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De una manera poco ortodoxa, el alcalde de Cajeme Sergio Pablo Mariscal Alvarado se posicionó de las redes sociales ayer y, como suele suceder cuando alguien entra de lleno al callejón de los madrazos, cosechó aplausos pero no pocos cuestionamientos.

Primero, el organismo operador de agua en aquel municipio echó a andar un polémico programa de recuperación de cartera en la zona norte, donde habitan los cajemenses de economías más holgadas. Ese es un sector que agrupa varias colonias a las que en algún tiempo se aludía, desde el resto de los barrios y el valle con el genérico nombre de “La colonia de los ricos”.

El programa comenzó con el corte del servicio a 30 usuarios morosos, pero el tema cobró relevancia porque los propios empleados del organismo operador grabaron videos y tomaron fotografías (que luego difundieron) mientras cortaban el suministro a un par de residencias de la familia del ex alcalde Faustino Félix Chávez. Una de las residencias pertenece a su padre, también ex presidente municipal, Faustino Félix Escalante, a su vez hijo del ex gobernador Faustino Félix Serna.

Las redes, desde luego, ardieron en versiones encontradas.

Personajes notables como Ricardo Bours Castelo y el propio Félix Chávez aplaudieron primero la medida para obligar al pago y exigieron que fuera parejo para todos los grandes morosos. Pero luego se reveló que varias dependencias municipales también sostenían adeudos importantes y cambiaron sus posturas al respecto, cuestionando que se exhibiera de esa manera a los ciudadanos.

Faustino Félix aclaró que una de las casas pertenecía a su padre, fallecido hace dos años y al parecer tenía una toma equivocada, deslindándose del mantenimiento en esa propiedad y acusando al actual alcalde de encabezar una campaña de desprestigio en su contra.

Posteriormente, Mariscal Alvarado colgó en sus redes un video en el que afirma que desde Cajeme se está marcando agenda en todo el estado, que allí no se gobierna con saliva y que son los primeros en preparar la reactivación económica, en la gestión de recursos para la pavimentación de la ciudad y para el apoyo a la micro y pequeña empresa. Y hasta para contener el oportunismo de quienes querían cambiar las reglas del juego electoral en el estado, dijo.

Y ya en franco modo Peje, el alcalde sostuvo que “no hay resultados claros con posiciones tibias; no nos gusta el café descafeinado como estilo de gobierno, nos gusta cargadito. Somos humildes en reconocer nuestros errores pero tampoco titubeamos cuando se trata de dejar claro de qué estamos hechos. Es un sello del presidente AMLO y de quienes estamos con él. Los grupos que no entienden que esto ya cambió es preciso que se los estemos recordando; son constantes sus calumnias contra los alcaldes de Morena en el estado”, dijo entre otras cosas.

Al parecer, Mariscal ya sabía que ayer mismo, regidores del cabildo cajemense se presentaron en el Congreso del Estado para presentar una demanda de juicio político en su contra.

Demanda que, ciertamente, tendrá que tomar turno, pues antes de esa ya hay al menos otras: contra la alcaldesa de Navojoa, la de Guaymas y el alcalde de Santa Ana, respectivamente. 

Lo cierto también es que el alcalde de Cajeme se puso en la línea de fuego, justo donde se recibe y se da. 

Una línea en la que también se colocó la alcaldesa de Hermosillo al emitir un pronunciamiento contra la reforma electoral, en la que sin miramientos acusó de traidores a los diputados aliados de Morena que ya adelantaron un voto a favor de la reforma.

Obviamente hay una línea de Morena para mandar al frente de batalla a todos sus cuadros intentando parar a tuitazos una reforma que, todo parece indicar no podrán frenar con votos en el Congreso.

Y es que Morena está frente al karma de su origen: esa alianza un tanto apresurada, extraña e improvisada que constituyó una coalición electoral exitosa, pero que no ha podido mantenerse como coalición legislativa, por las causas que gusten y manden, señaladamente las que tienen que ver con una incapacidad para acordar criterios de equidad en el reparto de posiciones o para coincidir en las tácticas de la estrategia que exige el proyecto de nación con el que supuestamente están comprometidos.

El voto parejo por Morena, convertida en una ola generosísima llevó a la Cámara a una fuerza llamada a dominar con una mayoría de 21 diputados cualquier tema en el ámbito legislativo.

Tenían cuatro votos más que los requeridos para la mayoría calificada (17 de 33 votos) y hoy, por las razones antes enumeradas sólo cuentan con 10 votos, que ya en otras ocasiones se han reducido hasta 8.

Fue tanta la suficiencia con que Morena enfrentó el proceso electoral 2018, que se dio el lujo de signar como candidatos del PT y del PES a cuadros propios (como Yumiko Palomares y Norberto Ortega) que terminaron abandonando el PES y el PT para engrosar la bancada de Morena, cuando las cosas se comenzaron a poner feas con sus aliados. Si no, la bancada morenista estaría aún más debilitada.

De hecho, Carlos Navarrete y Leticia Calderón eran cuadros de Morena que fueron signados al PES pero éstos, por las razones que gusten y manden se quedaron en esa bancada y ya no regresaron a Morena. Quien operó el convenio de coalición para que Morena tuviera 10 diputados y el PT y PES cinco cada uno (con cuadros morenistas) fue Jorge Taddei.

Acusar al PRI, al PAN o al gobierno del estado de la debacle por la que hoy pasan, más que una verdad a medias es un recurso de evasión de responsabilidades para no reconocer que en el proceso 2017-18 Morena no estaba listo, ni cuantitativa ni cualitativamente para administrar un triunfo como el que, no sin sorpresas, obtuvieron.

Hoy, frente a una reforma electoral que -sostienen- no los favorece, sólo les queda el recurso de hacerle el vacío o sabotearla. O trolear con rabia. 

Ayer cobró fuerza una versión en el sentido de que habrá un intento para boicotear la sesión de este martes argumentando un brote de contagios de Covid19, ya que uno de los asesores de la bancada de Morena resultó positivo y hay razones para suponer riesgos en el pleno.

Pero la sesión puede instalarse con el 50 más uno de los diputados. Es decir, incluso si la bancada de Morena no asiste, el pleno puede sesionar.

Es, simple y llanamente un ejercicio de la democracia parlamentaria, que a veces favorece a unos, a veces a otros. Citemos el ejemplo de la sesión en la Cámara federal, cuando la bancada de Morena aprobó que la reelección de diputados federales y senadores sea posible sin que éstos se separen de sus cargos.

La iniciativa entró sin dictamen de comisiones un día antes de que comenzara la contingencia por el COvid19. Este dato es importante porque el Congreso ya no volvería a sesionar antes del 31 de mayo, fecha límite para reformar la ley electoral.

Eso provocó que diputados del PRI y del PAN no asistieran. Morena les pasó por encima con 254 votos en los que se incluyeron los del PT, PES y PVEM. Hubo  20 votos de Movimiento Ciudadano en contra y tres abstenciones.

La reforma electoral se consumó. Lo mismo pasará en Sonora, pero los actores se encuentran ahora del lado opuesto de la barra de esa gran cantina virtual en la que se alternan borrachos y cantineros.

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