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Rogelio no predica en el desierto.- Su voz parecería solitaria en el Congreso Local, ante la indiferencia de diputados de Morena y sus aliados, pero ignoran que representa la decisión y fortaleza del sur de Sonora, que también existe

Bernardo Elenes Habas

Habló alto y claro, con voz de sonorense preocupado por su Estado, sus familias, los medios de producción agropecuaria sin distingos, Rogelio Díaz Brown.

Rogelio convoca

La exposición del diputado cajemense desde el pleno del Congreso Local, fue hecha con el sentimiento de agravio que experimenta la gente del campo, de la sierra, donde sus comunidades avizoran un futuro gris, ante la incertidumbre que se cierne sobre la actividad de producción de alimentos como consecuencia de eliminación de apoyos federales y pretendidos nuevos esquemas en el uso del agua, más la desaparición del fondo minero.

Indicó que es inconcebible que a una actividad tan importante como la agricultura, no nada más para la soberanía alimentaria, y la economía del sur, sino para la tranquilidad social y bienestar justo de muchísimas familias, se le estén eliminando apoyos.

Y, efectivamente, como lo afirma El Roger, se trata de una acometida ciega, que no prevé armonía, equilibrio entre sectores productivos, sino que desprotege en general a una área que, arrojará, en su momento, dolorosos impactos negativos en la economía no exclusivamente de grupos, de sectores, sino en forma general de comunidades donde la actividad primaria es la agricultura, núcleo del que parten las cadenas productivas, comerciales, industriales, empresariales, desarrollos de vivienda, que, indudablemente, mantienen el crecimiento de Cajeme y de municipios de la región sur.

Cultivos del Valle del Yaqui

Ojalá, no se tenga que lamentar en el devenir de los días, tiempo de vacas flacas en Cajeme. Como ha acontecido en otras épocas. Como pasó durante “La creciente del 48”, año en que no fueron cuestiones políticas ni revanchismos ideológicos los que marcaron un fuerte colapso en la economía regional, que fue, afortunadamente, un fenómeno temporal.

Sucedió que en 1948, las llamadas “equipatas”, lluvias ligeras que se presentan -aunque no siempre-, durante el otoño-invierno en la región, iniciaron consistentemente en noviembre de ese año, extendiéndose hasta mediados de enero de 1949, día y noche.

Con el agua caída en forma intermitente del cielo, brotó también la angustia de las familias de la ciudad y del campo. Veían mermadas sus economías, con comunidades inundadas, calles y caminos destrozados, cultivos siniestrados, actividades laborales caídas.

Se demostró que en la región, el eje motor que mueve la economía es la agricultura en todos sus aspectos, porque “las equipatas” dañaron no sólo a los productores, sino a la comunidad en su conjunto con la parálisis de recursos que dimana el campo.

Cierto, Cajeme que es tierra de luchadores sin tregua, supieron sobreponerse pronto a tan grave desastre natural, como bien recuerdan los viejos.

Explotación minera

Tiempo después, otro temporal, éste político, como el que se perfila en la actualidad, sacudió al Valle del Yaqui, la ciudad, sus comunidades: El reparto agrario de 1976 promovido por el entonces presidente Luis Echeverría Alvarez.

La enseñanza que dejan esos y otros pasajes de la historia contemporánea, es que no se trata de reformar o eliminar leyes a capricho, sin medir las consecuencias, como está sucediendo actualmente en el ámbito federal, con el apoyo ciego de parlamentos locales morenistas, como el de Sonora, donde su bancada, sus integrantes, desconocen la historia social, económica, humana de sus comunidades, y si la conocen la ignoran, para atender el ordenamiento surgido desde el Gobierno de la República, desde el Congreso de la Unión.

En relación a la eliminación de los efectos benéficos estatales y municipales del Fondo Minero, que ciertamente inyectaban vida a las economías de las comunidades de la sierra donde se ejecuta ese tipo de extracción de metales, Díaz Brown precisó que desaparecerlo se interpreta como una solución alarmante para los habitantes de los municipios con actividad minera, porque ese recurso a favor de comunidades con el consecuente fortalecimiento en infraestructura, ha venido favoreciendo la inversión y el desarrollo colectivo.

“Estamos en desacuerdo, vamos a seguir peleando desde la Cámara para que el fondo minero regrese a quienes fue destinado y para quienes fue pensado y armado”, precisó ante sus pares de Morena y de los demás partidos.

Y aunque la voz del coordinador de la bancada del PRI en el parlamento local pudiera parecer solitaria, porque no despierta el sentido común, la solidaridad y la congruencia de los demás diputados, lo cierto es que está reforzada con la voluntad y decisión de miles de hombres y mujeres del sur de Sonora, desde donde se percibe un movimiento social de consecuencias históricas.

Le saludo, lector.

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