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La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha puesto en marcha una nueva respuesta dirigida a reactivar la lucha contra la malaria en los países de alto riesgo, ya que, actualmente, esa lucha está “en punto muerto”, según se desprende del último informe publicado por la organización internacional, donde se ve un aumento de nuevos casos.

Por segundo año consecutivo, el informe anual de la OMS muestra que se ha interrumpido la reducción del número de personas afectadas por el paludismo: según las estimaciones, en 2017 hubo 219 millones de casos, frente a los 217 millones del año precedente. Sin embargo, estas cifras habían disminuido de forma constante en los años previos, desde los 239 millones estimados en 2010 hasta 214 millones en 2015.

“Nadie debería morir de paludismo. Sin embargo, nos enfrentamos a una nueva realidad: el estancamiento de los progresos podría dar al traste con años de trabajo, inversión y buenos resultados en la reducción del número de enfermos. Sabemos que ahora tenemos que cambiar algunas cosas y por ello lanzamos hoy este plan, centrado en los países y dirigido por ellos mismos, para emprender una acción antipalúdica integral y actuar con mayor eficacia a nivel local, donde más nos necesitan”, ha explicado Tedros Adhanom Ghebreyesus, director General de la OMS.

En 2017, cerca del 70% de los casos (151 millones) y las defunciones (274.000) por malaria se concentraron en 11 países: 10 países africanos (Burkina Faso, Camerún, Ghana, Malí, Mozambique, Níger, Nigeria, República Democrática del Congo, República Unida de Tanzanía y Uganda) y la India. Así, ese año se registraron 3,5 millones de casos más en esos 10 países que en el año anterior, mientras que en la India se redujo la carga de morbilidad.

A pesar de que, en los últimos años, se ha observado un aumento marginal en la distribución y el uso de mosquiteros tratados con insecticida (la principal herramienta para prevenir el paludismo) en el África subsahariana, el informe pone de relieve grandes lagunas en la cobertura. Se estima que, en 2017, la mitad de los africanos expuestos al riesgo de contraer la malaria no dormían bajo una mosquitera tratado.

Además, cada vez son menos los hogares protegidos por la fumigación de interiores con insecticidas de acción residual, y el acceso de las embarazadas y los niños a los tratamientos preventivos de esta enfermedad sigue siendo demasiado bajo.

No obstante, el informe indica también que se están realizando algunos progresos. El número de países que están cerca de eliminar la enfermedad continúa aumentando (de 37 en 2010 a 46 en 2017). En China y El Salvador, donde hacía tiempo que la enfermedad era endémica, no hubo transmisión local en 2017, lo cual demuestra que las medidas intensivas de lucha antipalúdica dirigidas por los países reducen eficazmente el riesgo de contagio.

En 2018, la OMS certificó que ya no hay paludismo en el Paraguay, que se convierte en el primer país de las Américas en 45 años en que ello se confirma. Además, otros tres países (Argelia, Argentina y Uzbekistán( han solicitado a la OMS la certificación oficial de ausencia de esta enfermedad.

En la India -un país que concentra el 4% de la carga mundial de paludismo- el número de casos se redujo en un 24% entre 2016 y 2017, mientras que en Rwanda se registraron 436 000 casos menos. Por su parte, Etiopía y el Pakistán notificaron fuertes disminuciones de más de 240 000 casos menos en el mismo periodo.

“Cuando los países dan prioridad a la lucha antipalúdica, salvan vidas y reducen los casos. La OMS y sus asociados mundiales contra el paludismo continuarán haciendo lo posible por ayudar a los gobiernos, sobre todo en los países más afectados, a intensificar esta respuesta”, ha señalado la doctora Matshidiso Moeti, directora Regional de la OMS para África.

No aumenta la financiación

Paralelamente a la desaceleración en la reducción de los casos y las defunciones por paludismo, la financiación de la respuesta mundial también se ha estabilizado. En 2017 se dispuso de 3.100 millones de dólares para los programas de control y eliminación, de los cuales 900 millones (el 28%) procedieron de los gobiernos de países endémicos. El mayor donante internacional continúa siendo los Estados Unidos de América, con una contribución de 12.00 millones (el 39%) de dólares en 2017.

Para alcanzar los objetivos fijados en la estrategia mundial contra el paludismo para 2030, la inversión en la lucha antipalúdica debería ser de, al menos, 6.600 millones de dólares para 2020, más del doble de la cantidad disponible en la actualidad.

Lo que está claro es que, por el momento, no se está avanzando adecuadamente para alcanzar los objetivos fijados en la Estrategia técnica mundial de la OMS contra la malaria 2016-2030: reducir la mortalidad y la morbilidad del paludismo en al menos un 40% para 2020.

Por este motivo, llama a intensificar las actividades para proteger la salud de las poblaciones mediante un nuevo plan, formulado por Tedros en la Asamblea Mundial de la Salud de mayo de 2018 para que se adopte un nuevo enfoque más enérgico que permita avanzar de nuevo en la lucha contra esta enfermedad.

Este plan se basa en cuatro pilares: galvanizar la atención política nacional y mundial para reducir la mortalidad por paludismo; obtener un gran impacto mediante el uso estratégico de la información; ofrecer las mejores orientaciones, políticas y estrategias mundiales que sean adecuadas para todos los países endémicos; y ejecutar una respuesta coordinada en los países.

Fuente: infosalus.com

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