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El termómetro fue inventado por Galileo en 1592 con la intención de conocer la temperatura del ambiente, mediante una mezcla de agua y alcohol. En 1612, el físico y fisiólogo Santorre Santorio le agregó una escala numérica y lo utilizó con fines médicos. Los termómetros de mercurio fueron uti- lizados por primera vez en Holanda en 1714. Fahrenheit logró el primer termómetro de mercurio útil, cómodo y eficaz para tomar la temperatura corporal. Desde entonces, se convirtió en una herramienta que la mayoría de los adultos hemos aprendido a utilizar y forma parte fundamental de los botiquines en casi todos los hogares, aunque desconociendo su neurotoxicidad y los riesgos que representa para la salud.

El mercurio (Hg) es un metal pesado de color plateado, líquido a temperatura ambiente y se evapora con facilidad permaneciendo en la atmósfera hasta un año. Es una sustancia altamente tóxica y se reconoce en todo el mundo como un problema de salud pública. No es esencial para ningún proceso biológico, sin embargo, se acumula en la mayoría de seres vivos por no poderlo metabolizar. Además de su estado natural, se libera mercurio en la industria metalúrgica, así como en aguas residuales de ciudades (termómetros y lámparas rotas desechadas en la basura municipal que infiltran los mantos friáticos por el drenaje). Se calcula que cada año mil toneladas se liberan desde las redes de alcantarillado hacia los diferentes cuerpos de agua y a la tierra; y de ahí a la cadena alimenticia, donde se acumula y biomagnifica. El mercurio llegó a ser utilizado como medicamento para el tratamiento de la sífilis, pero una vez demostrada su toxicidad cesó su uso. Hasta la fecha se utiliza en diversos dispositivos médicos: termómetros, esfigmomanómetros, amalgamas dentales, reactivos de laboratorio, productos químicos, baterías y conservadores (timerosal). En el ámbito laboral y doméstico, la exposición por inhalación a los vapores de mercurio, inoloros e incoloros, cuando se rompe un termómetro o lámpara ahorradora, contaminan los espacios cerrados por encima de los límites permitidos, teniendo consecuencias sobre la salud de la población. En el 2000, el Consejo Nacional de Investigación de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos de América, encontró que la población con más riesgo fueron los niños de mujeres que consumieron grandes cantidades de pescado y de mariscos durante el embarazo, ya que el mercurio afecta al feto. La descripción del personaje de El sombrerero loco de Lewis Carrol, es la versión popular mejor descrita del antiguamente denominado, intoxicación por mercurio. En el 2002 el Instituto Nacional de Ecología (INE), por medio de la SEMARNAT, realizó un diagnóstico del mercurio en México, reportando los siguientes datos: en promedio los termómetros contienen 1g de mercurio por pieza, existen en el país un total de 160,017 camas en las instituciones hospitalarias públicas y privadas, considerando un termómetro por cada cama y que se rompe uno de cada cuatro por semana, se sustituyen un total de 40,000 termómetros por semana, sumando al año 2,080,000, termómetros, más los 160,000 iniciales, lo cual resulta en un total de 2,240,000 termómetros. Es decir, más de dos toneladas de mercurio al año. Para muchas personas los termómetros de mercurio resultan más confiables que los termómetros electrónicos. Sin embargo, es importante conocer y comprender el riesgo que conlleva tener termómetros de mercurio en el hogar. Los avances tecnológicos nos proporcionan actualmente termómetros digitales, electrónicos, con sensores infrarrojos, de cristal líquido termocrómico, con galistano, etc., creados para desplazar de manera paulatina a los que contienen mercurio, siendo igual de confiables, pero sin su toxicidad.

La Comisión Federal de Protección Contra los Riesgos Sanitarios (COFEPRIS) de la Secretaría de Salud, en coordinación con el Centro de Análisis y Acción en Tóxicos y sus Alternativas (CAATA), por medio del programa “Hospital Libre de Mercurio” instituye una “Carta Compromiso” para realizar el reemplazo del equipo médico que contenga este metal, así como la capacitación del personal para promover la eliminación del mercurio en las instituciones de salud. ¿Lo sabra Sonora? Esperemos que si.

Dr. César Álvarez Pacheco

cesar_ap@hotmail.com

@cesar_alvarezp

Huatabampo, Sonora.

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