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PRIMERA LECTURA (Jeremías 23,1-6)

«El Señor es nuestra justicia», el panorama que Jeremías nos propone es bastante sombrío, quizá lo más fuerte es cuando aquellos que son los puentes por excelencia que deberían acercarnos a Dios se corrompen y no cumplen con su misión. Puede ser que algunas noticias que escuchamos nos hagan perder Fe, la Esperanza y dejar de luchar. Pero Jeremías ve más allá, porque en el horizonte brilla la esperanza, pues Dios no se olvida de su pueblo y siempre intervendrá en el momento oportuno para salvarlo. Esto que Jeremías ve como una promesa es para nosotros una realidad patente, Cristo Jesús es la justicia de Dios para nosotros. No debemos permitir que las consecuencias del pecado nos suman en el más profundo de los pesimismos. La salvación es nuestra, no tenemos que esperar más, sin embargo, esta herencia recibida exige de nosotros una respuesta. Respondamos a las malas noticias con la fuerza de la Fe y el Testimonio. Dios no olvida a su pueblo, su Espíritu sigue animando a su Iglesia, esta madre que debemos amar y proteger.

SEGUNDA LECTURA (Efesios 2,13-18)

«Vino para anunciar la buena nueva de la paz, tanto a ustedes, los que estaban lejos, como a los que estaban cerca» el cristiano no puede permanecer como simple espectador ante las situaciones que lo rodean. Debe siempre esforzare por ser factor de unidad. La misión de Jesucristo consiste en reunir en una sola familia, precisamente a los que están cerca y a los alejados. Esta es también la misión del cristiano. Las Iglesia no puede ser únicamente el club exclusivo de los elegidos sino todo lo contrario, debe ser una comunidad con los brazos abiertos a aquellos que están lejos, es precisamente a ellos a quienes el Señor nos envía no para juzgarlos sino para convocarlos a regresar a su casa. Dios quiere a todos sus hijos en su casa, somos los portadores de su amor misericordioso.

EVANGELIO (Marcos 6,30-34)

«Se compadeció de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas», que es lo que habrá visto Jesús al bajar de la barca que lo hace cambiar sus planes que consistían en irse a descansar. Rostros cansados y desilusionados de tanto buscar y no encontrar respuestas. Impresionantemente refleja mucho la situación de nuestro tiempo, vivimos una revolución en la tecnología. El internet, las redes sociales y los medios de comunicación nos abruman con toda la información que nos ofrecen, la mayoría de ella opiniones e ideologías que nos proponen caminos más sencillos para alcanzar la felicidad y la plenitud personal. Ideologías que nos despersonalizan porque nos hacen poner nuestra confianza en el éxito, el poder y los bienes materiales, haciendo a un lado a Dios de nuestra vida. Cuando las propuestas se convierten en promesas vacías, el desencanto lleva a la desesperanza y hunde a la persona en una búsqueda sin fin, origen de uno de los grandes males de nuestro tiempo, la depresión. Jesús sigue teniendo las respuestas que satisfacen el ansia de plenitud de los seres humanos del tercer milenio, porque Él es nuestro buen pastor.

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