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Frente a la huelga en la Universidad de Sonora y las voces que se desgañitan condenando que cada año estalla una, hay que comenzar por aclarar tal falsedad, a todas luces interesada. En los últimos diez años se habían registrado sólo tres huelgas (2009, 2012 y 2014), hasta que ayer se volvieron a colgar las banderas rojinegras en el campus.

Lo que se presenta cada año son emplazamientos y esos no dependen de la voluntad de sindicatos o autoridades, sino que representan un protocolo en el que se abren las negociaciones salariales y/o contractuales de académicos, manuales y administrativos.

Pareciera una verdad de Perogrullo pero no lo es, a juzgar por algunas reacciones que seguramente usted ya registró en redes sociales.

De hecho, la última huelga la estalló el STEUS hace cinco años, duró 60 días y los resultados fueron desastrosos para el gremio. La levantaron con las manos vacías prácticamente, sin logros mínimamente significativos y sin salarios caídos. Fue un desastre que incluso le costó la expulsión de ese sindicato a su entonces dirigente, la regidora perredista Dorotea Rascón.

El año pasado el STEUS se fue a la huelga a pesar de que la autoridad laboral la declaró improcedente, y tuvo que levantarla una semana después cuando un juez rechazó el amparo promovido por el sindicato.

En resumen, en siete de diez ocasiones, STEUS y autoridades universitarias han hecho prevalecer los acuerdos, evitando paralizar labores en la Máxima Casa de Estudios; en el caso del STAUS el récord es mayor, acaso porque los académicos registran un mayor compromiso con las labores sustantivas de la Universidad, sin que eso signifique una claudicación en sus demandas gremiales, aunque no faltará quién señale esta práctica como una suerte de charrismo sindical. De todo hay en la Unison.

Pero un recuento de las votaciones en asamblea general, a favor y en contra de la huelga en los últimos tres años ofrece una visión de esto: en 2016, hubo 871 votos en contra de la huelga y 571 a favor. En 2017 esa relación fue 805-507 y en 2018, 827-432.

Uno de los elementos clave para evitar que en los últimos tres años el STAUS haya evitado ir a la huelga es la intervención del gobierno del estado, aportando recursos extraordinarios para negociar las demandas de los académicos, trabajadores y empleados, como de hecho sucedió esta vez, aunque no fue suficiente.

Ayer, la asamblea general del STAUS invirtió esa relación y los votos a favor de la huelga fueron 734 contra 668 en contra. La del STEUS decidió a favor por 788 votos y 644 en contra.

Con un agregado muy significativo: los académicos relacionados con la vieja guardia izquierdista hoy agrupados en Morena operaron para evitar la huelga. Evidentemente fueron rebasados en la asamblea general, lo cual adiciona un ingrediente especial en esta huelga de los maestros: la emergencia de una corriente importante, sobre todo entre los maestros más jóvenes cuya movilidad en el escalafón ha permanecido casi invariable desde hace varios años.

El tema es bastante complejo y deja entrever que la inconformidad no tiene que ver sólo con el rubro de los ingresos, sino fundamentalmente con aspectos contractuales y de promoción escalafonaria, así como otro tipo de prestaciones y, dicen quienes están más cerca del Alma Máter, hasta con cierto desencuentro entre una generación que envejeció en la academia, y otra que viene empujando fuerte reclamando esos espacios que se niegan a desocupar frente a la posibilidad de ver disminuidos sustancialmente sus ingresos, con una pensión del 50% o menos de los mismos.

Por parte de la autoridad universitaria, el propio rector Enrique Fernando Velázquez ha encabezado la comisión negociadora, algo que no suele ocurrir, pero que muestra la voluntad para alcanzar acuerdos con los sindicatos, lo que finalmente no ocurrió, y las banderas rojinegras fueron colocadas ayer en todas las unidades de la Universidad de Sonora.

Unos 40 mil estudiantes quedan sin clases a partir de hoy y con una expectativa nada promisoria considerando la complicadísima situación presupuestal tanto del gobierno federal como del estatal.

