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“El sacerdocio no solo es un don para la Iglesia sino también para el mundo. Son los sacerdotes lo que desde Dios, brindan consuelos en los tiempos difíciles, dan alegría al triste y fuerza al afligido. Son los que por medio de la Eucaristía siguen haciendo presencia a Cristo, renovando la vida a aquellos que se acercan para nutrirse de los manjares celestiales. Es verdad que es Cristo el que llama y da la gracia pero encomienda una tarea importante: “Rogad pues al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies” (Mt.9, 38). El sacerdocio es pues, como lo expresaba el santo Cura de Ars: “el amor del corazón de Cristo”.

Con estas expresivas palabras  se inicia el texto del editorial de la revista “Trigo Nuevo” publicada por el Seminario Diocesano de Cd. Obregón, Sonora, correspondiendo al número de Noviembre y Diciembre, que me permití adquirir en el pórtico de Catedral después de mi asistencia a la pasada Misa dominical.

Revista que atraído por el contenido de sus distintos e interesantes temas, deseo hacer algunos comentarios sobre todo de la vocación sacerdotal, forjados en nuestro seminario, dignos personajes que representan gran importancia para las comunidades en general, que en una y otra forma, son necesarios para el desarrollo y desenvolvimiento espiritual.

Además de las diversas bondades que nos brindan, destaca sobre todo la vida de los sacerdotes, su grandiosa facultad, como mandato divino, en su consagración al Orden Sacerdotal, “de hacer presente el Sacramento de la Eucaristía, el memorial sacrificial en que se perpetúa el sacrificio de la Cruz y el banquete sagrado de la comunión en el Cuerpo y la Sangre del Señor, totalmente orientada hacia la unión íntima de los fieles con Cristo por medio de la comunión”  Catecismo de la Iglesia Católica # 1382

Solo por esa principal potestad que le da su consagración como sacerdotes bastaría para  orar insistentemente por ellos, por su fortaleza, calidad de vida y crecimiento espiritual, además de su santificación como apóstoles de Cristo

Lo mismo sirvan nuestras oraciones para que continúen surgiendo  jóvenes que aspiren encauzar sus vidas a ese santo oficio, igualmente por los que se encuentran actualmente en los seminarios sosteniendo su vocación, quienes serán finalmente los nuevos sacerdotes que vendrán a sumarse al servicio de   nuestra iglesia que tanto   se necesitan .

Ante la crisis de vocaciones sacerdotales, que de veras existe,  dado el natural crecimiento de la población, se me ocurre imaginarnos por breves momentos  la posibilidad de no contar con ellos suficientemente que cubran las necesidades espirituales solo de nuestra propia comunidad.  Ya se e xperimentó  crudamente esa lamentable crisis aquí en nuestro país en la época de la Guerra Cristera (1926-1929). Lo mismo en la    funesta  época del ateísmo socialista ruso en años pasados.

Bajo esa utópica perspectiva, el perjuicio sería grande al no contar con lo más sagrado: quién nos administrara  espiritualmente con el Cuerpo y la Sangre de Cristo, el misterio más grande que nos dejó Jesús, que  en las benditas manos consagradas de nuestros sacerdotes, se repite día a día en la Santa Misa, amén de los demás sacramentos y auxilios a los que social y espiritualmente realmente acudimos como parte de nuestro cotidiano vivir.

Nuestra Santa Iglesia Católica es toda una enorme institución jerárquica establecida por todo el universo integrados, como cabeza principal, por nuestro Papa, obispos, sacerdotes, instituciones religiosas y nosotros los seglares. Bajo esas condiciones formamos todo ese maravilloso ejército humano de gran fortaleza, debiendo ser todos nosotros, los seglares, muy solidarios en cuanto al presente y futuro de   la estructura de nuestra Iglesia, principalmente por tener  cada  vez más  santos  y sabios sacerdotes.

Vamos pues ser tú y yo, muy participativos de esa gran responsabilidad de orar por ellos y por nuestros seminarios, para que nos den esos nuevos  frutos  en beneficio de las necesidades de nuestra iglesia de la que somos parte

Termino con una más de mis OCURRENCIAS pidiéndoles a mis dos o tres fieles lectores que al menos ustedes no me fallen en esta cruzada de oración, siempre con las fuertes palancas de nuestra querida Madre y Virgen María Santísima

RENE GIL GUTIERREZ                                            15 de noviembre/2018

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