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María Lilly del Carmen Téllez García, candidata electoral de Morena, no sabe lo suficiente de política como para pretender convertirse en senadora de México. No sabe siquiera, que el cargo que busca ganar en la elección es la representación de Sonora como uno de los estados confederados de México, y no la de la ciudadanía en sí.

Pero si no conoce al partido que la postuló, ¿cómo pretender exigir que conozca la función de un senador?

Y es que dijo que no conoce a Javier Lamarque Cano, quien es mejor referencia partidista de Morena que el propio Alfonso Durazo Montaño. Pero tampoco conoce a sus candidatos a diputaciones federales y locales, además de los que buscan ganar las alcaldías de Sonora, a quienes lacónicamente llamó morenistas.

¿Será acaso que ella no votará en Sonora? Vive en Hermosillo, pero ¿sabrá siquiera en que distrito electoral lo hace? ¿conocerá al candidato “morenista” a la diputación local por quien tendría que votar? ¡Tampoco conoce a Célida López Cárdenas, candidata de Morena a la alcaldía de Hermosillo!

En este tema, cualquiera de las tres posturas que Lilly Téllez ofreció es lamentable. La más obvia es efectivamente no conocer a quienes compiten con ella en Morena. Pero ¿negar a los suyos para no extenderse en ese punto en su comparecencia ante los periodistas y columnistas de La Mesa Cancún? O negarlos para que, a ella como inmaculada mujer que dice ser, ¿no la relacionen con la corrupción padrecista, el desaseo partidista, y los pésimos perfiles que integran a Morena? El argot jurídico que sentencia que no conocer las leyes no exime a nadie de cumplirlas aplica en ella, porque pretender no conocer a los “morenistas” no la exime de su responsabilidad al integrarse a un partido político que, a la vista de las evidencias, no es nada distinto a los dos que acostumbra a juzgar y sentenciar.  

Tampoco sabe quien es Alfonso Gonzales Morillas, empresario divino de Guillermo Padrés Elías, e investigado por actividades ilícitas, y dijo ella no saber que el edificio que ocupa la dirigencia estatal del partido que la postuló es propiedad de este personaje. Al somero análisis ciudadano este detalle parecería mínimo, pero no al desglose político que indica que Lilly Téllez mentirá descaradamente, cuando no le convenga dar explicaciones ni ofrecer aclaraciones sobre corrupción y relaciones con el crimen organizado. Pésima postura para alguien que busca el senado.

Pero lo más grave es que, como se indica arriba, ella no sabe ni conoce la forma correcta de hacer política porque, aunque resulte increíble aceptarlo, en la política hay ética tácita respecto a la forma de decir las cosas.

Reclamar con exabruptos y manotazos al aire que a ella no le organizan comidas, exhibir públicamente a amistades y familiares que no la apoyan, y reclamar compromisos y lealtades escudándose detrás de su abuelo ya fallecido es una verdadera infamia.

Además, criticar y señalar un supuesto ejercicio indebido del poder político de la autoridad estatal hacia su persona resulta cómico, improcedente e hipócrita, cuando ella misma, siendo apenas candidata, violentamente ejerce poder como si ya fuese senadora contra quien ella considere un estorbo en su búsqueda por el senado.

Y en el mismo punto, mostrar una piel tan delgada ante las criticas y cuestionamientos de la prensa siendo ella periodista y supuesta conocedora de esas formas, indica que ha sido solo la artista que ponen ante las cámaras para leer el reportaje de investigación que otro equipo realizo y concretó, y no precisamente la gran periodista que las pantallas quieren hacer creer que es. Periodismo no es lo mismo que histrionismo.

Otro punto final, y escandaloso cual más, es el amenazar con lo que ella dice son sus influencias en los medios nacionales, para ganar espacios electorales. Mucho se habla de la violencia política, pero ahora también se debe hablar de la extorsión política. Ella presume pasadas relaciones con expresidentes nacionales y funcionarios de cuello 18, presume también contra con amistades y familiares que influyen en la política local en Sonora. ¿Era necesario que firmase un acuerdo de confidencialidad en el pasado, como para no exhibir nada en el presente o futuro? ¿Amenaza ella con convertirse en la moderna Mata Hari?

El sistema político en México necesita un cambio, sí, pero no en base a arrogancia, prepotencia, soberbia, elitismo y egocentrismo. Sentenciar que no trabajara de la mano con la gobernadora de Sonora, es indicar que tampoco lo hará con quien gobierne a este estado después del 2021.

Mientras Lilly Téllez va por su camino tirando golpes, otros van buscando estrechar manos, ahí es donde estriba la decisión del voto el próximo 01 de julio.

Gracias por la lectura. Puede seguirme en @mensajero34 y en facebook.com/gilberto.armenta.16

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