Y si bien no todo se resuelve con dinero, al combinarse la crisis en las finanzas públicas con esos otros elementos subjetivos en los que las mayorías de ambos sindicatos empujaron a favor de la huelga por las más diversas razones, la posibilidad de que ésta se prolongue es alta.

En el caso del STEUS, el tema principal sigue siendo el de la homologación del bono por despensa. Para esto, la Universidad aportó 100 pesos y el gobierno del estado 87, para integrar una propuesta de 187 pesos mensuales, para pasar de 2 mil 189 a 2 mil 337 pesos. La propuesta fue rechazada por los sindicalistas que proponían cien pesos mensuales más. Por esa diferencia, el STEUS se fue a la huelga.

Del salario ni hablamos. Allí hay un tope fijado por el gobierno federal en 3.35 por ciento y es inamovible. Lo que se pueden negociar son las llamadas prestaciones de monto fijo, pero tampoco allí hay mucho margen.

Tan no lo hay, que ayer otras cinco universidades se fueron a la huelga: la Autónoma Metropolitana (UAM); la Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO); la Autónoma Agraria Antonio Narro de Coahuila, la Autónoma de Chapingo y el CCH de la UNAM.

Los conflictos sin duda repercutirán en los gobiernos estatales, pero sobre todo en el gobierno federal que, paradójicamente, tuvo entre los hoy huelguistas importantes bases de apoyo. Veremos qué sucede en los próximos días.

II

Pero como no todo son malas noticias, ayer la gobernadora Claudia Pavlovich recorrió las instalaciones del recién equipado Hospital General de Magdalena, sí, el mismo donde hace un par de meses sus médicos y enfermeras salvaron la vida de una bebé recién nacida improvisando con un garrafón plástico, un casco cefálico neonatal, en un caso que le dio la vuelta al mundo.

(La polémica, por cierto se centró más en la negativa de una recepcionista para darle entrada a la madre parturienta, que dio a luz en un carro y posteriormente volvió con la bebé presentando síntomas de una enfermedad respiratoria y allí fue donde entró la creatividad del personal).

El punto es que ayer la gobernadora constató la inversión de 245 millones de pesos para construir y equipar este hospital que atenderá a los 78 mil habitantes de Magdalena, Ímuris, Santa Ana, Cucurpe, Trincheras Benjamín Hill con servicios de psicología, dental, vacunas, medicina interna, oftalmología, cirugía general, ginecología y pediatría.

Se cuenta con un convenio para atender a derechohabientes del IMSS; Issste e Isssteson, con el mejor equipo y una filosofía de servicio relanzada a partir de lo ocurrido en febrero pasado.

Excelente el ambiente en el que el regidor y también médico Alejandro Miranda solicitó a nombre del cabildo magdalenense que el hospital llevara el nombre de doña Alicia Arellano Tapia, lo que sorprendió a la gobernadora: “Ay, Chato, cómo eres calilla”, le dijo, para recordarle que doña Alicia siempre ha sido renuente a ese tipo de distinciones, y en todo caso tendrían que consultarlo con ella, pero van a batallar para convencerla “porque es más terca que yo”.

III

Dispuesto a relanzar su posicionamiento después del desastre electoral del año pasado para el tricolor, Ernesto de Lucas anunció ayer la apertura del proceso para elegir al próximo dirigente de la Red Jóvenes por México, mediante un proceso abierto y democrático en cada uno de los municipios del estado.

La elección será el 4 de mayo y será la primera que se realice en el país después del 1 de julio pasado, con esa modalidad con la que esperan despertar el activismo de jóvenes entre 18 y 35 años interesados en sumarse a los nuevos aires que soplan más revolucionarios que institucionales, según el propio Pato de Lucas.

El reto no es menor, pues esa generación mayoritariamente millenial no es muy proclive a la participación política, al menos no desde los partidos, por lo que el esfuerzo deberá ser doble por parte de los aspirantes, que no son pocos, pues la lista suma hasta ahora a ocho, entre los que no aparece ninguna mujer.

Veremos cómo evoluciona este proceso.

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