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Tantas aristas; tanta polaridad; tanto dolor y encono, y tantos cuidados qué tomar en el abordaje del tema de mayor actualidad en estos tiempos, con el fin de evitar que la obcecación y el radicalismo te tache de misógino, machista, ateo, puritano, extremista y sin la posibilidad de ser visto en esa ideal medianía a la que se aspira como observador.

“No te metas, no es tu tema y tu opinión no cuenta”, son las consignas tradicionales cuando se trata de asuntos espinosos en estos días cuando el ejercicio del periodismo enfrenta tantos riesgos, a los que se suman los que derivan del activismo feminista, en cuyas alas más radicales ubican a los varones que lo ejercen como una amenaza y enemigos más que combatir.

Cómo conciliar y asumir como correctos los actos del domingo por la tarde en contra de la Catedral de Hermosillo perpetrados por una minúscula minoría de enardecidas mujeres, a partir de la trágica lógica de que los daños materiales se pueden reparar, no así lo irremediable del acto feminicida y a partir de esa falsa analogía justificar el uso de la violencia para protestar en contra de la violencia.

Muy difícil contrastar la barbarie de ese feminismo importado en contra del templo católico más emblemático de la región, con la respuesta casi inmediata de su feligresía para reparar los daños y ser parte de una velada de oración de perdón, de paz y de concordia, que opacó y acalló los gritos de “Viva Cristo Rey” de los también segmentos fanatizados de por esos rumbos.

Saldo blanco y la autoridad solo expectante en la marcha de mujeres y vandalismo

Tenemos la impresión de que en los casos de los destrozos en la sede del Poder Judicial y en la Catedral, los objetivos no son proponer ideas ni mucho menos alianzas con el fin de crear condiciones más seguras para la mujer, sino al contrario, procuran cerrar puertas, profundizar heridas y sembrar la confusión y el caos, en el marco de una agenda ajena al feminismo.

Esa conmoción de artificiosa manufactura, interrumpe la comunicación y crea enemigos que no lo son, y en esa inducción de río revuelto, no es posible la búsqueda de racionalidad ni lógica sobre dichos aconteceres y más bien lo único claro es que al amparo de la lucha de la mujer por entornos seguros, hay quienes satisfacen sus más bajas pasiones e impulsan sus proyectos políticos.

No vemos cómo el vandalismo genere simpatías, porque la simpatía hacia un objetivo resulta indispensable en cualquier tipo de lucha social, que en el caso de las mujeres la irrupción de radicales hasta a ellas divide y repudia a los varones en general, cuando en su gran mayoría pudieran ser sus mejores aliados.

Es por lo anterior la necesidad de entender que la sinrazón de una minoría y sus efectos, para nada invalida el activismo de miles de mujeres que exigen equidad, seguridad, fin a la impunidad y todo ese altero de demandas históricas que visten al feminismo, ya que propician solo la disrupción, el descrédito social y el encono.

Notable ausencia de mujeres en oficinas de gobierno

Contrastante también las anteriores tres jornadas feministas en Hermosillo arrancando con la cadena de mujeres que se llevó a cabo con un alto nivel conceptual y participativo; luego la marcha con toda esa carga emotiva que se expresa y para lo que fue convocada y que en esta ocasión se desbordó en extremismos anticlericales, o sea, cuestionar la justicia divina luego que en días pasados cuestionaron la justicia terrenal, al arremeter contra las instalaciones del Poder Judicial.

Pero lo que marca en mayor proporción el matiz de ese contraste, es el paro nacional de mujeres de este lunes, en cuyo marco desaparecieron divergencias y unificó a todas las tendencias del movimiento feminista en México y a todo ese amplio sector de mujeres que sin ser feministas se quedaron en casa para demostrar la fuerza de su ausencia del entorno público de México.

Sin la explosividad mediática de la lucha en las calles; sin agraviar a varones; sin arremeter contra instituciones y edificios públicos; sin excesos desde el anonimato; sin consignas sexistas; sin confrontaciones y sin ejercer la violencia de género a la inversa, miles de mujeres mexicanas se sumaron a una estrategia para demostrar su valor en lo social, económico y político de este país.

Por supuesto que la cadena feminista, la marcha y el paro, se complementan para prospectar un todo que representa un parteaguas en la historia de este país, en donde a los partidos políticos y a instancias del gobierno, sólo les ha quedado la opción de impulsar acciones provocadoras y de inducción a la violencia con ánimos de pescadores a río revuelto.

Mujeres dejan solo el Palacio de Gobierno

Así las cosas, como una sola millones de mujeres de México se fueron al paro, desde amas de casa, estudiantes, profesionistas, empleadas de los niveles de gobierno, empleadas de empresas del sector privado, comunicadoras, hasta empresarias, representantes populares, maestras y niñas.

En nuestro caso, cumplimos nuestro compromiso solidario y nuestra única actividad pública fue una vuelta a San Pedro para semblantear el impacto de la convocatoria y sus efectos resultaron evidentes, con los tradicionales comederos cerrados y los abiertos en soledad; ausencia de las artistas en la manufactura de tortillas sobaqueras; vialidades vacías de vehículos, señal que a pesar de ser un puente finsemanero extendido, no jaló el tradicional flujo de visitantes de la cercana capital de Sonora.

De la mancha urbana reportan semivacío el centro Cívico e histórico, así como el conglomerado de oficinas públicas del Centro de Gobierno y el centro comercial de Hermosillo, incluidos centros comerciales en las distintas plazas en donde en mayor medida las mujeres brillaron por su ausencia.

Al menos en Hermosillo se percibe que el paro resultó un éxito y ahora a lo que sigue ante tanto por hacer en favor del sector mayoritario de la sociedad mexicana.

Mujeres de la zona rural también se sumaron al paro

En todo este contrastante contexto, de destacar el saldo blanco de la movilización del domingo, lo cual se potencia dadas las provocaciones al término de la marcha y en ese sentido, valga reconocer la labor de la Secretaría de Seguridad Pública y de la policía municipal, cuyos elementos se mantuvieron expectantes y atentos a que los excesos de unas pocas no lastimaran a nadie.

Por cierto, luego de lo del domingo, este lunes estuvimos atentos a la mañanera de Andrés Manuel López Obrador, en espera a alguna novedad en sus reacciones y no, nada nuevo a su desdeñosa actitud, a su displicencia y a su antipatía por las movilizaciones femeniles, con su acostumbrado bla, bla, bla, en contra de conservadores.

Obvio vive en una burbuja ajena a la realidad de México y los mexicanos, que lo lleva a menospreciar la importancia de la crisis económica global que ya tenemos encima; el cero crecimiento y caída de la economía mexicana; su parsimonia en su trato con beligerantes capos de la droga; la creciente corrupción en su administración, destacando su negligencia frente a la amenaza del coronavirus.

Y todo se le está amontonando a quien todo pretende resolver con palabrería y discursos demagógicos y en todos los casos es igual, que en lo que respecta al coronavirus, el contraste de su menosprecio se magnifica frente a acciones de prevención y de contención que aplican la mayoría de países del mundo.

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