Poema de domingo.- El Itom Achai, es el Dios que carga entre sus manos los puntos cardinales de la tierra.
Igualmente, los elementos aire, polvo de estrellas, agua, fuego, del universo. Soplo de luz convertido en la esencia de hombres, mujeres, niños, del pueblo yoreme.
Los ceremoniales de Cuaresma que concluyen con Semana Santa en la tribu Yaqui, se constituyen en el núcleo del ciclo de renovación del alma indígena, donde se conjugan la religión heredada por los jesuitas Andrés Pérez de Ribas y Tomás Basilio a partir de 1617, las costumbres y tradiciones con su devenir natural y silvestre y el sentimiento de cambio de los seres, que es fortaleza espiritual de las familias.
Por ello, pese a las restricciones de los tiempos por motivos de salud, ante la pandemia que cabalga con sus jinetes de la muerte los caminos de la tierra, la Costumbre, que es ley y vida, no se detiene en la Nación Yaqui, como no se clausuró tiempo atrás ante otras adversidades, porque para sus habitantes esa tradición es parte de su organismo, de su sangre, de su impulso vital que lo lleva a bautizarse de nuevo hombre, mujer, niño, en el río del Universo, al lado del Itom Achai.
Desde el miércoles próximo, alcanzan plenitud los konti (procesiones), para revivir la persecución, pasión y muerte de Cristo, en los pueblos ancestrales; donde, desde que asome el alba, el tambor -kubaje- ceremonial, enviará su mensaje profundo más allá del Bakatete. Y la bakacusia (flauta de carrizo), extenderá su lamento, porque los hombres persiguen a su Dios para crucificarlo…
Hoy, Domingo de Ramos, le entrego mis versos, flores de capomo cortadas en la ribera del río Yaqui.
Bernardo Elenes Habas
Y DE NUEVO LOS HOMBRES…
Sé que vendrás.
Con tus pequeñas
manos mitigarás
el odio, la pena
y el dolor.
Y tu palabra limpia
volverá a levantarse,
despejará conciencias,
alumbrará caminos
y será, de los hombres,
sabia guía inmortal.
Sé que vendrás
como espiga vehemente,
invariable y plural,
desde la tierra misma,
desde el sol y los mares,
desde el río de mi pueblo,
desde un pesebre humilde
para enseñar a amar.
Sé que vendrás,
como una estrella nueva,
como un canto sencillo,
como oración sublime
para mostrar tu axioma:
humildad, paz, amor.
Pero el hombre,
¡hay el hombre!,
te acechará en silencio,
oirá tu Palabra,
derramará sus lágrimas,
y otra vez, inclemente,
con los clavos del odio
te crucificará…
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