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No vaciló ni un segundo el director de Agua de Hermosillo cuando se le preguntó si, a partir del diagnóstico de la paramunicipal -nada halagador, por cierto- que recién había expuesto ante un grupo de periodistas, la actual administración estaba coqueteando con la idea de incrementar las tarifas de agua.

“No”, atajo Alfredo Gómez Sarabia, hasta hace un par de semanas secretario del Ayuntamiento de Hermosillo, y quien llega a administrar el organismo operador, un trabajo acaso más acorde con su perfil de hombre forjado en la iniciativa privada, con una maestría en ingeniería económica y como catedrático en materia de finanzas.

Apoyado en su equipo de colaboradores, hizo una exposición del estado en que se encuentra la paramunicipal, comenzando con un dato que hemos venido escuchando desde hace 30 años en los que han pasado por el ayuntamiento administraciones de todo signo partidista.

Del total de agua que se ingresa a la red en la ciudad sólo se factura el 42 por ciento, básicamente por la enorme cantidad que se desperdicia en fugas, y se paga sólo el 36 por ciento por otra serie de factores como casas abandonadas, tomas clandestinas y no pocos usuarios morosos.

Así, la cartera vencida del organismo ronda los mil 200 millones de pesos, aunque esa cifra es engañosa, pues considera adeudos históricos en lotes baldíos y casas abandonadas que acumulan decenas si no es que cientos de miles de pesos a lo largo de muchos años, y que son incobrables.

De hecho, anunció que una de las medidas que se tomarán en breve es la de borrar adeudos a todas esas casas en estado de abandono, que serán rematadas por Infonavit, para una especia de borrón y cuenta nueva.

La paramunicipal requiere cirugía mayor, optimizar todos los procesos administrativos y operativos, fortalecer la política de comunicación y cultura del agua, subsanar el déficit de medidores (superior a los cien mil) así como un replanteamiento en la relación con el sindicato de empleados, a quienes adelantó, comenzarán a reducirse las horas extra, que representan una enorme sangría a las finanzas del organismo.

Por otro lado, están las obras para garantizar el abasto permanente en el sector norte de la ciudad, donde se sigue teniendo problemas. Particularmente se refirió al acuaférico, un proyecto que pronto será anunciado por la alcaldesa Célida López.

No es menor la tarea que tiene frente a sí Gómez Sarabia, aunque subrayó que tiene con qué hacer frente a esos retos, para comenzar a sentar las bases, ahora sí, de un organismo eficiente y eficaz, sano financieramente.

II

Otras cinco ejecuciones en Sonora tan sólo el día de ayer, dos de ellas en Hermosillo. También sonó el ejecutómetro en Guaymas, Empalme y Ciudad Obregón, casi en el momento en que rendía protesta como nuevo secretario de Seguridad Pública, teniente coronel Jorge Manuel Solís Casanova.

Los mandos militares en los municipios más conflictivos en materia de seguridad pública no han hecho que amaine la ola violenta. En Empalme hubo una masacre recientemente y en Hermosillo ya suman 45 asesinados en lo que va del mes, y eso que fue el primer municipio donde asumió el general Gilberto Landeros, y si bien no todos han caído en sus dos semanas al frente de la corporación, al menos la mitad de esa cifra récord corresponde a su periodo.

El gobierno estatal acaba de entregar 100 vehículos equipados para reforzar el trabajo de la PESP y 52 más para otros municipios; reuniones y mesas de seguridad van y vienen; se sigue avanzando en tareas de coordinación entre los tres niveles de gobierno y nada parece incidir para una baja en los índices de criminalidad, señaladamente los relacionados con el accionar del crimen organizado.

Este es el escenario que encontrará el próximo lunes el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador cuando llegue a Hermosillo para cubrir una agenda que incluye la edición matutina de sus ruedas de prensa cotidianas.

Si bien el propio presidente ha reconocido que Sonora no se encuentra entre los estados con mayores problemas de inseguridad, no es posible acostumbrarse a que la metralla forme parte de la vida cotidiana de los sonorenses. Ayer leía el testimonio de una ciudadana que en Ciudad Obregón fue despertada de su siesta a media tarde, por las detonaciones que dejaron a un hombre muerto muy cerca de su casa.

Ojalá el presidente no venga a repetir su exhorto a los criminales para que ya se porten bien y dejen de estar causando daño a la gente, o a burlarse del “Comandante Borolas”, un hallazgo humorístico que resultaría muy cómico si las calles no se estuvieran llenando de sangre en estos días.

III

Con todo y esto, es impresionante el nivel de aceptación que tiene entre los mexicanos el presidente, a dos meses de cumplir su primer año. 

La encuesta publicada por El Universal muestra que un 74 por ciento de los mexicanos votarían, si la consulta para la revocación de mandato fuera hoy, por que Andrés Manuel siga en la presidencia. Y el resultado es notable sobre todo porque El Universal se encuentra entre los medios que han mantenido una línea crítica hacia el presidente y su gobierno.

Pero llama la atención también que el apoyo es hacia la figura presidencial, no tanto hacia algunos de sus programas más polémicos, como el de apoyo a migrantes, sus políticas de salud, combate a la pobreza (desigualdad), y hay un 74 por ciento de mexicanos que no ha percibido mejoría en sus ingresos ni en su calidad de vida.

¿Qué rara coincidencia, verdad? El mismo porcentaje de gente que votaría por él en la consulta, considera que no ha habido mejorías. Este es un buen tema para los especialistas en sicología política.

Apenas en el despacho de ayer, sin conocer la encuesta citada comentábamos que, pese a los casos de corrupción, la crisis de seguridad pública o el caso Bartlett, el tema de los niños sin medicina para el cáncer (ya se registró una víctima fatal), el presidente sigue con niveles muy altos de aceptación, no así sus subalternos, funcionarios y dirigentes partidistas.

Un caso para la araña.

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