El título de esta columna nada tiene que ver con el deporte de moda en México: matar a punta de balazos, si no que se refiere a la confluencia de intereses entre el hombre más rico de México, Carlos Slim y el presidente Andrés Manuel López Obrador.
No que no tronabas pistolita dice el refranero popular, al describir manitas dobladas al ceder de posiciones irreductibles, donde “primeros los pobres” de uno y “gobierno populista” del otro, derivaron en amistosos saludos e intercambio de melcochas declarativas.
Para efectos de la alicaída economía mexicana, tal reconciliación podría tener efectos muy positivos, por ser un factor de certidumbre y confianza frente a un sector empresarial que hasta este martes se ocupaba principalmente en los preparativos para cosas peores, en lugar de emprender planes de crecimiento de sus inversiones.
Y quizás en el mediano plazo, de extrapolarse hacia abajo los efectos de ese acuerdo cúpula, los comunes mortales nos animaremos a restaurar nuestro gasto que ejercíamos antes del rosario de improvisaciones e incompetencias en el manejo económico de López Obrador y compañía y que incluso no soportó Carlos Urzúa Macías, renunciado de la Secretaría de Hacienda.
El acuerdo de referencia es el de la Comisión Federal de Electricidad y las empresas canadienses IEnova, Transcanada y las mexicanas, Carso Energy y Fermaca, contratadas para la construcción de siete gasoductos para desde Texas alimentar la generación de energía eléctrica de este país y que bajo los términos pactados con el anterior gobierno federal, la cuarta transformación los consideró leoninos.
Durante meses se litigó ese asunto, amagando Slim y compañía acudir a arbitraje internacional por incumplimiento que para las empresas constructoras implicaría un costo de alrededor de mil millones de dólares y por ello lo extraño que resulta que hayan aceptado nuevos términos que de acuerdo a las cuentas alegres de López Obrador, permitirá ahorros por cuatro mil 500 de dólares.
Sabemos que este presidente que tenemos no es bueno para los números y por eso no le damos valor a esos cálculos y más bien nos atenemos a opiniones de expertos que dicen que a valor futuro, en diez años, cualquier ahorro actual que derive de esa negociación tendrá un costo adicional de 700 millones de dólares a lo que antes estaba pactado.
Pero eso es lo de menos ante el abierto romance entre los hombres del dinero de este país con el gobierno de López Obrador, en un ambiente cálido y cariñoso que fue vestido con una cascada de loas mutuas que deben de tener patidifusa a la chairiza de la extrema izquierda y a la chairiza proempresarial, que desde polos opuestos creían irreconciliables las posiciones de sus líderes.
Como decíamos, de inicio, dicho acuerdo establece bases de cooperación entre el gobierno federal y quienes con sus recursos financieros crean empresas, generan empleos y son el motor del crecimiento más importante en la economía del país, que si López Obrador deja de lado mesianismos, dogmatismos y sectarismos, podrían reactivar su dinamismo y dar por buena la versión que los tiempos de incertidumbre ya fueron superados.
Interesante la escena donde comparten halagos el presidente, Slim, Carlos Salazar Lomelín, presidente del Consejo Coordinador Empresarial y de Antonio del Valle, presidente del Consejo Mexicano de Negocios, con el pilón del director de la CFE, Manuel Barttlet, y no, no son señales del fin del mundo.
En toda esa información tan optimista generada en la mañanera de este martes, nos queda esa prospectiva planteada por Slim respecto a que el cero crecimiento de la economía de México es lo de menos, ya que lo importante es que el sector que representa dispone de recursos para invertirlos en grandes proyectos del gobierno y que es cuestión de ponerse de acuerdo para entrarle al anunciado Plan Nacional de Infraestructura que está por darse a conocer por López Obrador.
De darse así las cosas, se restituirá y se vigorizará el flujo del dinero, con el seguro impacto favorable en la economía de las familias, luego de nueve meses de recesión por el subejercicio presupuestal de la federación, ausencia de obras y una economía semiparalizada donde los únicos recursos frescos son las minucias que la cuarta transformación reparte entre becarios, ninis y pensionados.
