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Tortuoso, el camino de la cuarta transformación en Sonora pasa por el Congreso del Estado, que está convertido en la proverbial casa del jabonero, donde el que no cae, resbala.

O se deslinda, rompe, amenaza, advierte, conmina, reta, manda al diablo a las instituciones…

Morena quedó, por voluntad propia, fuera del acuerdo tomado en la Comisión de Régimen Interno y Concertación Política (CRICP) al abandonar la sesión el miércoles por la tarde sólo para descubrirse a sí misma como esa minoría legislativa que nada tiene que ver con la eufórica celebración en la que se veían manejando una poderosa aplanadora, aplastando el pasado de corrupción prianista y haciendo florecer jardines donde había basureros, porque así lo mandataron las urnas.

Dicho acuerdo ordenaba restituir a los directivos cesados como un primer paso para abrir una ruta legal que permita su reemplazo y regrese la vida institucional al Poder Legislativo. El acuerdo lo firmaron los coordinadores parlamentarios de todos los partidos representados en el Congreso, excepto Morena: PRI, PAN, PANAL, PVEM, PT y PES. MC no tiene representación en la CRICP.

El distanciamiento con visos de ruptura tan anunciado se perfiló ayer con mayor claridad, cuando los coordinadores del PT y del PES, Rodolfo Lizárraga y Jesús Alonso Montes Piña dejaron claro, después de escuchar a la presidenta del Congreso, Rosa María Mancha Ornelas, leer un largo pronunciamiento para desconocer el acuerdo de la CRICP y también el ordenamiento del Tribunal de Justicia Administrativa para reinstalar a los directivos.

Y lo que pintaba para ser una sesión de mero trámite en cuyo orden del día aparecían básicamente algunos exhortos, y que seguramente fue agendado de esa manera para abrir un compás de espera razonable, mientras el proceso de reemplazo de los directivos que son la manzana de la discordia desde el arranque de esta legislatura, se convirtió de nuevo en tierra de nadie.

Acusado de traidor, el coordinador del PES fue tajante, contundente. Calificó de “locura” la posición de Morena respecto al caso de los despedidos; sostuvo que si se reúne con las otras fuerzas políticas del Congreso es para arribar a acuerdos que destraben la parálisis en que se encuentra sumida la legislatura y acusó a su homóloga de Morena de haber abandonado la reunión de la CRICP.

Les recordó que en la elección del pasado primero de julio “no ganamos todo, pero ustedes con sus actitudes lo están perdiendo todo”. Asumiéndose parte de la cuarta transformación y del proyecto de Andrés Manuel López Obrador, dijo que éste no pasa por el atropello de las instituciones y la violación de la ley: “queremos lo mismo, pero pensamos diferente”, dijo.

Y advirtió que su posición no significa una ruptura con la coalición, pero si eso sucede “ustedes serán los responsables, porque estamos aquí para defender al pueblo, no a los que están desesperados por entrar (a la nómina)”.

Rápido, le respondió Yumiko Palomares, también del PES para desconocer el acuerdo de la CRICP en el que no fue consultada por su coordinador y avaló la postura de Morena. Y también le respondió Martín Matrecitos, el vicecoordinador de la bancada guinda, quien precisó que a CRICP no tiene facultades para designar o destituir funcionarios y lo acusó de estar al servicio “de no sé quién”, “pero no vamos a aceptar ningún atropello al pueblo de Sonora”.

Y entonces tomó la palabra Raúl “El Pollo” Castelo para cuestionar a los diputados del PES y del PT, pero también a los del PRI, a quienes pidió explicarle con quién tienen qué acordar en el Congreso, porque parece que quien los manda es la gobernadora “que de poder a poder, tiene el mismo que la presidenta de esta legislatura”.

Arremetió contra el abogado de los despedidos, Gustavo Bustamante a quien acusó de “andar aquí atropellando a la presidenta y diciendo que es con él con quien tienen que acordar”.

