Leyes que se ejecuten, más allá de fueros.- Recuperación inmediata de bienes mal habidos por malos políticos.- Que no sean los gobiernos y el Congreso, botín de piratas.- ¿Estarán dispuestos Toño, Lety, Sylvana, Maloro, Alfonso, Lilly, Anabel, Terencio, Javier, a aceptar esos cambios?
Bernardo Elenes Habas
En marcha, las campañas federales. Asoman sus proyectos, unos con mayor intensidad y claridad; otros, 
con discursos incomprensibles -sin propuestas de cambios profundos-, para el grueso de la sociedad, Andrés Manuel López Obrador, Ricardo Anaya Cortés, José Antonio Meade Kuribreña, Margarita Zavala.
Las promociones más domésticas, para alcaldías y diputaciones locales, arrancarán a partir del 19 de mayo, para concluir el 27 de junio.
La difusión de proyectos por parte de candidatos a las dos cámaras del Congreso de la Unión, es decir, la de Diputados y Senadores, ellos prácticamente parten desde cero en las preferencias del electorado, porque éste desconoce los planteamientos que se disponen, apenas, a tratar de sembrar en la conciencia de la gente. De tal manera que los repuntes reales comenzarán a delinearse conforme trasciendan sus recorridos y los acercamientos que logren con la ciudadanía. La
acogida o rechazo a sus solicitudes vehementes de votos.
En Sonora, las fórmulas en pos del Senado, integradas por Sylvana Beltrones-Maloro Acosta, del PRI; Antonio Astiazarán-Leticia Cuesta, PAN; Alfonso Durazo-Lilly Téllez, Morena, despliegan sus estrategias buscando la aprobación de la gente con credencial de elector, que es, en realidad, quien tiene la última palabra.
Lo mismo hacen –en el caso de Cajeme- por el Distrito 06, Anabel Acosta, PRI; Terencio Valenzuela, Independiente; Javier Lamarque, Morena; el PAN no tendrá abanderado azul en el 
municipio, le corresponde a MC del Frente. Ellos verán resultados de sus siembras el 2 de julio.
Los aspirantes, de entrada, tendrán que poner los pies en la tierra. En colonias, barrios, comunidades rurales. Conectar con las familias. Demostrar su autenticidad. Su compromiso de convertirse en luchadores irrenunciables para que prevalezca la justicia social. Definir su vocación política y humana a favor de la gente.
Lo comenté hace algunos días. La propuesta hará visible a los aspirantes de todas las siglas, colores e ideologías.
Les dará presencia, dimensión y respeto ante el electorado, porque se constituirá en su carta de presentación. Hablará con verbos certeros de raíces y principios con los que comulga: Acta de identidad que les conferirá disposición a cumplir su palabra empeñada.
En un horizonte humano, donde la violencia predomina en muchos aspectos, es evidente que la sociedad no quiere que
esa marea negra contamine, también, la actividad electiva.
Se vuelve premisa que los ciudadanos en general, quisieran se rebasara fenómeno tan desgastante e inútil porque hace perder el verdadero objetivo de progreso común. Las campañas de odio se meten y carcomen el tejido social. Endurecen las conductas de los seres. Le pone agravio a las palabras, ácido al pensamiento, con el peligro de convertirse, muy pronto, en una forma de conducta aceptada.
Es, de hecho, un sentimiento, un anhelo social profundo de crecer cívicamente, que al menos en la región no ha sido evaluado, porque ni el INE ni el IEE han dado voz a las familias, a los electores, sobre cómo quisiera que se desarrollaran las campañas; dejando, las autoridades electorales, que la clase política actúe de acuerdo a conveniencias.
Y ese no es el horizonte de justicia y democracia que anhelan los padres de familia. Los trabajadores preocupados por salir adelante. Los jóvenes, hombres y mujeres que sueñan con rebasar el comportamiento y la narrativa común que prevalece de todos contra todos. De ausencia de consideración y respeto para quien piensa y actúa diferente. De linchamiento para los que se atreven a 
defender sus principios, anteponiendo el reconocimiento y el derecho que tienen los demás para proclamar sus ideas.
Los ciudadanos comunes, en realidad, ansían un horizonte de justicia social. De distribución equitativa de la riqueza. De leyes que persigan sin tregua y sin fueros a quienes incurren en corrupción. De aplicación estricta y ejemplar de los enunciados del Texto Constitucional, como el 123, sobre los idealizados salarios mínimos, que deberían ser suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe o jefa de familia; o bien, la creación de leyes estrictas, funcionales y de respuesta inmediata, para que los bienes mal habidos por representantes populares y funcionarios, sean recuperados sin recovecos ni opacidades legaloides, para bien de la sociedad en general, no como ha venido ocurriendo en los últimos tiempos, donde la impunidad se convierte en escupitajo sobre el rostro de la gente.
Los candidatos, pues, deben aceptar que la ciudadanía, el pueblo, sea el verdadero mandante no sólo durante las campañas, y que expresen e impongan los cambios que les confiera poder en contra de partidos y cofradías; porque, está históricamente comprobado, que aquellos que llegan a los cargos públicos se olvidan de sus responsabilidades, supuestamente irrenunciables, y convierten los gobiernos y el Poder Legislativo, en botín de piratas.
La ciudadanía tiene mucho que plantear, mucho que exigir con dignidad y respeto, para que lleguen los compromisos frontales y se logren los cambios sin concesiones, sin poner en subasta conciencias y votos.
¿Se atreverán a hacerlo, ante los ciudadanos a quienes, mirando a los ojos solicitarán sus votos, Sylvana, Maloro, Alfonso, Lilly, Toño, Lety, Anabel, Terencio, Javier, o buscarán imponer proyectos dictados por sus partidos y sus grupos?
Le saludo, lector.
