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Tenemos cierta experiencia en disciplinar y entrenar perros y más o menos a caballos y hasta donde sabemos, el castigo-estímulos-gratificación y la paciencia son dinámicas que en el mediano plazo permiten imponer buenos niveles de autoridad, mando y obediencia. 

Sirva este breve contexto para hacer una analogía donde todo indica que educar animales puede ser más fácil que educar a personas, incluso tratándose de asuntos de vida o muerte, como es el caso de la exponencial embestida del Covid-19 en Sonora que ya ha contagiado a más de 20 mil personas y matado a casi dos mil. 

Pues ese alto costo no ha servido de nada en no pocos segmentos sociales a pesar de más de cuatro meses de entrenamiento, ya que se siguen portando como perros de la calle o potros salvajes que no acatan ninguna orden ni siquiera porque los premios y los estímulos son la salud y la vida. 

Es difícil aceptar, es difícil explicarnos y entender cómo es que no haya permeado lo suficiente la intensiva campaña de sensibilización sobre la estrategia indispensable para evitar contagiarse del virus y más inexplicable es el menosprecio a las consecuencias ineludibles de conductas temerarias e irresponsables que tienen a Hermosillo en el epicentro de la pandemia. 

Enrique Clausen

Van meses publicitando de forma intensiva medidas para el autocuidado; en el marco de la reactivación económica, se han establecidos rígidos protocolos de protección para evitar contagios en comercios, centros laborales y en el sector gobierno, así como que se ha decidido por la educación virtual y a distancia para proteger a estudiantes y en suma, desde todos los ámbitos se ha tratado de sensibilizar a toda la sociedad sobre la corresponsabilidad ciudadana frente a los peligros del virus. 

Se decide por la educación a distancia, pero la familia se sube al auto y se va a una playa donde no se guardan ninguna medida de protección; se imponen protocolos sanitarios en empresas para proteger a empleados y se organizan pisteadas y bailongos sin ninguna precaución sanitaria; servidores públicos son enviados a casa por ser personas de alto riesgo y ocupan su tiempo en la chorcha banquetera, en el parque y en curiosear tiendas departamentales y de conveniencia o en espacios de gobierno se aplican medidas para evitar contagios y al salir les valen sorbete. 

Esto es el colmo y sumamente preocupante tal como lo dijo con todas sus letras el secretario de Salud, Enrique Clausen al comentar las consecuencias de tan animalezca conducta, que en resumen, en los últimos dos días hay un registro de mil nuevos infectados y 100 decesos en Sonora, y Hermosillo es de los que más aporta a esas estadísticas. 

“En dos días se sumaron más de mil confirmados positivos y en dos días tuvimos más de 100 defunciones; las playas en Bahía de Kino, en San Carlos, en Puerto Peñasco y en Las Bocas, totalmente llenas, qué pena, qué tristeza, qué coraje, esa falta de obediencia y esa falta de solidaridad con las familias de las personas que han fallecido y seguimos incrementando los contagios y creemos en esta desobediencia que estamos todos de vacaciones”, subrayó el funcionario estatal. 

Gino Saracco

Clausen tiene sobrados motivos para su molestia, ya que sobre él está la responsabilidad operativa de mantener en buenas condiciones de operatividad el sector hospitalario estatal en Sonora, tanto en equipamiento, espacios y personal, los cuales corren el riesgo de ser rebasados por la demanda de ese estupidizado sector de la sociedad que no le importa su salud ni la de su familia. 

La impotencia debe ser muy difícil de sobrellevar ya que al paso que vamos, no tarda Sonora en volver al color rojo, de donde nunca debió salir y propiciar medidas más rigurosas de confinamiento, en un proceso que seguramente hará que la emergencia sanitaria se prolongue de forma indefinida, con todos los efectos en la economía que ya todos conocemos y padecemos. 

Frente a todo esto, a este reportero le ha tocado ver y sobre todo escuchar de cerca, pero a distancia el comportamiento idiota, estúpido y demencial de personas que presumíamos más o menos civilizados, responsables, solidarios y respetuosos del drama de cientos de familias que sufren la pérdida de un ser querido o se mantienen en la incertidumbre porque uno o más de los suyos convalece de la enfermedad. 

