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Ayuntamiento de Cajeme y Ugocp, rindieron honores a la figura rebelde y justiciera del general Emiliano Zapata, a cien años de su asesinato.- Recordar al Caudillo del Sur, en tiempos cuando la izquierda parece que pacta con la derecha, es soplar sobre las brasas de la injusticia 

Bernardo Elenes Habas

Emotivo acto recordatorio del 100 aniversario de la traición y asesinato contra el general Emiliano Zapata, organizado por la dirección de Acción Cívica Municipal a cargo del profesor Fernando González Meza, coordinadamente con la Ugocp.

thumbnail_Zapata guardia de honor (1)Rescatar al Caudillo del Sur, en tiempos cuando parece ser que la izquierda pacta con la derecha y convierten en polvo sus ideales de “La tierra es para quien la trabaja”, reanima y pone en pie de lucha la memoria de los humildes, los desposeídos y abandonados de toda la vida.

Los que solamente se vuelven presentes en los discursos de los políticos ante circunstancias de remembranza, pero que no intuyen que soplan, nuevamente, con el viento del sur y del alma, sobre rescoldos que aún perviven, esencialmente donde los latifundios siguen siendo una llaga en la conciencia de los campesinos humildes, los que dejan su sombra, sus esfuerzos, sus sueños y sus vida sobre el surco. Esos mismos campesinos que siguen siendo traicionados por los Jesús Guajardo que se multiplican en el tiempo y en la historia.

Ahí, presente, entre otros funcionarios, mi amigo y compañero de mil batallas, el secretario del Ayuntamiento Ascensión López Durán, quien tuvo la gentileza de acercarse al reportero para darle la información que le había pedido del nombre de Guajardo, el judas de Zapata, quien se me había extraviado en la memoria: Jesús María Guajardo, me dijo.

Emotivo y vibrante el discurso de Miguel Ángel Castro Cosío, pero quien tuvo una contraparte de su misma estaCápsula del tiempotura con la pieza oratoria del alcalde Sergio Pablo Mariscal Alvarado, que también habló alto y claro desde el corazón del Valle del Yaqui, abierto a la justicia social en el campo, por el campo y por quienes le dan vida sembrando, recogiendo la cosecha, manejando tractores, echando la semilla, pero que continúan siendo dueños de las penas, porque las tierritas y ganancias millonarias son ajenas…

Al final, los textos de ambos oradores, junto con un espléndido dibujo a pluma del general Zapata, surgido de la capacidad y calidad artística del cajemense Alfredo Acedo Félix, fueron encapsulados en el tiempo y colocados al pie del monumento al caudillo en las calles Michoacán e Ignacio Ramírez, para que, dentro  de 30 años, sean rescatados y leídos por las nuevas generaciones. (Ahí estaremos, dijo el maestro de ceremonias Panchito Pérez Díaz).

Significativa la Danza del Venado Mayo, con una plástica excepcional interpretada por el niño Javier Antonio González, de la escuela primaria 19 de Noviembre de Pueblo Yaqui, acompañado por las percusiones y cánticos del grupo Mazo Sewa; notoria la declamación del corrido del General Zapata por Jair Castro, y el bello acompañamiento a la guitarra con un fondo lleno de sol y de campiña, por el profesor Carlos Alberto González Berlanga, quien fuera integrante del aquel Grupo Siglo XX que forjamos en los 70, y a través del cual nos manifestábamos, cantores, poetas, danzantes, actores, músicos, con la rebeldía de la juventud en contra de la represión, los malos gobiernos, la corrupción y los apetitos feroces de los políticos thumbnail_Carlos Albertoque son tan incongruentes que llegan a faltarle al respeto hasta a los de su mismo barco, por sueños negros de poder.

Saludé a Carlos Alberto, quien me vio ahora con los ojos de su alma, y a quien le sigo profesando admiración, como lo hicieran Jesús Antonio Salgado, Daniel Delgado Saldívar, Rigoberto Badilla, Ricardo Nieblas, Ramón Cruz, María Gloria Carbajal, Luis Alfonso Valenzuela Segura, José Manuel Franco, Antonio Fonseca, Horacio Soto Valencia (ahí mismo, en el ceremonial, me informó un familiar de él que su señora madre, María Luisa Valencia, había muerto recientemente a los 96 años de edad; lo lamenté profundamente porque Lacho es mi hermano, y porque, a pesar de ser comunicador no capté ese hecho en tiempo).

Le envío mi abrazo solidario a Lacho y su familia, quien posee un espíritu grande y noble que lo hace sobreponerse a los designios del Señor.

Le saludo, lector.

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