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Erasmo de Róterdam publicó en 1511 un libro en latín con el título de “Elogio a la Locura”. La traducción literal sería “Elogio a la Estulticia” aunque otras traducciones utilizan también los calificativos de “tontería” “necedad” “insensatez” y por supuesto, “locura”. El libro resultó de gran influencia con el paso del tiempo y me parece que debería ser retomado de nuevo en vista de los tiempos que nos toca vivir. 

Díganme si no son manifestaciones de estulticia, tontería, necedad, insensatez  o locura las siguientes situaciones que me ha tocado observar:

  • Para contener el crecimiento de la propagación de la infección del coronavirus las autoridades decretan, tanto a nivel federal como estatal medidas como la campaña “Susana Distancia” y ¿cuál es la respuesta de la ciudadanía? Oírlos como oír llover. El Secretario de Salud decía hace unos días: “se requirió un mes para completar 100 casos confirmados de infección por coronavirus en Sonora, pero bastó solo una semana para duplicar la cifra”.
  • Por necesidad debo acudir a una sucursal bancaria. La cola para entrar es kilométrica. El distanciamiento de 2 metros, la mayoría lo reduce a la mitad mientras platican unos con otros sin cubreboca, y si lo traen, constantemente se lo suben y bajan o se lo dejan por debajo de las fosas nasales. Aunque el calor arrecia, menos mal que las temperaturas todavía no rebasan los 40ºC. Consigo entrar. Muchos de los que hacen cola, llevan “encargos” y observo que en promedio hacen 3-4 operaciones/persona. Ante semejante panorama el banco responde con solo dos personas atendiendo en ventanilla.
  • Aunque están prohibidas las reuniones, esto no impide que estas se den y hasta se contraten conjuntos norteños para amenizar el confinamiento a muchos, pero muchos decibeles por arriba de lo que dictaría el respeto al descanso de los vecinos y a altas horas de la noche. Se ubican fuera de las casas sentados en las cajas de sus camionetas (¡ya hace calor para estar adentro!). No hay venta de cerveza, pero eso no es problema: para eso tenemos ingenio… hay alternativas.
  • Me toca ver por televisión una sesión del congreso  estatal. Algunos diputados se quitan el cubreboca al hacer uso de la palabra, se tocan las narices con las manos y muchos de ellos, aunque lo porten, por la forma de utilizarlo de nada les sirve.
  • En el trayecto de ir y regresar del supermercado, observo mesas llenas con familias enteras en lugares de venta de mariscos y cahuamanta, taquerías, “antojitos mexicanos”, sushis, pizzas y hotdogs.  No pasa nada… La panza es primero. 

¿Por qué?… 

Una amiga psicóloga me decía una vez: no preguntes por qué, porque lo que obtendrás serán solo porquerías. Pregunta mejor: para qué.

Órale pues… ¿Para qué?…

¿Tenemos remedio? ¿Entendemos solo por las malas? ¿En realidad entendemos?

Con toda seguridad, muchos de Ustedes tendrán más observaciones similares a las que ahora comento.  Los invito a que traten de buscar explicaciones para estas cuestiones porque Erasmo de Róterdam no va a resucitar para escribir la continuación de su libro. 

Salud y paz.

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