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Crónicas para la historia (24).- “De todos depende el progreso, no de alguien que venga con una misión grande a impulsarlo”, interpretaba los signos de los tiempos hace 20 años, Marco Aurelio Jaime Ortega.- Hoy, la realidad nos dice que llega el nuevo Gobierno de la República a instalar Sagarpa en el corazón del Valle.­ ¡Sí se puede lograr el progreso!, argumentaba, cuando la región resentía aún el golpe del reparto de tierras de 1976

Bernardo Elenes Habas

Hace 20 años, cuando el Valle del Yaqui pasaba por una etapa crítica, Marco Aurelio Jaime Ortega, sostenía que se estaba en tiempo de revitalizar al gigante que se negaba a morir.

Marco Aurelio Jaime Ortega 1

El conocido empresario cajemense, que se ha desempeñado como dirigente de Coparmex en la región, funcionario público durante la administración municipal de Adalberto Rosas López (1979-1982), y hombre profundamente comprometido con su comunidad desde diversos organismos encaminados al progreso compartido, expresaba que se requería, en principio, para no permitir que el Valle muriera: unidad, trabajo y mentalidad abierta hacia la expectativas que dejaba ya entrever el nuevo milenio.

En julio de 1998, entrevisté a Jaime Ortega en sus confortables oficinas de calle Morelos al oriente. Y como siempre, amable y claro en sus conceptos, habló desde su dimensión de cajemense comprometido con sus raíces, dejando testimonio de lo que las actuales y las nuevas generaciones deben de enfrentar para que la tierra de los mayores no se convierta en campo yermo, sin el rumor persistente del progreso.

Hace 20 años un sueño, una premonición que Marco Aurelio le confirió al reportero en una charla sin guión, sino sujeta a la dinámica natural de la entrevista, viene ahora a convertirse en realidad con la llegada del nuevo Gobierno de la República encabezado por Andrés Manuel López Obrador.

“De todos depende el progreso y evolucionar al Valle, no de alguien en especial que venga a hacerlo”, me decía Jaime Ortega.

Y los signos de los tiempos se clarifican. Porque todo indica que llegan alentadores vientos, una visión progresista y sin cadenas conservadoras a darle horizonte al Valle; primero con la instalación anunciada e irrenunciable de Sagarpa en la región, y a partir de ese momento inaugurar la esperanza…

Reparto de Luis Echeverría

Desde 1976 – comentó cuando lo entrevisté para Diario del Yaqui-, una serie de acontecimientos político-sociales

Valle del Yaqui 1

sacudieron al Valle, con el reparto de 35 mil hectáreas (tiempos de Luis Echeverría Álvarez, Félix Barra García, Celestino Salcedo Monteón, luego de la masacre de Río Muerto, el 23 de octubre de 1975 y de la caída del gobernador Carlos Armando Biébrich, el 25 de octubre de ese mismo año), se sintió un golpe demoledor. Sin embargo, de esto han pasado ya 22 años y aún persiste el miedo a emprender nuevas expectativas, a buscar la apertura de otros caminos que conduzcan al progreso.

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–Transcurrieron ya muchos años de la expropiación; y unos, porque les limitaron sus tierras de cultivo se sienten despojados, aplastados, sin superar el trauma. Otros, a quienes les dieron parcela, señalan que no fue suficiente y que se requieren más cosas. Pero la realidad nos dice que ese tiempo quedó atrás, que necesitamos meterle ganas desde la posición en que nos encontremos, para empezar a trabajar unidos.

También, hacía alusión a las pasiones estériles que subyacen entre la sociedad cajemense, con sus egoísmos acechantes:

-Debo decir que aquí sucede algo muy grave: no se permite el éxito. No se permite que alguien tenga ideas y sea cabeza promotora de avances importantes. Eso no es correcto, porque si alguien tiene iniciativas viables para el bien común, debe ser apoyado, ya que debemos de reconocer que existe un encadenamiento de efectos múltiples en los avances que

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se logren dentro de diversas actividades. El apoyo tiene que ser compartido, aunque alguien no participe en esas empresas o que no reciba en forma directa los éxitos; ya que, finalmente, se tendrá que admitir que se beneficia a la sociedad en su conjunto: al conglomerado humano, los trabajadores y sus familias, y eso significa avances positivos -explicaba, con vehemencia.

Nuevo impulso

El dirigente empresarial manifestaba -en aquella lejana plática que recuerdo con claridad- que actualmente se viven etapas muy difíciles en la región, el país, y en el mundo. Sin embargo, precisaba, que eso no impedía observar y definir que existen posibilidades para rescatar el Valle del Yaqui, para enfocar modernas formas de crecimiento en los sectores industriales de Cajeme y del sur de Sonora.

Valle del Yaqui 4

-Tenemos un clima laboral tranquilo. Hay una generación de jóvenes que no sabe lo que es una huelga en las empresas. Los dirigentes obreros, entienden esta situación, están comprometidos con ella; les gusta y la impulsan porque tienen claro que si existe el desarrollo económico habrá más empleos, la manera de tener un sueldo y poder satisfacer necesidades, derramando en el comercio, para ser parte de ese proceso interminable del desarrollo en todos sentidos -explicaba.

