de los pueblos originarios, en el activismo de las causas indígenas, en el choque frontal con las autoridades yoris, en la solidaridad para con sus colegas del INAH cuando el gobierno afectó sus condiciones salariales y contractuales; su productividad como académica e investigadora.

Apenas ayer retomé un tuit suyo, a propósito de Bavispe, para abrir esta columna.

Por la tarde nos llegó la noticia de su muerte. Todo indica que se trató de un feminicidio a manos de su pareja, un indio yaqui de nombre Juan “N”, que ya se encuentra detenido.

Es increíble como la vida puede tomar sesgos tan trágicos en un instante. Con Raquel se apaga la luminosa inteligencia de una mujer valiosísima, y queda sólo la mortecina vela que no alcanza a alumbrar el camino de respuestas a la pregunta que nos seguiremos haciendo siempre: ¿por qué?

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