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La súbita reaparición del ex alcalde Manuel Ignacio Acosta, acusando en un video a todas luces apresurado a Luis Fernando Heras Portillo de estar detrás de la promoción del juicio político en su contra, señalándolo además como autor de amenazas e intento de extorsión hacia su persona, no es un tema menor en el acontecer político sonorense.

De hecho, es un capítulo inédito que presupone una fisura importante, si no es que una ruptura en ciernes al interior de ese poderosísimo grupo político-empresarial que comenzó su consolidación en la década de los 90 y desde entonces es referencia obligada, indispensable para entender el devenir de la política y el gobierno en Sonora, y en algunos de sus municipios más importantes, señaladamente la capital, Hermosillo.

La cabeza de este grupo es, inobjetablemente el ex gobernador Manlio Fabio Beltrones, quien tiene en Ricardo Mazón Lizárraga al hombre de todas sus confianzas. Habilidoso, sagaz y de una inteligencia sobresaliente para los negocios y la política, Mazón ha forjado su propia leyenda y con frecuencia suele decirse que su oficina en el séptimo piso del edificio que tiene en el Vado del Río siempre tiene más antesala que algunas oficinas de Palacio de Gobierno.

Su influencia en las últimas tres décadas sobre las decisiones que se toman en el PRI ha sido fundamental en el devenir de ese partido, y de manera especial en lo que se refiere a la designación de candidaturas. A su sombra han crecido decenas, si no es que cientos de hombres y mujeres que han ocupado cargos públicos y de dirección partidista. Y esa influencia, de acuerdo con la leyenda urbana, rebasa las siglas del tricolor y alcanza a muchos personajes de otros partidos políticos.

Nunca ha mostrado interés de ocupar él mismo un cargo público o de dirección partidista, pues parece sentirse más cómodo operando todo desde su posición de poder, desde un bajo perfil, si es que cabe la expresión para describir a un hombre que no suele protagonizar en medios de comunicación, pero que le entiende mucho al tema.

Hace apenas unas semanas, apareció por primera vez en una mesa de periodistas y entre otras cosas anunció que prácticamente se retiraba de los asuntos propios de la política electoral, el apoyo a candidaturas y demás.

Luis Fernando Heras Portillo es parte del mismo equipo. Aunque con un perfil aún más bajo, ambos han sabido tejer, con los años, una poderosa red de relaciones políticas y empresariales que les ha permitido consolidar sus negocios, con independencia del partido que se encuentre en el gobierno, ya sea federal, estatal o municipal.

A ellos se deben muchas carreras políticas. Muchas. Incluyendo la del ex alcalde Maloro Acosta, que ayer sorprendió al difundir el citado video, en el que arremete contra Heras Portillo, sugiriendo que la demanda de juicio político en su contra tiene en ese empresario al autor intelectual. Va más allá: lo acusa de haberlo amenazado con destruir su carrera política y de intentar extorsionarlo.

El motivo, sostiene el Maloro, es que Heras Portillo perdió la licitación del servicio de alumbrado público, un negocio multimillonario que actualmente opera la empresa ConLuzHMO.

El video del Maloro aparece un día después de que la contralora municipal, Patricia Arguelles acudió al Congreso del Estado a ratificar una demanda de juicio político contra el ex alcalde.

Demanda que por cierto no parece tener destino cierto, toda vez que se finca en una presunta malversación de fondos federales por poco más de seis millones de pesos, pero que corresponden al ejercicio presupuestal de la administración que encabezó Alejandro López Caballero y no el Maloro.

Por eso resulta doblemente extraño que Acosta Gutiérrez se lance con todo contra Heras Portillo, sobre todo considerando que hasta la pasada campaña electoral, cuando el ex alcalde acompañó como segundo en la fórmula al senado a Sylvana Beltrones, todos trabajaron en equipo y, hasta donde se tienen reportes, no entraron en conflicto.

A menos, claro, que se dé crédito a versiones en el sentido de que la candidatura al senado la buscó por su cuenta el Maloro, negociando directamente con Jorge Carlos Ramírez Marín y dejando en el camino a otros aspirantes, lo cual abriría una primera línea de distanciamiento con el grupo que prácticamente forjó la carrera del ex alcalde.

Lo cierto es que este choque llega en un momento crítico e involucra no sólo a personajes del PRI, sino de la actual administración municipal morenista que encabeza Célida López, teniendo como telón de fondo la licitación del servicio de alumbrado público, un tema espinosísimo a propósito del cual la propia alcaldesa reveló al inicio de su administración, que intentó ser sobornada con 50 millones de pesos para dejar las cosas como estaban una vez que la licitación ya había sido otorgada.

En esos momentos, Célida López apuntó sus baterías contra Ricardo Mazón, pero después de algunas semanas los ánimos se calmaron y la relación entre ambos personajes marchó por el pavimentado camino de la concordia. Hasta un camión recolector de basura donó el Grupo Mazón al ayuntamiento el pasado 23 de febrero, y la alcaldesa declaró que en el tema del alumbrado público, no había encontrado indicios de que estuviera involucrado el poderoso empresario hermosillense.

¿Qué fue lo que sucedió en estos últimos días para que el Maloro se le fuera a la yugular a Heras Portillo? Sólo ellos lo saben.

Pero lo que es un hecho es que estamos asistiendo a un desencuentro que podría ser de dimensiones épicas en ese grupo que hasta ayer había mantenido la unidad a toda costa. O al menos, sus diferencias no habían trascendido al ámbito de lo público con la crudeza que proyectan los dichos del ex alcalde.

Y el tema no es menor, decíamos al principio, porque la talla de los personajes involucrados, sus historias y lo que representan en la vida pública estarían perfilando un pleito en el lodo, donde hasta algunos espectadores más lejanos podrían salir salpicados.

Y lo cierto también, es que en la cadena de personajes y acontecimientos que integran esta historia, el Maloro es el que aparece como el eslabón más débil, a menos que traiga en las carrilleras suficientes tiros, porque del otro lado, si es como lo plantea, es difícil creer que no tengan un arsenal bastante nutrido.

Y si los priistas quedaron, tras la elección del año pasado, en franca posición de debilidad, desde los palcos de Morena, el PAN y cualesquier otra fuerza política con intenciones de darles el tiro de gracia, se frotan las manos para que continúe el fuego amigo.

Como sea, hay que ir por sodas y palomitas, porque esto apenas comienza y, todo parece indicar, ya se soltaron los demonios.

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