Crónicas para la historia (11).- “La rebelión de intereses”, registrada recientemente al interior del PRI en Cajeme, protagonizada por Abel Murrieta y Ricardo Bours, no tiene semejanza con el “Movimiento Contrerista” de hace 60 años
Bernardo Elenes Habas
La historia suele repetirse en las comunidades. A veces con escenarios parecidos. Otras, con pasajes 
marcando antítesis; contrastes, pues.
Es este el caso del llamado “Movimiento Contrerista”, protagonizado en Cajeme el año de 1958, inicialmente al interior del Partido Revolucionario Institucional (PRI), cuando sus grupos dominantes –agricultores y empresarios-, acostumbrados a definir candidaturas, planillas y fórmulas durante los procesos electorales, sufrieron un notorio y fuerte revés al interior primero del instituto político; luego al exterior, con la suma de voluntades y conciencias del pueblo de Cajeme.
Rafael Contreras Monteón –El Buqui-, quien había sido diputado federal por el PRI, y anhelaba, junto a su grupo incrustado en la CTM, alcanzar la candidatura por la
Presidencia Municipal en esos días ejercida por René Gándara (1955-1958), se perfilaba con su fuerte raíz popular y campesina como el abanderado natural del tricolor; pero los productores agrícolas, con su poderío innegable y la tradición de mando en el tejido priísta y sectores económicos preponderantes del Municipio, tenían su agenda política elaborada con Gabriel Gallegos Campoy a la cabeza.
El pacto del Buqui
Por eso, cuando se generó el primer jaloneo desde la CTM a favor de Rafael Contreras, el tejido directivo del PRI se puso en alerta, presintiendo que algo podría desestabilizar sus proyectos. Elaborando, en consecuencia, un plan B.
Así, llamaron al Buqui junto con algunos de sus colaboradores para hacerlo desistir de su empeño, comprometiéndose a que no sería Gallegos Campoy el candidato.
Contreras Monteón aceptó retirar sus pretensiones, y los notables del PRI cumplieron.
Efectivamente, apagaron el sueño de Gallegos Campoy quien ya se veía como presidente municipal, considerando que hace 60 años el sólo hecho de abanderar al PRI era triunfo seguro. Y nombraron candidato a Gilberto Oroz Valenzuela. La oposición carecía de fortaleza, representada entonces por el Partido Popular Socialista, desde cuyas siglas compitió en tan memorable jornada, el doctor Rafael A. Ramos, fundador del desaparecido Sanatorio Ramos.
Crean el PDC en Cajeme
Pero el pacto contraído por el Buqui no fue del agrado de sus seguidores, los más auténticos y comprometidos con sus
raíces de pueblo, quienes prácticamente lo obligaron a retomar sus banderas, gestionando la creación de un nuevo partido municipal, al que denominaron Partido Democrático de Cajeme (PDC), que registró a Contreras, lo puso en las boletas, y tras una campaña impresionante (así me lo comentaban, hace años, varios personajes que vivieron ese trayecto, entre ellos Bartolomé Delgado de León, Miguel Mexía Alvarado, José Salcido Plascencia, Leonardo Mada Vargas).
Llegó el domingo 6 de julio, día de las votaciones, con la seguridad de que el PDC postulante del Buqui, arrasaría. Y así fue. Tal como lo expresan Bartolomé Delgado de León y Miguel Mexía Alvarado en sus crónicas testimoniales de los libros “Y dígalo que yo lo dije” y “Cajeme de ayer”.
Pero el PRI, sus operadores, abrieron una brecha en beneficio de sus intereses. Provocaron la ira ciudadana con urnas previamente cargadas de votos, lo que desató la violencia popular. El Ejército y la Policía resguardaban el proceso. Y un soldado asesinó de un balazo en la casilla número 10, establecida frente al legendario Hotel Kuraica, por la calle 5 de febrero, a Pascual Acuña Gallegos.
Esas circunstancias dieron pie a que el Congreso del Estado atrajera la elección, declarando, finalmente, nulo el proceso. Nombrando, en consecuencia, un Consejo Municipal.
Es decir, ganó el PRI, perdieron Rafael Contreras Monteón y el pueblo de Cajeme.
La rebelión fallida
Sin duda, fue ese episodio político-electoral, un movimiento trascendente. Legitimado por el pueblo de Cajeme y con la participación de líderes congruentes, de carne y hueso, que solían trabajar a ras de tierra.
Algo muy diferente y contrastante a la “rebelión de intereses” que asomó en el proceso interno del PRI en 2018. Leve llama que no se convirtió en el incendio que sus impulsores esperaban, a través del combustible arrojado con las denuncias de quien fuera precandidato a la alcaldía, Abel Murrieta Gutiérrez y sus auspiciadores capitaneados por Ricardo Bours, con la suma de un grupo de agricultores.
De esa rebelión fallida, se deslindaron en su momento la Cámara de Comercio local, asimismo el Movimiento Ciudadano por el Agua, aclarándoles a los protagonistas, que dicho organismo no es una extensión del PRI y de ningún partido, porque en su seno se conjugan ciudadanos y ciudadanas de todas las siglas e ideologías, y sin ellas.
La presente crónica, por supuesto, no concluye con la nominación de Emeterio Ochoa Bazúa, como candidato del PRI el domingo 11 de marzo en la convención de delegados, sino el 1 de julio, cuando la ciudadanía con partido y sin él, acuda a las urnas para elegir de entre el PRI, PAN, MC, Morena, MAS e independientes, a sus representantes populares.
Una importante precisión puede, hoy, consignarse para la microhistoria de Cajeme: Que los hechos vividos y protagonizados recientemente por agricultores y empresarios enfrentados a su partido, el PRI, no se parecen, en nada, a la rebelión del pueblo de Cajeme en 1958.
(Fotos de los libros Cajeme de Ayer, Miguel Mexía Alvarado; Retrospectiva de Cajeme, Sergio Anaya, archivo de BEH. No.1.- Casilla 10, frente al hotel Kuraica, 1958. No. 2.- Movimiento Contrerista en su apogeo.- No. 3.- Aspecto del PRI durante el proceso de registro interno, febrero 20 2018.- 4.- Documentos de renuncia de Abel Murrieta al PRI.- Desistimiento de Abel Murrieta a impugnación del proceso).
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