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Insultante resulta el excesivo gasto que se ha hecho en las campañas políticas de este 2018.

Aunque el lunes se nos informó que la suma de lo gastado en las campañas federales rebasa los 2 mil millones de pesos –de los 2,148 millones aprobados por el INE- en total suman 6,702 millones con las prerrogativas destinadas a los partidos, en un análisis que hice.

Y si le sumamos el presupuesto para las elecciones locales, de estados y municipios, supera los 12 mil 752 millones, de acuerdo con datos oficiales.

Eso, más el presupuesto del Instituto Nacional Electoral (INE) que para este 2018 rebasa los 25 mil millones de pesos, por lo que las elecciones nos van a costar al menos 37 mil millones de pesos.

Pero eso es sólo lo que se reporta, porque habríamos de preguntarnos ¿Y el dinero que entra de forma oculta? ¿De lo que no se reporta?, ¿Del dinero ilegal que entra a las campañas, a cuánto asciende?

Se estima que por cada peso que se pone sobre la mesa, hay por lo menos otros 15 que entran por “debajo de cuerda”.

Los estudios reflejan que en la época electoral el flujo de efectivo se incrementa en forma considerable en el país.

Tan sólo en Sonora el financiamiento local para los partidos en este 2018 es superior a los 133 millones de pesos.

En México resulta cara la democracia, pero resultaría mucho más costoso que no se respetara la voluntad popular, de la mayoría del pueblo mexicano, que se exprese en las urnas.

La cifra de lo que han gastado en las campañas resulta ofensiva en un país como México en donde hay más de 53.4 millones de personas en pobreza, de acuerdo con las estadísticas del Coneval y el Inegi.

La reforma político electoral terminó otorgando más dinero a los partidos cuando el propósito original era reducir el gasto.

El incremento no fue en los recursos que se entregan para la elección presidencial, sino en el dinero que en cada estado se dio a los partidos donde hubo un incremento del 41%, a causa de esa reforma aprobada en  2014.

Hoy más que nunca se debe reflexionar en la necesidad de eliminar o reducir, al menos, el financiamiento público a los partidos, porque tienen una estructura obesa, burocrática y no son de utilidad para la mayoría de los ciudadanos, sobre todo por representar un sistema obsoleto.

Los partidos deben  buscar la forma de sostenerse con actividades lícitas propias y no ser más una carga para el pueblo.

Pero sí seguir el financiamiento público a los candidatos en campañas en aras de una transparencia.

Sin embargo el Congreso de la Unión debe asumir el compromiso de concretar una reforma real que busque reducir esos gastos y los recursos se reorienten a programas sociales que beneficien a la población más necesitada.

México no puede seguir soportando esa enorme carga que representa el derroche en las campañas. Es insultante para todos los mexicanos.

 

 

 

 

 

Agradezco sus comentarios y retroalimentación a través del correo electrónico davidfigueroao@me.com; y en redes sociales: Twitter @DavidFigueroaO /Fb David Figueroa O.

 

Reseña: David Figueroa Ortega es empresario, Ex Cónsul de México en Los Ángeles y San José California; Ex Diputado Federal; Ex Alcalde de Agua Prieta; Ex Dirigente del PAN en Sonora.

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