La punta de lanza para el progreso –me decía Jaime Ortega, en el encuentro periodístico que hoy rescato para mis Crónicas para la historia-, debe de ser no la oferta de mano de obra barata, sino la capacidad de los obreros cajemenses para hacer bien las cosas, situación que tiene que constituirse en puerta segura de entrada para el capital nacional y extranjero, propiciando maquiladoras, y desechando mentalidades absurdas de que con éstas se pierde soberanía.

-También contamos a nuestro favor que la gente de Cajeme es buena, noble. Comprende la realidad que vive. Acepta la

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capacitación y no se tiene que hacer un gran esfuerzo para lograr que ésta se ubique en forma rápida en niveles muy aceptable de eficiencia en el desempeño de sus labores, por complicadas que sean. Además, hay una oferta universitaria de primer nivel, con el ITSON, Universidad La Salle, Tecnológico de Monterrey, Instituto Tecnológico de Cajeme, y debo de mencionar al ITA 21, que aunque no se encuentre en el municipio de Cajeme, sí es parte del Valle del Yaqui. Pero lo que debe de ser nuestra bandera, nuestro orgullo, es la riqueza humana de Cajeme. Lo vemos en las industrias locales, en las maquiladoras, que han ganado premios porque la gente nuestra sabe hacer las cosas. Y si poseemos recursos naturales, un clima laboral armonioso, ¿cómo es posible que

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permanezca estancado el desarrollo? ¿Qué nos falta? –y, él mismo se respondía-: Creo que falta unidad, deseos de apoyar ideas no importa de quiénes sean, porque si son buenas y se perfilan en bien de la comunidad, tenemos que apoyarlas.

Empezar ya

Lograr ese despertar del gigante dormido, llevará menos tiempo si se comienza ahora, explicaba Marco Aurelio.

Además, señalaba, que debe haber diversificación de actividades, “no amarrar el desarrollo de la región exclusivamente a la actividad agrícola”.

-No tenemos porqué limitarnos. Si aquí hay productos agrícolas es posible manufacturarlos. El campo sí requiere de un

Victor Villalobos Sagarpa

cambio completo. Los agricultores dieron fama al Valle y a la región de comunidad próspera que se reflejó hasta en el corrido popular que señala que “hasta el más chico tiene su tostón”. Esto era real, pero ahora se quedó en prestigio, como una sede presuntuosa que desde hace mucho se llama ciudad pero que todavía no logra serlo del todo, porque en estos tiempos cuando se habla de lograr urbanizar y que los avances permeen las regiones, pareciera ser que es lo contrario, porque la ciudad se ruraliza en lugar de avanzar y poseer técnicas progresistas; pareciera que nos gusta más aferrarnos a aspectos campiranos en ese sentido.

Agricultor empresario

Crecía la charla. El café humeaba en las tazas, y junto con las espirales aumentaba la vehemencia de Jaime Ortega, quien me aseguraba el imperativo de que el agricultor se sintiera emprendedor, y aceptara tener formación empresarial. Considerando que estar en ese nivel no significa solamente realizar operaciones mercantiles o producir algo, “sino adquirir un compromiso de fondo con la sociedad, con sus trabajadores, su actividad, su capital, es decir, tener una visión económica, pero también social, este aspecto entendido amplia y profundamente, y no ligado a las orientaciones aquellas que ya pasaron de moda del marxismo y el socialismo”.

Reafirmaba que el compromiso social de la empresa, no debe ser puramente mercantil ni materializado, sino considerando el recurso humano como el principal factor de la empresa, y desde esas premisas partir para valorar y darle el nivel que merece, con una retribución de las participaciones que le corresponden, porque los principales accionistas de la empresa, son sus trabajadores.

Estamos a tiempo

Reafirmaba Marco Aurelio Jaime Ortega que se está a tiempo de rescatar el Valle, gigante que no merece morir.

“Estamos en posibilidades de hacerlo. Dejar de presumir a quién nos va peor, porque eso no está bien. No es correcto. Si las cosas van mal debemos buscar soluciones no justificaciones. Pensar en forma positiva, ver hacia adelante; no olvidarnos de los fracasos porque sería una irresponsabilidad, pero sí capitalizar esas experiencias para proyectar la forma de hacer las cosas mejor en lo sucesivo”.

-De todos depende que este gigante que es el Valle del Yaqui se levante. No de alguien en especial que venga con una misión grande a impulsarlo. Debe ser un esfuerzo en conjunto, con mentalidad positiva, con un concepto que lastimosamente se desprestigió por el mal uso que le dieron en un mal momento, pero que es valioso: Solidaridad y subsidiaridad. Hacernos solidarios, hombro con hombro trabajando juntos con un mismo objetivo. Y la subsidiaridad, que va emparejada, es que el más fuerte apoye al más débil en forma transitoria para que aquél alcance a emerger hacia el progreso, sin llegar a los límites del paternalismo. Sólo con esa forma de pensar legítima, limpia y comprometida, el Valle del Yaqui no morirá, jamás.

(Fotos tomadas de internet, referentes a Marco Aurelio Jaime Ortega, Víctor Villalobos virtual secretario de Sagarpa, y diferentes aspectos del Valle del Yaqui).

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