Pues mientras el presidente pactaba y se apapachaba con sus otrora enemigos de clase, la directora del Hospital Infantil de México, denunció que por las disputas del gobierno federal con empresas farmacéuticas, niños enfermos de cáncer que atiende dicho nosocomio no pueden ser atendidos por falta de medicamentos vitales e insustituibles. Así las cosas en la cuarta transformación.
Por lo demás, este miércoles a eso de la una de la tarde pasan el siguiente episodio de la telenovela que protagonizan quienes integran el Consejo General del Instituto Estatal Electoral de Sonora, ya que habrá sesión pública donde seguramente de nueva cuenta pondrán otro parche al ejercicio presupuestal del organismo, para de forma transitoria resolver al menos apuros de la nómina de este mes de agosto.
Reconocemos no estar cabalmente al tanto de los entresijos de la disputa en la que andan enredados Daniel Núñez, Maribel Salcido, Francisco Arturo Kitazawa y Daniel Rodarte, constituidos en bloque contra cualquier iniciativa de la presidenta Guadalupe Taddei Zavala, quien suponemos mantiene el apoyo de Vladimir Gómez, luego de la renuncia y baja voluntaria de Claudia Ruiz.
Tampoco sabemos de quien es la propuesta contenida en el punto importante de la agenda de esta sesión, “Proyecto de acuerdo por el que se aprueban los ajustes al Presupuesto de Egresos de este Instituto Estatal Electoral y de Participación Ciudadana, para el ejercicio fiscal 2019”, porque si es promoción de la presidencia, seguramente será rechazado por la mayoría y si es del bloque, pues será aprobada esa partida de cuatro millones 676 mil 729 pesos con 16 centavos para el pago de la última quincena de agosto y las liquidaciones del personal despedido.
Como sea, se mantiene la incertidumbre presupuestal en el órgano rector de las elecciones en el estado, en donde por lo visto, para salir con los compromisos de nómina, deberán realizar sesiones extraordinarias cada mes, con la posibilidad de que las aguas retomen su nivel luego de la renovación de varios de sus integrantes y que sepan llevar una gestión eficaz en la formulación del presupuesto del año próximo.
Por cierto, este martes hubo actividades diversas en el Congreso del Estado, toda vez que se llevaron a cabo un par de reuniones, la de la Diputación Permanente donde el presidente Luis Mario Rivera dio a conocer que ya todo está listo para la instalación del primer período ordinario de sesiones del segundo año del ejercicio legal de la 62 Legislatura, lo cual ocurrirá a las once horas del próximo domingo.
Y no, aunque se preveía que se convocaría a sesión extraordinaria para este jueves, finalmente se determinó que los asuntos a tratar serán llevados al pleno hasta el martes tres de septiembre en sesión ordinaria, advirtiéndose que los grupos parlamentarios ya iniciaron los escarceos para definir la integración de la mesa directiva para el mes de las fiestas patrias.
También hubo sesión de la Comisión de Examen Previo y Procedencia Legislativa que preside la coordinadora de la bancada de MORENA, Ernestina Castro Valenzuela y en cuyo curso fueron echados al cesto de la basura un altero así de ocurrencias y otro tanto de asuntos no dictaminados por haber prescrito y que en términos generales son inocuos.
También hubo una reunión en donde fue presentada la cuarta edición del libro “La Constitución Política del Estado de Sonora, Antecedentes Históricos y Comentarios a su Articulado”, del historiador Juan Antonio Ruibal Corella, que convocada por la Sociedad Sonorense de Historia, tuvo una asistencia de una docena de interesados, entre ellos los diputados Fermín Trujillo, Carlos Navarrete y Lázaro Mendívil.
Vaya el desaire al abordaje a un tema que debiera ser muy interesante para estudiosos del derecho, para historiadores y demás, destacando en todo caso la nula capacidad de convocatoria de la Sociedad Sonorense de Historia.
Por ahí en las reuniones de comisiones, un gusto saludar a la diputada Rosy Martínez, bien metida en su activismo legislativo, en tanto que por otro lado, también saludo al diputado Gildardo Real bien prendido en su monotemático ejercicio con su “Un Sonora sin plástico”, similar a lo que hace la diputada federal Wendy Briseño, que no tiene otros temas que el de la equidad de género y derechos de lesbianas y homosexuales.
