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La marcha contra las políticas del gobierno federal realizada ayer en varias ciudades del país, no le movió un pelo a su titular Andrés Manuel López Obrador.

 

En un ejercicio de contraste, la convocatoria no tuvo nada que ver con las grandes movilizaciones que durante casi dos décadas fueron construyendo esa base social de los famosos 30 millones de votos que llevaron al tabasqueño a Palacio Nacional como el presidente de mayor legitimidad en la historia.

 

Pretender que esa base social se mantiene intacta, sin embargo luce como un despropósito. El ejercicio de gobierno desgasta y, aunque apenas van cinco meses y pareciera demasiado temprano para afirmar que la popularidad del régimen va en picada, las movilizaciones como las de ayer no deberían subestimarse, pues si bien es cierto fueron poco nutridas, no hay que perder de vista que crecieron respecto a un par de ellas convocadas meses atrás y que resultaron francamente escuálidas.

 

No hay punto de comparación entre las grandes manifestaciones que derivaron en la integración de un movimiento nacional que llevó a Andrés Manuel a la presidencia, y las marchas convocadas por una oposición desarticulada, que todavía no atina a recordar las placas del tráiler que los atropelló el pasado 1 de julio.

 

Agregaríase que los convocantes están lejos, pero muy lejos de representar liderazgos que conciten la presencia masiva en las calles. Vicente Fox y Felipe Calderón, por citar a un par de ellos, representan opciones bastante impresentables de una derecha que ya tuvo oportunidad de gobernar y la mejor valoración de sus ejercicios la tuvo el pueblo en las urnas.

 

Del priismo no se supo que hubiera personajes destacados convocando a las manifestaciones y quizás se deba a que ese partido quedó tan grogui que no le alcanza ni para eso. Antes bien, parecería que en ciertas propuestas legislativas prefiere marchar al lado de Morena en las cámaras, mientras trata de reorganizarse.

 

Ahora bien, hay temas candentes en la agenda nacional sobre los que el gobierno federal parece ir de yerro en yerro. Indicadores que comienzan a perfilar un horizonte borrascoso en materia de economía y seguridad pública, sobre todo, pero también en los rubros de salud y educación donde si bien no aparece el apocalipsis vaticinado por la oposición, tampoco se vislumbra el paraíso prometido por el partido gobernante.

 

El verdadero enemigo del presidente no parece estar en las calles o en liderazgos de dudosa reputación y escaso consenso.

 

La credibilidad del nuevo gobierno tiene en sus propios personeros, inflamados de la arrogancia por el espectacular triunfo y una suficiencia que en ocasiones no sabe de generosidades y sí de automáticas descalificaciones, su principal amenaza.

 

Sonora puede ser el ejemplo más a la mano. La sorpresiva victoria de un partido que tres años antes estuvo por debajo de la franja de la marginalidad, puso en manos de improvisados y novatos las graves responsabilidades de la gobernabilidad. Los que acreditan experiencia, además, provienen de otros partidos y traen consigo la carga de su formación política, sus filias y sus fobias.

 

Los efectos de ello ya comienzan a acusar ambiciones que se traducen en conflictos internos, y eso que todavía no comienzan las precampañas donde seguramente aflorarán los más bajos instintos.

 

En el despacho anterior, por ejemplo, mencionábamos la solicitud del alcalde de Cajeme, Sergio Pablo Mariscal Alvarado, de un crédito de 34 millones para obras de pavimentación, bacheo y recarpeteo, algo que urge antes de que comience la temporada de lluvias y las vialidades terminen de colapsarse.

 

La primera reacción en contra de tal solicitud provino de la coordinadora parlamentaria de Morena, Ernestina Castro quien adelantó un voto en contra bajo el argumento de que el endeudamiento no es parte de la cuarta transformación.

 

En los gobiernos locales es donde se manifiestan las primeras muestras del desencanto. Los casos de Navojoa y Guaymas son emblemáticos pero no los únicos.

 

 

En el Ayuntamiento de Hermosillo, la alcaldesa Célida López (que en su momento solicitó la destitución de Ernestina de la coordinación parlamentaria tras el “perdón” al ex alcalde Maloro Acosta) ha tenido que sacar la mano dura para librarse de personajes que amenazan la estabilidad de su gobierno, desde dentro.

 

El primero que cayó, prácticamente en el primer mes, fue Alejandro Moreno, director de Inspección y Vigilancia a quien sorprendieron en malas prácticas. Su director del Deporte y la Juventud enfrenta graves acusaciones de acoso y discriminación; su secretaria técnica tuvo que ser cesada fulminantemente tras filtrarse un audio en el que hablaba pestes de la alcaldesa.

 

Y más recientemente, tuvo que cesar a una inspectora de Protección Civil, Gabriela Mazón Tabanico que hoy trae una campaña contra la directora de esa dependencia, Santa Aguilar.

 

El puesto de Gabriela Mazón era de confianza, lo que significa que está a disposición de sus superiores en el momento en que lo consideren necesario. Hoy se queja de que le “pidieron la bola” para sustituirla con alguien más afín a la alcaldesa, pero según ha trascendido no cumple con el perfil para el cargo, ya que no acredita experiencia en supervisión de riesgos estructurales, geológicos, hidrometeorológicos y químicos.

 

Hace poco le encomendaron trabajos relacionados con los operativos de Semana Santa, pero la señora se fue a Las Vegas. Actitudes como esa, o la de no presentarse a laborar en horarios extra si no había una compensación adicional, o la de realizar a escondidas un examen para aplicar como bombera (el salario es más atractivo, de unos 30 mil pesos mensuales), motivaron la pérdida de confianza y el consecuente despido. Por cierto, dichos exámenes (sicométricos, psicológicos, resistencia, primeros auxilios, teoría del fuego, entre otros, no los aprobó).

 

La versión de Mazón Tabanico, por su parte, es que el gobierno municipal le pidió la plaza para dársela a un incondicional, lo cual anticipa una serie de episodios de choque en el que ya pasaron lista de presente otros empleados municipales.

 

Para cerrar, la marcha antipeje convocada en Hermosillo convocó apenas a una cincuentena de manifestantes, lo cual confirma que la legitimidad de los gobiernos de Morena no está amenazada desde fuera, tanto como desde adentro. Ojo con eso.

 

II

 

Y las comparaciones, suele decirse, son odiosas. Pero a veces imprescindibles. Hace unos días la empresa Massive Caller publicó una encuesta para medir la confianza ciudadana en los gobernadores, preguntando a quién de ellos el ciudadano le confiaría las llaves de su casa si tuviera que ausentarse por varios días.

 

La gobernadora Claudia Pavlovich apareció en primer lugar.

 

Este fin de semana, la empresa Arias Consultores reveló los resultados de un ejercicio demoscópico para medir el desempeño de los gobernadores y entre los mejor calificados y que más lugares avanzó, apareció de nuevo la sonorense.

 

Claudia Pavlovich pasó del lugar 17 al 6, quedando sólo por debajo de sus homólogos de Sinaloa, Tamaulipas, Yucatán, Chiapas y Querétaro. Y aquí hay que considerar que todos ellos tienen menos tiempo gobernando, es decir y a propósito de lo que mencionábamos líneas arriba sobre el desgaste del bono democrático, la medición le resulta muy favorable a la gobernadora de Sonora.

 

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Fotos: Bruno Cortés

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