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Criticar, es una acción sumamente fácil.- Construir, aportar, es un privilegio que requiere talento, vocación profunda para lograr los cambios.- Dolores del Río y Abel Murrieta, buscan cosechar lo que no han sembrado…

Bernardo Elenes Habas

Brotan las declaraciones alegres de políticos que miden el tiempo y sus alternativas, buscando fijarse en la memoria ciudadana.

Se trata de una acción válida en el mercado de la oferta y la demanda en que han convertido ese quehacer, porque en septiembre próximo el INE instalará el proceso electivo 2017-2018, y les urge a quienes reconocen para sus adentros que requieren el instrumento de la mercadotecnia, para levantar la mano, la voz y decir que están presentes.

Claro ejemplo de esta situación de oportunismo, es el que protagonizaron en Cajeme, hace unos días, la dirigente estatal del partido Movimiento Ciudadano, María Dolores del Río Sánchez, y el diputado federal del PRI, Abel Murrieta Gutiérrez. Desde luego, por separado.

La ex panista y ex alcaldesa de Hermosillo, afirmó que MC avanza en forma muy consistente en el sur de Sonora, y puntualizó que lo hace con temas relevantes como el combate a la corrupción y la inseguridad, ciertamente situaciones graves y evidentes.

Pero la realidad desmiente a María Dolores, porque en Cajeme, sus regidores no brillan precisamente por mantener actividades de forma y fondo encaminadas al bien común, sobre todo en los aspectos de la agenda que ella resalta; y si acaso, esporádicamente aparecen en los espacios informativos como protagonistas de críticas agudas, pero sin propuestas.

Lo mismo sucede con el aspirante a la candidatura priísta por la alcaldía de Cajeme -apoyado por el mesón de Ricardo Bours-, Murrieta Gutiérrez, quien afilando sus verbos y adjetivos formalizó dura crítica sobre la seguridad pública en Cajeme y en Sonora, diciendo que las acciones para enfrentar y contrarrestar esa llameante problemática, eran un fracaso.

Y la ciudadanía, la que ciertamente se muestra azorada por la violencia implacable, robos y asaltos que se multiplican en colonias y comunidades rurales, esperaba que detrás de los señalamientos valientes y frontales del legislador federal, vendría una declaración legítima de cajemense para sumar sus esfuerzos, conocimientos y contactos políticos y oficiales buscando detener esa ola delincuencial aberrante. Pero no fue así. Abel solamente alzó su voz de tribuno como si estuviese en el pleno de la Cámara Baja del Congreso de la Unión. Se dejó tomar la foto. Permitió que grabaran su incendiario discurso, el que remató precisando que no existe voluntad oficial para combatir la delincuencia, el crimen organizado, escudándose los niveles de Gobierno en que se trata de acciones que no son de su competencia. “Eso que se lo digan a quien no sabe, pero no a mí”, dijo, triunfal.

Y como siempre, el que sabe. El que podría aportar proyectos de inteligencia para sanear el tejido social de su terruño, del Municipio que pretende gobernar un día. El que tiene la oportunidad de armar una revolución desde la Cámara de Diputados arrojando piedras contra los escaparates de la simulación y la burocracia enfermiza, guardó silencio. Abordó el avión con un pasaje pagado por el pueblo, para trasladarse al Palacio Legislativo de San Lázaro, y recostarse en su curul, a esperar que llegue el 2018…

Le saludo, lector.

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