Vamos a reconocer el esfuerzo que realiza el ayuntamiento de Hermosillo a través de Inspección y Vigilancia para tratar de imponer orden, pero no se dan abasto y por lo regular no están en condiciones de imponer autoridad frente a embrutecidos que alardean de influencias en las alturas. 

Miguel Angel Soria

Este fin de semana nos tocó lidiar con un escándalo acá cerca y sabemos por el mismo titular Gino Saracco, que les fue imposible notificar porque nadie quiso atender a los inspectores, quienes sólo se conformaron con dejar la notificación de una sanción de 150 UMAS en el cerco perimetral de la propiedad donde se escandalizaba con música vida y demás. 

Obvio informar que el reventón siguió entrada la madrugada hasta que una tormenta por fin les cayó el hocico, sin que tengamos idea del procedimiento como el Ayuntamiento materializará la sanción, para al menos que les cueste algo su irresponsabilidad, aunque queda abierta la posibilidad de que el castigo sea más que un monto económico. 

De igual forma lo ocurrido en un centro de fiestas que opera en un fraccionamiento campestre rumbo a Ures, pero cerca de Hermosillo, donde con más de 200 columpios e invitados, festejó su cumpleaños el delegado de la CTM en la empresa maquiladora Viktor, Miguel Angel Soria Zamora, divulgándose abundante material videográfico donde evidentemente no se tuvo ningún control sanitario. 

Vaya la irresponsabilidad de dicho sujeto que no concuerda con sus chorizos primitivos y con pésima ortografía que plasma en su fan page de Facebook, en donde pregona lamentos por las víctimas del Covid-19 y los efectos de ese virus en la economía de los trabajadores. 

Valga aclarar que como dice el dicho, el pez por su boca muere, porque los sabuesos de Inspección y Vigilancia se enteraron de ese deschongue a través de las redes sociales por material que subieron los mismos asistentes, quedando también pendiente si la sanción de alrededor de 43 mil pesos se multiplique con contagios. 

Célida López

En el caso de la fiesta acá cerca y al parecer en la antes aludida, Inspección y Vigilancia se concretó a sancionar por no contar con los permisos correspondientes y por no cumplir con la conocida normatividad sobre vigilancia, control de accesos y esas cosas, pero tenemos muy presente que entre los acuerdos del Consejo Municipal de Salud o del cabildo, además de los organizadores o anfitriones, se incluyeron sanciones administrativas para asistentes que serían cubiertas con servicio comunitario. 

No sabemos si este es el caso o se aplicó alguna excepción, ya que la misma alcaldesa Célida López Cárdenas hasta anunció sanciones a quienes no usaran cubre boca en la vía pública, cuando dijo que esa prenda sería tan obligatoria como usar calzones y brasieres. 

Suponemos que resulta difícil aplicar sanciones administrativas a borrachos o incluso, que se niegan a salir ni siquiera para recibir notificaciones, lo cual obliga a un rediseño de la estrategia de fuerza que debe implementar la comuna para poner orden al menos en este momento tan álgido de la pandemia. 

Por lo pronto, suponemos que la empresa maquiladora Viktor debería endurecer los protocolos de revisión sanitaria entre sus empleados en los próximos días, en coordinación con las autoridades de salud y del Trabajo donde las manda cantar Horacio Valenzuela Ibarra, con el fin de prevenir un brote de contagios. 

Horacio Valenzuela

En fin, esto parece un cuento de nunca acabar y ese cuento va junto con pegado a que lucen muy sombrías las perspectivas en Hermosillo, porque de seguir esas conductas irresponsables y temerarias, los contagios y las muertes por el Covid-19 también será cuento de nunca acabar. 

Y ese tipo de conductas ya son la norma luego de la negligente actitud del presidente López Obrador que se niega a acatar medidas sanitarias y da un pésimo ejemplo para motivar el desacato social, además de casos como ese médico en un hospital público del centro del país, que al resultar positivo al virus fue enviado a confinamiento domiciliario y el angelito decidió dar consultas privadas en dicha condición, a sabiendas de los riesgos a los que exponía a sus clientes. 

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