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Morena cumplió ayer cinco años de nacimiento como partido político y el festejo llega apenas unos días después de celebrar su primer año del triunfo electoral más impresionante de la historia mexicana.

En la hazaña de ser el partido más joven y con el ascenso más vertiginoso reside también buena parte de lo que estamos viendo.

El triunfo como partido político no se puede entender sin su complemento, esa vertiente como movimiento social que aglutinó a las más diversas corrientes y personalidades, desde aquellas con la más reconocida autoridad moral, política, académica, hasta otros francamente impresentables pero que ayudaron al triunfo electoral de 2018.

Hasta el momento van 13 renuncias en el gabinete legal y ampliado del presidente, tres de ellas las más relevantes: Josefa González Blanco, de Semarnat, que no pudo sucumbir a los encantos del poder y ordenó detener la nave de una aerolínea comercial, porque llegó retrasada al aeropuerto; Germán Martínez, ex dirigente nacional del PAN y uno de los más fieros críticos de López Obrador en sus tiempos blanquiazules, renunció a la dirección del IMSS. Y ayer, el secretario de Hacienda, Carlos Urzúa aventó el arpa de la 4T con una carta demoledora.

La renuncia de Urzúa, pero sobre todo los motivos para explicar la misma provocaron una sacudida muy fuerte que hizo caer la Bolsa Mexicana de Valores y puso a temblar al peso frente al dólar, aunque al final de la jornada el saldo no fue tan trágico.

El presidente reaccionó rápido y en menos de una hora nombró como sustituto de Urzúa al subsecretario de Hacienda, Arturo Herrera, el mismo que alguna vez declaró la inviabilidad de la refinería de Dos Bocas y el que propuso federalizar la tenencia.

La presentación a través de un video mostró al nuevo secretario con un rostro acongojado y nervioso, estresado según el análisis de expresión corporal en el que alguien contó hasta el número de parpadeos (60 por minuto, cuando lo normal son 25).

Es claro que en el ánimo de los mexicanos, analistas y no, quedó la impresión de que la solidez de la economía mexicana podría no ser tan firme como se dice y las decisiones presidenciales no contribuyen a ahuyentar el nerviosismo de los mercados.

Entre las cartas de Martínez y Urzúa hay algunas similitudes que dibujan el tamaño del problema en la aún novel administración federal: personajes que llegan por recomendación y nepotismo, sin acreditar experiencia ni capacidad, pero sí incondicionalidad política; injerencia de los mismos en políticas públicas de gran calado, y una sobre ideologización del ejercicio de gobierno.

Al parecer estamos frente a una decantación de ese gran movimiento social que llevo a López Obrador a Palacio Nacional, una especie de purga stalinista en la que sólo quedarán vigentes aquellos que asuman el obradorismo como una profesión de fe; la palabra de Obrador como única verdad y estén dispuestos a cruzarse las cartucheras para acabar de una vez y para siempre con el pasado neoliberal y su ejército de fifís y conservadores.

Es muy sintomático el discurso de los principales ideólogos de la 4T que inmediatamente crucificaron al ex secretario de Hacienda, como en su momento lo hicieron con Germán Martínez: está bien que se vayan porque eran un freno a la cuarta transformación, que requiere deshacerse de todo resabio de neoliberalismo.

Si esa lógica persiste, el siguiente en abandonar el barco podría ser el jefe de la Oficina del Ejecutivo, el empresario Alfonso Romo, al que por cierto ubican como el principal destinatario de la carta de Urzúa, cuando alude a personajes influyentes con conflictos de interés”.

Romo está muy lejos de ser considerado un hombre de izquierda y antes bien emblematiza esa extraña simbiosis ideológica que causa escozor en los mismos que ayer crucificaron a Urzúa por neoliberal, y que no dudarían un instante en hacer lo mismo con el empresario regiomontano.

Si bien hasta ahora hay analistas que suponen un triunfo de Romo sobre Urzúa, también lo ubican como un ave de tempestades que podría traer nuevos conflictos al interior del gabinete.

II

Y sin salirnos del tema de Morena, comienza a tomar vuelo la sucesión en la dirigencia estatal, un proceso que se llevará a cabo en noviembre próximo y donde hasta hoy se ha manejado el nombre de Antonio Gallardo como probable relevo de Jacobo Mendoza.

Sin embargo, ya corren fuertes rumores de que un grupo de importante peso político en la entidad se encuentra empujando a favor de la candidatura del actual secretario del Ayuntamiento de Hermosillo, Alfredo Gómez Sarabia, lo que vendría a ponerle más sazón a este proceso.

Alfredo Gómez tiene una militancia política que comenzó en Morena, algo que no muchos pueden presumir en ese partido que se nutrió de cuadros provenientes del PRI, PAN, PRD y otras agrupaciones políticas.

Se le ubica como gente muy cercana a Alfonso Durazo y al senador Arturo Bours; desde la secretaría del Ayuntamiento ha mostrado buena mano izquierda en el manejo de conflictos, tanto hacia dentro de la administración municipal (con el sindicato, con los tirabichis y los bomberos, por citar algunos), y hacia fuera.

De confirmarse esta versión, la contienda se pondrá más que interesante, porque aún falta tiempo y no se descarte que otros levanten la mano.

III

En medio de las intensidades de un martes convulso, casi pasa desapercibida la denuncia de ex trabajadores ferrocarrileros a quienes la FGR envió una orden de presentación, justo cuando se encontraban en el edificio de la secretaría de Gobernación negociando sus demandas.

Estos extrabajadores, todos de la tercera edad, en condiciones de pobreza y varios de ellos enfermos y sin seguridad social concluyeron su relación laboral con Ferrocarriles Nacionales de México, misma que los dejó sin la liquidación ni pensión correspondiente.

Como medida de presión, los ex ferrocarrileros tomaron las vías del tren en Nogales y Empalme hace un par de semanas; plantón que levantaron luego de que el gobierno federal, a instancias del gobierno estatal como mediador, se comprometió a atender sus demandas, que por cierto fueron validadas por la SCJN al negar a la empresa el amparo solicitado.

El Sistema de Administración de Bienes Asegurados es el órgano liquidador de Ferronales y como tal, la instancia encargada de pagar las pensiones jubilatorias reclamadas, pero decidió no pagarlas y en cambio, la FGR les giró una orden de presentación que los hace temer por su integridad.

El primer compromiso del gobierno federal fue comenzar el pago de dichas jubilaciones en el mes de julio, pero ayer argumentaron que no estaban autorizados para pagar, pues hasta el 30 de julio les otorgarían la suficiencia presupuestaria para iniciar las liquidaciones.

Se trata de 207 ex trabajadores cuyas familias dependen de esos ingresos y que están viviendo en la desesperación y la incertidumbre, agravada ahora por una orden de presentación.

Ante esto, han convocado a una nueva asamblea general para decidir si regresan a la toma de vías hasta que el laudo sea cumplido.

Esta es otra asignatura pendiente de la 4T, pero por lo visto, no una de sus prioridades, menos en estos momentos cuando se les anda incendiando la pradera.

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