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La Sala de Cabildo de Cajeme, se llenó de luz con los niños.- En ese espacio, permeado a veces por pasiones, ambiciones y revanchismos, los pequeños fueron a enseñar a los adultos, no a aprender las malas artes de la política.- Crónicas para la historia (No. 74).

Bernardo Elenes Habas

La Sala de Cabildo del Ayuntamiento de Cajeme, se llenó de luz.

Ese espacio, algunas veces permeado por

Cabildo Infantil 12

pasiones políticas, revanchismos y ambiciones extremas, recibió la voz, la inteligencia, el pensamiento, la alta dignidad de 41 estudiantes de primaria, quienes conformaron un sincero y transparente cuerpo colegiado infantil y de funcionarios de primer nivel, que rigió los destinos del municipio por un día.

Antes de las 9:00 horas, estaban ya los chiquillos y sus familiares en la Sala, junto con regidores y funcionarios, para abrir paso a la instalación del Cabildo Infantil 2019, como parte trascendente de la celebración del Día del Niño.

El alcalde Sergio Pablo Mariscal Alvarado, su esposa Margarita Vélez de Mariscal, presidenta del Voluntariado DIF; la síndico Elizabeth Espinoza y el secretario del Ayuntamiento, profesor Ascensión López Durán, presidieron el ceremonial inherente a la transmisión de poderes hacia los colegiales.

Se les entregaron sus respectivos nombramientos a regidores y secretarios de área, para luego rendir protesta en un acto histórico, que queda tatuado para siempre en la memoria y la inteligencia de 41 pequeños.

El alcalde Mariscal Alvara

Alcaldesa 2019 (3)

do, reconoció en su exposición, la entrega de los pequeños para cumplir con las bases de la convocatoria y ser incluidos en tan importante tejido municipal, lo que define a nuevas generaciones actuantes y brillantes que desde sus inicios sienten amor por su comunidad, porque ellos debieron aprobar un examen escrito, un concurso de oratoria y mediante los promedios de calificación obtenidos se asignaron los puestos de Presidente Municipal, Secretario del Ayuntamiento, Síndico, Regidores y funcionarios municipales.

Y ahí estaban, alzando su mano y su fe en el futuro con decisión y alegría, Alma Alejandra Villaseñor, alcaldesa; Jairo Francisco Gamboa Bernal, secretario del Ayuntamiento; Samara Kristel Cota, síndica; Sandra Sánchez, DIF; como regidores Lucía López Valdez, Karol Alise Servín de la Mora; Areth Rocío Islas Hurtado, Raúl Quintana Rascón, Armida Arvizu, Jasiel Eduardo López Valdez, Natalia Valdez Valdez, Stephany Mexía Corral, Sofía Noris Valenzuela, Xavier Arturo Marroquí Núñez, Fabio Gael Sombra Torres, Pedro Emiliano Martínez Islas, Shirley Nahomy Rosas Ruiz, Karim Quintero Andrade, Víctor Jahir Navarro Jaime, Cristina V. García.

Tengo la certeza que los pequeños no fueron a aprender a la Sala de Cabildo, sino a enseñar. A dejar testimonio de los valores que nunca deben abandonar al ser humano, como la congruencia, unidad, respeto, humildad, tolerancia y búsqueda irrenunciable de la justicia, sobre todo cuando el tejido social está plasmado de contrastes, de odios, de violencia indecible que desgasta peligrosamente la capacidad de asombro de las personas, porque la vida es degradada y arrancada con

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impunidad, en escenarios perversos de terror y barbarie.

Por eso se constituye en una innegable lección de amor, de esperanza, la que otorga la niñez de Cajeme a través de su Cabildo. Porque su visión de grandeza está puesta en el presente que les toca vivir y el futuro que sabrán construir sin dobleces, sin hipocresías, donde no se tengan que convertir en lobos del hombre para lograr ambiciones de poder económico, de poder político.

Estuve en la bella ceremonia republicana donde los niños tomaron decisiones para construir subjetiva y objetivamente en bien de Cajeme y de sus familias. Jamás para destruir. Nunca para arrojar las piedras del odio contra sus semejantes. Siempre dispuestos a creer en la fortaleza de las leyes, las que deben hacerse cumplir para bien, para edificar los cimientos del respeto, la igualdad y la solidaridad humana.

Se trató, sin duda, de un día feliz para muchos de quienes fuimos testigos de la ceremonia. Porque la sola presencia de los niños, dejaba claro que Cajeme puede ser mejor, debe ser mejor.

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