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Los nudos no solo existen en los hilos, en el cabello, en los amarres  que hacen los marinos, también existen en las familias, o simplemente laberintos formados por mapas mentales, que distorsionan nuestra realidad y nuestra familia teniendo consecuencias fatales.

Todo esto viene a colación, haciendo referencia al caso de dos adolescentes con alerta amber, que fueron encontrados en una terminal de autobuses, donde afortunadamente pudieron llamar a los padres y entregarlos sanos y salvos.

Quien se los llevo? A dónde iban? Las preguntas se resolvieron inmediatamente de su encuentro, los adolescentes habían escapado de sus padres, por temor a las consecuencias por sus malas calificaciones.

Hagamos un alto, solo para recapacitar que sucede con los jefes de familia, no lo hago a manera de juicio, cada uno educa a sus hijos como cree conveniente, aunque es de rescatar algunos puntos.

Si bien es cierto vivimos en una sociedad calificadora, donde todo es bueno, regular, excelente y pésimo, así como las comparaciones de quien es mejor en esto o en aquello, o cual de tus hijos es mejor, quien es mejor líder, quien es mejor que….  como personas nos contaminamos con ese tipo de pensamientos, impactando de manera poco positiva en nuestras familias, si alguna vez expresamos como padres “porqué aquel matrimonio tiene mejores hijos que los nuestros”, o bien reprochando “pago mucho por tu educación y tu mira con que sales”, “solo vas a calentar la banca”, todo esto que escuchan nuestros hijos se guardan en su cerebro como programas formando “creencias”, haciéndolos sentir culpables, bajando su autoestima, esos daños emocionales, y psicológicos sumando  la falta de comunicación son  el empujoncito para que los hijos nos vean como “Verdugos” y no como “mentores, guías y aliados” en su educación y desarrollo.

Haciendo remembranza y visualizando por instantes tu pasado ¿Cómo te hubiera gustado que fueran tus padres contigo en la adolescencia?, claro sé que responderás eran otras épocas, que no había tanta inseguridad, que  esto, y lo otro, hoy en día nuestros adolescentes tienen más distractores que nosotros, cuando menos imagino que alguna vez fuiste a una biblioteca, el traslado, la convivencia con los amigos, la responsabilidad!!! Hoy los jóvenes cuentan con distractores como juegos de video, celulares, tablets, todas las redes que si bien es cierto nos da inmediatez, no todo es veracidad, y ese cúmulo de información en ocasiones es y distorsiona el poco criterio que tienen, si a eso sumamos la falta de comunicación con los padres, entonces son caldo de cultivo para la delincuencia, se presentan vulnerables hasta para decir un NO puedo por temor a la burla tanto en casa como entre los amigos.

Vemos escenas frecuentes de pequeños de dos años pidiendo mediante jaloneos y llantos  atención de las madres pegadas a un celular, que terminan jalando al pequeño y etiquetándolo como berrinchudo,  baste recordar que a esa edad sus conductas son aprendidas, y cuando ese peque llegue a la adolescencia o antes se comportará como lo aprendió en casa.

Abrir canales de comunicación con los hijos no es anticuado nada del pasado es asumir nuestra responsabilidad de padres, es ser padres presentes, económica-fisica-mental y de corazón amoroso con ellos.

Procuremos que nuestros hijos sientan #Respeto y no #miedo o temor y huyan del problema, creando una madeja llena de nudos donde el centro u origen sea la falta de comunicación o el poco interés como padres.

Enseñarlos afrontar los problemas es hacerlos responsables, la relación padre-hijo no la rompen ellos, sino el desinterés de nosotros hasta por conocer que le duele, que le molesta, que le gusta, quienes son sus amigos, a que profesor admira, que desea ser de grande, como se siente cada que dialogamos,  enseñarle a liberar emociones, y no a controlar hasta estallar.

La tarea es difícil, participando de forma amorosa y tolerante podemos crear una madeja donde el hilo pueda correr sin encontrarse con nudos difíciles de deshacer.

Sanemos nuestro tejido social desde la familia, observa, escucha, y sobre todo recuerda como fuiste de adolescente, y como te hubiera gustado ser tratado, enseñemos el valor del #Respeto, no la educación coercitiva, programada o adoctrinada que haga personas de fácil manipulación o manipuladoras, porque todo control finalmente es como ese lazo que tanto se estira y terminará por romperse, teniendo como resultado el dolor para ambas partes.

Reflexionemos que tipo de comunicación tenemos con nuestros hijos y evitemos que huyan de casa a temprana edad…

Hasta Pronto!

Gaby Olivera

@Gabydeas®

Fb: Matices del Alma

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