Suele citarse, ya con demasiada frecuencia que el PRI pactó con la emergente fuerza del lópezobradorismo acuerpada en la coalición que encabeza Morena, algunos acuerdos que garantizaran una transición más o menos aterciopelada.
Poco se dice, sin embargo, de eventuales pactos del PAN, por esos mismos motivos, relacionados en muy buena medida, con el perdón y el olvido para personajes ligados con escandalosos casos de corrupción.
No sirve para el análisis, sin embargo, pensar en los partidos como bloques monolíticos que se mueven en una sola dirección atendiendo una sola consigna. Ni antes ni ahora eso ha sido así. Ni el PRI ni el PAN lo han hecho nunca y hay infinidad de pugnas internas que lo documentan.
Mucho menos Morena, que en esa dualidad de partido-movimiento aglutina toda suerte de tribus y corrientes que abarcan prácticamente todo el espectro político desde la ultra izquierda hasta la ultra derecha.
¿Por qué el ex gobernador de Sonora se encuentra a un tris de abandonar la prisión, mediante el pago de una fianza de 140 millones de pesos, que serían pelillos a la mar si se considera la dimensión del atraco sexenal que encabezó de 2009 a 2015?
No es solamente porque ya cumplió dos años de prisión preventiva y no se le ha dictado sentencia, aunque también es por eso.
A la luz de las recientes declaraciones del presidente electo, en el sentido de que lo suyo es el perdón y no la venganza (lo cual es música para los oídos de más de cuatro), cualquiera podría suponer que la inminente liberación de Guillermo Padrés obedece a esos pactos de los que ni usted ni yo, marginal lectora, desestimado lector, tenemos acceso.
No tenemos acceso, pero sí el derecho a elucubrar cosas. Por ejemplo, que en la suma de lealtades espontáneas y en muchos casos, tal vez efímeras que sumó López Obrador para cumplir su sueño presidencial después de dos intentos fallidos en los que se reservó el derecho de admisión, se coló cualquier cantidad de gente que ni remotamente comulgó nunca con el proyecto de nación que encabeza. Peor: muchos de ellos eran, hasta hace unos meses, sus más severos críticos. Y si quieren ejemplos, no hay que ir muy lejos. En Hermosillo, en Sonora todo, hay varios.
¿Pactó López Obrador con el PRI y con el PAN para garantizar la impunidad de algunos personajes siniestros como Napoleón Gómez, Elba Esther Gordillo, Guillermo Padrés, entre otros?
No lo creo.
Pero tengo la certeza de que sí lo hizo con ciertas facciones de esos y otros partidos, que desde hace muchos años han depredado el país.
Ni modo, es lo que hay.
Ayer conversé con una amiga de muchos años. Consecuente militante de izquierda, firme de convicciones, férrea en sus posiciones; entregada a la causa de la cuarta transformación.
Y estaba más desconcertada que yo, frente a lo que está sucediendo. Decepcionada, podría decirse, por lo que le está tocando ver, aunque esperanzada por alguna razón que ni ella ni yo tenemos clara.
Mientras tanto, Padrés puede salir de la cárcel depositando 140 millones de pesos, no exonerado, hay que decirlo, sino condicionando su libertad a cosas como ir a firmar cada 15 días al juzgado, no abandonar el país y portar un brazalete geolocalizable.
Y eso, dicen los que saben de prisiones y cautiverios, es un paraíso, que resulta más atractivo si se considera el goce y disfrute de todos los bienes malhabidos de los que se hizo en seis años como gobernante.
Leí ayer declaraciones de familiares del ex gobernador, quejándose de que no tienen dinero para pagar esa fianza.
Yo no les creo, pero si es así, bien podrían organizar una colecta, pasar la charola o como se diga, entre algunos de los más allegados a los Padrés-Dagnino, que hoy siguen viviendo de la nómina gubernamental, ya como alcaldes, diputados, senadores, gobernadores, dirigentes partidistas, funcionarios…
Deben de ser más de 140. Y con un millón que ponga cada uno se cumple la meta del “Padrestón”. Créanme, sería como quitarle un pelo a un gato.
