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Diciembre es el mes del ‘todo vale’, en el que el consumo está justificado. Regalos, comidas con compañeros, amigos y familiares, decoración y ropa para cada una de las celebraciones, acciones solidarias y, por supuesto, lotería.

Hay un factor que puede hacer que la compra de lotería no acabe: la envidia preventiva y la demostración de superioridad. “Las decisiones de compra las tomamos desde el hemisferio emocional del cerebro. Realmente no importa si el día 22 resulta ganador o no, los sueños y deseos que se generan hasta ese día fomentan nuestra compra compulsiva”, ha explicado la psicóloga sanitaria miembro de Top Doctors María Elvira Vague.

Entonces, el ser humano juega por dos motivos: por diversión y para demostrar su superioridad. En este punto aparece la superstición como forma de intentar controlar e influir en el devenir de los acontecimientos. Pensamientos como “cómo voy a comprar solo un décimo… y si toca la lotería en el bar donde desayuno todos los días… y si sale el número que jugé el año pasado…”.

No obstante, hay dos perfiles de personas especialmente vulnerables al sorteo de Navidad. En primer lugar, los que sufren trastorno obsesivo compulsivo (TOC). El Instituto Nacional de la Salud Mental estadounidense indica que las personas que sufren un TOC tienen ciertos pensamientos repetidos, denominados obsesiones, y para controlarlos realizan rutinas y rituales una y otra vez. Causan angustia e interfieren con la vida cotidiana del que lo padece.

En este contexto, los pacientes de TOC son más susceptibles de sufrir crisis según se acerca el día, ya que los pensamientos supersticiosos se agudizan. “Tienen muy presente el denominado ‘pensamiento mágico’, es decir, la idea reiterada de convertir lo posible en lo probable”, ha explicado la psicóloga clínica también miembro de Top Doctors Silvia García.

Por otro lado, las personas que sufren trastorno bipolar también deben tener cuidado durante las fases de eurofia y exaltación. La Asociación Bipolar de Madrid indica que la afección es un trastorno orgánico debido a un deficiente funcionamiento de las estructuras cerebrales encargadas de regular el estado de ánimo, de manera que el individuo presenta importantes fluctuaciones en sus emociones y sentimientos, además de en su nivel de actividad.

Las fluctuaciones se traducen en cambios hacia dos polos opuestos en el estado anímico. “Si el periodo navideño coincide con momentos de positivismo pueden llevar a cabo un gasto descontrolado en lotería, ya que pueden llegar a estar convencidos de que conocen el método infalible para que les toque”, ha apuntado García.

Perfiles del jugador

En general, existen complejos procesos psicológicos detrás de cada apuesta, como las emociones, las motivaciones o las actitudes, entre otros. La psicoterapeuta Marisol Rodríguez Gutiérrez destaca como perfiles del jugador de azar el explorador, el competitivo, el estratega, el amigo y el supersticioso.

  • El explorador y aventurero: le gusta arriesgar grandes cantidades de dinero, sin aplicar la lógica, y no se deja guiar por supersticiones. No tiene límites para jugar y no teme apostar.
  • El competitivo: se trata de aquella persona que solo juega para ganar. Para este perfil de jugador no obtener el resultado que deseaba supone un importante desasosiego.
  • El estratega: el azar no entra entre sus planes. Juega buscando combinaciones numéricas y usando la razón a la hora de apostar, sin dejar espacio a fórmulas aleatorias.
  • El amigo: disfrutar de la experiencia del juego son sus premisas. Aunque este jugador busca la experiencia compartida con familiares y amigos, suele sentir envidia preventiva y, por lo tanto, a la hora de jugar a la lotería suele tener muy presente el pensamiento “y si toca a los demás” y apuesta por miedo a quedarse fuera del reparto.
  • El supersticioso: recurre a amuletos, apuesta un día en particular o juega siempre los mismos números. Todo para demostrar que están por encima de la suerte. Este tipo de jugador está influenciado por las tradiciones y por la educación recibida.

“La superstición es un caso particular de un fenómeno psicológico llamado ‘ilusión de control’, que es la tendencia a comportarse como si se pudieran controlar los sucesos aleatorios, como los juegos de azar”, afirma Vague.

¿Y después del sorteo?

“Los ganadores se ven envueltos por una sensación de satisfacción, euforia y alegría, las cuales se van haciendo más profundas a los tres días del sorteo, cuando comienza a salir de un estado de desrealización”, ha señalado el psicólogo Héctor Galván, que ha recomendado no difundir el resultado y seguir durante un tiempo su vida persola y profesional tal y como era hasta el momento.

“Asimismo, es importante no confundir la ilusión con intuición o premonición, ni depositar en la posibilidad de que nos toque la lotería la solución a todos nuestros problemas y la motivación de nuestra vida, porque si no aparecerán sentimientos de frustración, arrepentimiento e incluso ansiedad por no haber resultado premiados”, ha concluido Galván.

Fuente: europapress.es

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