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Bernardo Elenes Habas

Un día que pudo ser histórico.- Crónicas para la historia (No. 153).- lázaro Cárdenas llegó a la Nación Yaqui en 1937, no para ofrecer disculpas sino para entregar justicia.- AMLO, sin autoridad moral con la Tribu, no posee Vara de Mando, como si la tuvo Tata Lázaro.

Bernardo Elenes Habas

Un día que pudo ser histórico para la Nación Yaqui, se convirtió en fracaso.

Lo más sobresaliente de la fugaz estancia del presidente de México en Vícam Pueblo, fue –él mismo lo destacó- ofrecer disculpas por el agravio cometido en contra de la etnia, desde el porfiriato, luego en sexenios subsecuentes.

Es decir, ni siquiera el Plan de Justicia del Pueblo Yaqui, se convirtió en eje de la reunión, porque estaba revestido con el ropaje de las promesas. Y los yaquis, no creen en esas metáforas hasta verlas convertidas en realidad viva, relampagueante.

Recordé, mirando el perfil del Bacatete, el sacrificio del Mazo Koba, los tropeles de partidas de Guerreros-Coyote y soldados federales, entre humo de pólvora y azoro, donde la bandera era la muerte…cuando un presidente valiente y patriota -Lázaro Cárdenas del Río-, llegó a territorio sagrado yoreme, no para ofrecer disculpas, ni para destacar un plan, sino para ¡entregar justicia!

En la brevísima visita de AMLO, cuando el sol de la sierra golpeaba y enrojecía el rostro de los yoris, quedó demostrado que el líder de la 4T no tiene autoridad moral, ni presidencial, ni política, para influir en la Nación Yaqui. Porque no posee Vara de Mando, como sí la tuvo Tata Lázaro.

Es que la piedra de toque de la problemática yaqui no es nueva. La conoce de sobra el Gobierno de la Cuarta Transformación. Se trata del agua del Jiak Batwe, de los límites del territorio étnico, del respeto a su cultura y tradiciones, donde se alza una amenaza latente esgrimida como arma por la alcaldesa de Hermosillo, Célida López y sus millonarios asesores que se disponen a darle continuidad al acueducto de la ignominia con el acuaférico oriente, del que AMLO nada dijo, porque está pensando primero en enquistar la candidatura de Alfonso Durazo. Y por supuesto, sus funcionarios tampoco opinaron, porque nadie habla sin su autorización, so pena de entregar su cabeza sumisa.

Esperaban, los viejos y los nuevos integrantes de las autoridades tradicionales y tropa, que el presidente anunciara que podría convertirse en realidad el sueño del Río de la Vida –PLHINO-, para que el agua excedente de Nayarit y Sinaloa no se pierda en el mar y le de progreso a Sonora y por supuesto a territorio étnico. Esperaban que anunciara un proyecto de gran calado, como el Tren Maya, Refinería Dos Bocas, Aeropuerto Santa Lucía, firmando el Pacto del Bacatete, con un corredor turístico-histórico-mágico.

Pero los yoremes, hombres y mujeres que sueñan, piensan, sienten y quieren progresar, descubrieron que en la Cuarta Transformación, sólo influyen los caprichos, no la luz de la justicia equitativa, democrática, legítima.

Por eso, ahora creo más que nunca en la esencia profética del poema de Bartolomé Delgado de León, Oye, señor General, al comprobar que no existen las condiciones objetivas, subjetivas, morales, revolucionarias, históricas, entre los modernos inquilinos de Palacio Nacional, para construir el México nuevo.

Bartolomé, profetizaba:

Te hablo desde el surco que tú abriste,/ desde el viejo latifundio que expropiaste,/ desde el sueño que movió tu alma/ y colmó tus horizontes./ Y te digo, General,/ que todo es triste./ Te digo, de una vez, que la parcela/ se da al mejor postor, y que el abismo/ entre ricos y pobres es más hondo/ que el desventurado sudor de nuestro siglo.

Te hablo, para decirte/ que hambre, dolores e injusticias/ ya no pueden caber en unos versos./ Y luego…ya no estás./ Y tu lucero, lucero de inmensidad,/ tiene cordeles de plata/ que no me atrevo a tocar.

Oye, señor General/ tata y protector de indios: ¿cuándo otro, como tú, vendrá por nuestros caminos?

Sí. Maestro y Amigo Bartolomé, no se han dado los tiempos, ¡no se han dado! Los políticos siguen conquistando, dividiendo, navegando los ríos de sombras de las conveniencias en la hora amarga de la Patria. 

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