Y ya encarrerado, El Pollo destapó, quizás involuntariamente, la carta que Morena evidentemente tenía guardada como moneda de cambio por si las cosas se ponen peores: “No se vale que de una manera perversa, nos quieran llevar a la reconducción presupuestal”, dijo el Pollo. Y luego titubeó un poco, como quien sabe que le ganó la euforia del momento, y no debió decir lo que dijo, pero ya está asentado en actas: Morena tiene como as bajo la manga la reconducción en la negociación del paquete presupuestal 2019, para echarle la culpa a sus contrapartes, por el caos financiero que una medida de esa naturaleza representa.

No es una táctica nueva. Los panistas ya lo hicieron en 2011 y el Pollo Castelo lo sabe bien, porque en ese entonces militaba con profunda convicción en el blanquiazul, partido por el que fue candidato a diputado local en 2012, sufriendo una apabullante derrota, gracias en buena medida, precisamente a esa reconducción presupuestal.

Explicando, porque este es un caso peculiar.

Ante la negativa de la oposición a aprobar el llamado “Comun” (tenencia disfrazada), los diputados panistas reventaron las negociaciones, rompieron el quórum y propiciaron que el paquete presupuestal 2012 no se aprobara en el Congreso.

Fue un balazo en el pie. Básicamente, la reconducción presupuestal consiste en operar con el presupuesto del año anterior, con lo cual no solamente se dejan de percibir ingresos millonarios (en 2012 fueron 2 mil 600 millones de pesos) por actualizaciones en la Ley de Ingresos, sino que los ingresos federales se ven seriamente mermados y además, impide al gobierno para iniciar nuevas obras y destinar recursos a nuevos programas.

Es decir, se trata de un acto suicida con el que el padrecismo se jugó el todo por el todo en un año electoral, y perdió. El propio Pollo Castelo fue candidato a diputado local ese año y fue barrido en las urnas, porque el gobierno del estado acumuló una carga negativa impresionante y la falta de recursos (sin contar la falta de fiscalización que también conlleva la reconducción presupuestal, y que derivó en tremendos actos de corrupción), desacreditaron a los candidatos del PAN.

Ayer, sin venir al caso, el Pollo Castelo se sacó de la manga el as con el que Morena tiene pensado acorralar al gobierno del estado, obligándolo a una nueva reconducción presupuestal, dinamitando financieramente las políticas públicas estatales, dejando al estado con finanzas desfasadas para echarle la culpa de todos los males que se vengan en lo sucesivo.

Ignoro si al Pollo le ganó la novatez, la sed de venganza o el protagonismo que no requiere consulta con sus nuevos jefes partidistas, pero hizo aparecer el fantasma de la reconducción presupuestal, con el que se llevarían entre las patas no sólo a las grandes mayorías beneficiarias de los programas sociales, sino a proveedores del gobierno del estado, empresarios chicos, medianos y grandes que se sostienen de la obra pública.

Lo mismo que hizo el PAN en 2011 para culpar a la oposición de la debacle, y no les funcionó. Hoy, Morena abre su juego en la voz de un panista incrustado en sus filas y amenaza con repetir la historia.

Lo demás en la sesión queda para la anécdota. La presidenta decretó un repentino receso para subir a increpar personalmente a los directivos que en esos momentos, auxiliados por un cerrajero y amparados en el acuerdo de la CRICP abrían sus oficinas para retomar sus labores, en un episodio donde hubo hasta empujones y jaloneos.

Abajo, Rodolfo Lizárraga se peleaba con Diana Platt a propósito del tema del nepotismo y Cervando Flores se peleaba con Miguel Ángel Haro. El primero acusaba al segundo de ser oreja del gobierno, y el segundo lo acusaba de homofóbico por los insultos contra Lizárraga.

Insultos que por cierto, fueron replicados y azuzados por Erich Moncada, como lo denunció el propio Lizárraga en improvisada rueda de prensa, en la que ejemplificó cómo Morena pretende imponer a Moncada en la dirección de Comunicación Social del Congreso, una de las razones por las cuales la bancada petista no va con Morena en esta coyuntura.

A esta novela todavía le faltan muchos capítulos.

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