II
Ayer se reunieron los dirigentes de todas las secciones sindicales del SNTE con el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador y quienes serán sus secretarios de Educación y Gobernación, Esteban Moctezuma Barragán y Olga Sánchez Cordero, respectivamente.
El encuentro se da un día después de la renuncia del dirigente nacional Juan Díaz Torres, y el anuncio de Elba Esther Gordillo de que volvería por sus fueros.
Los reportes que tenemos hasta el momento es que los líderes sindicales acordaron sumarse a la Cuarta Transformación, exigiendo respeto a la vida institucional del sindicato y comprometiéndose a fortalecer las tareas educativas. Nada nuevo en el discurso de la más grande organización sindical en América Latina, siempre dispuesta a acomodar las calabazas en el accidentado camino de la transición, sea cual sea la carreta.
Pero para no caer en especulaciones, este martes la dirigencia de la Sección 28 ofrecerá una rueda de prensa para informar sobre este encuentro y también sobre los resultados de la XLVII Asamblea del Consejo Nacional del SNTE.
Y a propósito de profes y grillos, varias lecturas las que arroja la solicitud que los dirigentes del PANAL en Sonora hicieron al Instituto Estatal Electoral para constituirse en partido político estatal, una vez que el INE canceló su registro como partido nacional, al no reunir los mínimos votos requeridos en la pasada elección.
El dirigente estatal del PANAL, Carlos Sosa Castañeda fue el encargado de entregar tal solicitud a la presidente del IEE, Guadalupe Taddei. Se sabe que los dos diputados de ese partido en el Congreso local, Fermín Trujillo y Francisco Javier Duarte Flores son institucionales hasta la médula al sindicato en el cual forjaron sus carreras políticas y guardan especial afecto a la maestra Elba Esther. También lo tienen, sin embargo, hacia la gobernadora Claudia Pavlovich, cuyas iniciativas han apoyado en el Congreso local.
Será muy interesante observar la ruta que tomen en esta disyuntiva, y el ejercicio del PANAL ya como partido estatal.
III
El difuminado presidente de la República, Enrique Peña Nieto estará en Sonora este martes, para inaugurar el libramiento en Ciudad Obregón y el tramo carretero Esperanza-Hornos.
Esta que ha sido considerada la gira de despedida del mandatario federal ha despertado poco entusiasmo, especialmente porque llega a un lugar muy cercano al que estuvo hace un par de años, cuando prometió que la carretera federal de cuatro carriles estaría concluida antes de terminar su mandato, lo cual queda como promesa incumplida.
Pero sobre todo porque desde hace casi un año, y señaladamente después del 1 de julio, Peña Nieto ha pasado desapercibido en la vida pública del país y su imagen se ha deteriorado dramáticamente, al grado de que llega a los últimos días de su mandato con sólo 24 puntos de aprobación, la cifra más baja en la historia para presidente alguno.
Y bueno, no es de extrañar la estrepitosa y sostenida caída en la popularidad del priista que marcó el regreso del tricolor a Los Pinos después de 12 años de panismo igualmente desastrosos. Los últimos cuatro años del peñismo fueron una pesadilla para el presidente y su equipo y también para una buena parte de los mexicanos.
Lo que sí resultó al menos llamativo, fue el resultado de una encuesta del periódico El Universal, que indica una caída de nueve puntos en la popularidad del presidente electo, y eso que todavía no se cruza la banda tricolor al pecho.
Claro, siempre quedará el recurso de la descalificación bajo el argumento de que se trata de la prensa fifí, pero mal harían los personeros de la cuarta transformación si no advierten ciertas señales que documentan cómo en estos tiempos de redes sociales, la fecha de caducidad del bono democrático es cada vez más breve.
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