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No va a acabar Alito con grupos de poder.- Sería tanto como autodestruir su proyecto, porque proviene de una poderosa cofradía política.- Incluso, José Narro lo señaló como “candidato oficial”.- ¿Un PRI-Sonora, sin el cordón umbilical del CEN?

Bernardo Elenes Habas

La forma, inexorablemente se vuelve fondo, en el caso de la campaña de Alejandro Moreno Cárdena “Alito”, quien se mueve en su proselitismo por la dirigencia nacional del PRI, siguiendo al pie de la letra los viejos y enviciados cartabones de su partido.

Alito en Sonora

El triunfalismo del gobernador con licencia de Campeche y su grupo, desgranó sus evidencias, rebasando, con mucho, la promoción que realiza Ivonne Ortega, en pos de los mismos objetivos. Ella también visitó Cajeme. Sintió su sol calcinante. Corroboró lo que ya sabía: que ésta sigue siendo tierra de caciques.

Alito cuida sus conceptos. Él y su equipo –donde se incrustan algunos sonorenses-, saben que el tejido político de la entidad, es terreno minado. Por ello la importancia de medir cada paso, para no descarrilar en conflictos internos antes del 11 de agosto, día de la elección.

Y, uno de los detalles en que tuvo cuidado, precisamente, fue el de dar la impresión de unidad. Era urgente esa figura, sin importar su calidad de metáfora. Por eso la presencia de amigos reales, pero también de seguidores por conveniencia.

Ivonne y Pepe Alfaro

En Sonora, por razones de definición y sentido de lealtad y pertenencia de los grupos y su poderío, podría no ganar Alito las elecciones del mes próximo, aunque eso no signifique un impedimento para su propósito central de convertirse en presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI.

Pero esa derrota, en el terruño gobernado por Claudia Pavlovich, sí representaría una señal dura, fuerte, indicando que tendría en Sonora y en su clase priísta,  oposición para sus proyectos futuros de líder del CEN, los que emanarán, ciertamente, del núcleo político de donde proviene, quienes, desde ahora, comienzan a construir los caminos que los lleve al 2024, con el relevo de mando en la silla del águila.

No va a acabar el candidato, con los reyes de las plurinominales, como lo expresó en tierra yaqui. Tampoco va a poner punto final a la designación de aspirantes a cargos de representación popular desde la conjugación de conveniencias y arreglos en las cúpulas, porque estaría negando su propia esencia: Él, Alejandro Moreno Cárdenas, proviene de un poderoso grupo que ha comenzado a tejer su estructura para incrustarse, como un primer paso, en los tiempos y circunstancias dictadas por quienes tienen el poder y el mando en el país, y desde ahí, en su momento, sacar ganancias.

José Narro Robles

Algunos califican como una farsa el proyecto de Moreno Cárdenas, porque, han dicho, ya tiene el veredicto de un final cómodo, con un PRI que no revoluciona, no se transforma, no acepta los signos de los tiempos, y continúa utilizando las mismas trampas de siempre, actuando en una procaz obra de teatro con el papel de “candidato oficial”, cuyo resultado de la contienda interna es absolutamente previsible, como lo dijera el doctor José Narro, quien tuvo la dignidad no solamente de renunciar a sus aspiraciones de convertirse en dirigente nacional priísta, sino que abandonó esas filas.

Lo que si no ha previsto Alito Moreno y su eufórico equipo, es que en algunas entidades, entre ellas Sonora, podría crecer desde sus entrañas un PRI diferente. Sin el cordón umbilical del “dedazo”, de imposiciones, de arreglos en lo oscurito, de entreguismo a gobiernos en turno, proveniente desde el centro del país.

Un PRI que al paso de resultados evidentes, transparentes y legítimos, se convertiría en su propio óvulo y esperma capaz de dar origen al parto verdadero, necesario, urgente del nuevo tricolor, alumbramiento que se truncó con el asesinato de un sonorense que así lo proclamaba hace 25 años: Luis Donaldo Colosio.

Indudablemente, en una democracia, los pesos y contrapesos políticos son además de importantes, necesarios. Y el mismo Gobierno de la República y su partido Morena, podrían aceptarlo así, para legitimización de sus triunfos futuros, o reconocimiento de posibles rechazos populares, en competencias electorales y cívicas sin discusión.

Le saludo, lector.

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