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Señales violentas de odio y anarquía.- Cuidado, esas mismas llamas podrían quemar a quienes alientan la división, porque la revolución pacífica prometida se está volviendo tormentosa.- Desde el mismo seno de Morena se propicia que los “buenos” destruyan los cimientos de los “malos”, para escribir la nueva historia

Bernardo Elenes Habas

El odio, la anarquía, comienzan a recorrer caminos de pueblos y ciudades de México.

Se trata de un caldo de cultivo peligroso que empieza a dar semillas amargas. Se constata con el desarrollo de marchas violentas.

Queman puerta de canaco

Los responsables de la pacificación del país, intentarán, quizás, señalar para su justificación político-social, que se trata de acciones provenientes de las entrañas negras del conservadurismo, quien se infiltra en las manifestaciones y da coletazos desesperados para que el poder no se les vaya del todo, de las manos.

Pero esas exposiciones cómodas, resultarán insuficientes, ante una realidad cruel que amenaza no sólo la tranquilidad a que las familias tienen derecho, sino a que éstas son expuestas al contagio del germen de la violencia. Mismo que se mete en la sangre de hombres, mujeres, jóvenes y hasta niños…

Y es que las condiciones objetivas y subjetivas se están dando para que el desorden, el caos, la falta de respeto a instituciones, a principios y valores y a la vida misma, revienten.

Hay ejemplos que son ya cotidianos, enfermando mentes y actitudes, como los hechos que dejan de ser ya motivo de temor, cuando alguien asesina y destaza fríamente a sus víctimas y esparce sus partes por las calles.

El crimen organizado, por medio de sus oficiantes, ha venido sembrando esa práctica sangrienta que, en estos tiempos, deja de asombrar por recurrente.

Abortivas marcha

Y esos brutales ejemplos, contagian. 

Por eso en la hora rabiosa de las marchas, se encienden fácilmente los ánimos. Y la débil línea del respeto a la propiedad privada, religiones, monumentos,  instituciones, seres humanos y símbolos, se diluye y desaparece, ante una electrizante corriente de venganza contra todo y contra todos. Más, cuando no existen valores, conciencia cívica que contenga esas muestras degradantes de terrorismo, y se aliente a la división y al escarnio con la clasificación de buenos y malos, permitiéndoles discernir a los actores, que los “buenos” destruyen, para bien de la nueva historia que se escribe, los cimientos de los “malos”; como superficial justificación.

Algo grave está pasando en el país.

Comienzan a mostrarse las garras y los colmillos del México bronco. Del tigre que, ciertamente, había apaciguado AMLO con su Cuarta Transformación. Pero que, ahora, desde el mismo seno de su partido en el poder –Morena-, brotan las llamaradas de la destrucción moral propiciando leyes abortivas. Y, también, en un giro dimensional de conceptos históricos, reconociendo que la anarquía es una corriente filosófica profunda y de ideales propositivos.

No son anarquistas AMLO

Pero, cuidado. Esas mismas llamas pueden quemar a quienes las alientan, porque la revolución pacífica prometida se está volviendo tormentosa.

Hay nubarrones negros en el horizonte de la Patria. Resulta impredecible su futuro. Se percibe que México, hasta el momento, carece de liderazgo profundo, y sólo tiene un presidente de una gran popularidad a quien adoran 30 millones de ciudadanos.

Pero al que, como los hijos de padres tolerantes, comienzan a desobedecer y a rebasar: “Al cabo que no nos hace nada, es muy bueno”.

Le saludo, lector.

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