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Cargada, la agenda política de ayer, pero antes de entrar en materia, permítame la medioambientalista lectora, el sustentable lector, unos apuntes sobre un tema que no merece ser soslayado por la terrenal y despiadada grilla, y sobre el que deberíamos poner la mira con más frecuencia.

Se trata del llamado “crecimiento verde”, que básicamente consiste en sustentar el desarrollo en una relación armónica con el entorno, potenciando las actividades productivas y respetando y conservando el medio ambiente.

No es un tema menor. Una sola planta generadora de energía eléctrica que funcionaba con combustóleos, arrojaba al aire 400 mil toneladas de bióxido de carbono; al pasar al modelo de ciclo combinado (con gas natural) esas emisiones se redujeron sustancialmente.

Datos como este fueron expuestos ayer por los titulares de Economía, Agricultura y Desarrollo Urbano, durante la instalación del Gabinete de Crecimiento Verde, una instancia que desde la transversalidad, diseña e implementa políticas públicas en esta materia. Sonora es el único estado del país que cuenta con una coordinación interinstitucional con esa misión.

Esto fue reconocido por el Coordinador de Asuntos Internacionales de Semarnat, Enrique Lendo Fuentes, durante el acto que presidió la gobernadora Claudia Pavlovich y en el que se enlistaron los avances que se han tenido en esta materia, destacando los 2.5 billones de dólares invertidos en plantas de ciclo combinado y parques solares, con inversión pública y privada.

Importante también el llamado que hizo la titular del Ejecutivo a sus funcionarios, para que consideren en sus programas y proyectos a maestros y estudiantes de las universidades de Sonora, que ya han probado su creatividad y profesionalismo en estos y otros temas.

II

La nota del día ayer se la llevó la diputada Célida López Cárdenas, al anunciar públicamente y con lapidarios señalamientos, su renuncia al PAN. A diferencia de otros panistas sonorenses que recientemente han abandonado las filas blanquiazules con un discurso moderado, la rocaportense no tuvo consideraciones al denunciar la humillación y el desprecio que Damián Zepeda tuvo para con ella.

Le surtió también al líder nacional Ricardo Anaya, de quien vaticinó jamás será presidente de la República. Podrá ser candidato, pero nunca presidente, porque no tiene los tamaños, ni la experiencia ni la capacidad para eso, dijo.

Los motivos de la renuncia de Célida López ya han sido ampliamente difundidos, así que no abundaremos más en ellos, pero sí conviene volver sobre lo que comentábamos apenas ayer, en el sentido de las consecuencias que puede tener para el PAN, en lo inmediato, la diáspora que Damián Zepeda está provocando desde su obstinado revanchismo.

Entiendo que ellos, Damián y Ricardo, están convencidos de que estas renuncias no les afectarán, y lo mismo piensan los dirigentes estatales que ayer minimizaron también la renuncia de la diputada.

Pero una cosa es lo que dicen y otra la que en verdad piensan y que no pueden ocultar en los sombríos rostros con los que aparecieron ayer en un par de ruedas de prensa para comentar este y otro tema. Los legisladores del blanquiazul y sus dirigentes se ven apesadumbrados, con la losa de la abyección en sus espaldas, con la certeza de que el partido se les está desmoronando y que no pueden hacer otra cosa que acatar sin chistar, la línea y los desplantes de su jefe nacional.

Es temprano para evaluar las consecuencias de la arrogancia de Zepeda Vidales, que parece convencido de que el año entrante Ricardo Anaya entrará a Los Pinos montado en el brioso corcel del Frente Ciudadano por México, que a decir verdad, cada vez se asemeja más al famélico Rocinante de Don Quijote.

De acuerdo con los enterados, Damián está siguiendo una estrategia que le permitirá, según sus cálculos, acompañar a Ricardo Anaya en su conquista de Los Pinos, y de allí aparecer entre céfiros y trinos, investido candidato a la gubernatura de Sonora en 2021 y entrando a Palacio de Gobierno envuelto en la túnica romana y con laureles en las sienes.

Pero el gozo se puede ir al pozo. El PAN en Sonora llegará a la elección profundamente dividido, fragmentado y con enemigos internos y externos que podrían enviarlo a la lona el primero de junio de 2018. Esa derrota puede ser más demoledora que la de 2015 en la elección por la gubernatura, y mucho más que el nocaut en la elección municipal, que lo trae todavía grogui.

Todos los dedos, dentro y fuera del PAN, apuntan a Damián Zepeda como el responsable de la desarticulación del partido en Sonora y si, como es previsible, la situación se les complique más el año entrante, no hay manera de concebir al panismo, o lo que quede de él, validando y apoyando la candidatura del hermosillense a la gubernatura.

El cisma vivido en el PAN en 1996-97 requirió 13 años para restañar heridas y hacerlo repuntar hasta ganar la gubernatura en 2009. Pero el contexto era distinto. La tendencia desde 1991 hasta ese año, era de un PRI en declive gradual y un panismo en ascenso, especialmente después del año 2000, cuando se hicieron de la presidencia de la República.

Hoy no tienen ninguno de esos elementos a favor. Al contrario, vienen de una elección (2015) en la que fueron vapuleados; no hay ninguna seguridad de que se alcen con la victoria en la presidencial, y en el estado cuentan con un gobierno fuerte y bien legitimado, mientras ellos están disputando a cuchilladas los primeros lugares en las listas plurinominales.

Ya se verá.

III

Invitado a la Mesa Cancún, Ricardo Bours Castelo habló fuerte y claro sobre varios temas. Se defendió de las críticas que le han hecho por anunciar desde hace meses su intención de ser el candidato del PRI a la gubernatura en 2021, argumentando que él no es servidor público y no tiene limitaciones legales en ese sentido, pero además, dijo que hay que terminar con ese doble discurso en el que se cuestionan las aspiraciones de unos, pero se permiten, validan y festinan las de otros que, aun siendo funcionarios públicos, se la pasan en campañas anticipadas, promocionando sus nombres y rostros con recursos del erario y programas gubernamentales.

Hizo el relato de cómo fue que se “cayó” la compra de Diario del Yaqui cuando estaba prácticamente amarrada, pero de repente su director “se tiró a perder” por una semana, apareciendo luego para decir que siempre no. Es muy raro, dijo, que cuando iniciaron las negociaciones para la compra de ese periódico, que por su antigüedad y relevancia es un patrimonio de Cajeme y del sur del estado, todo mundo se enteró que era yo quien lo compraría. Pero cuando se cae la negociación, ahora nadie sabe quién lo compró.

Ricardo Bours asume un discurso crítico hacia ciertas políticas de la administración estatal y la municipal de Cajeme; también hacia el partido y sus militantes y dirigentes que, dijo, suelen caer en el juego de la simulación democrática, pero en la práctica reproducen los mismos modelos que no han funcionado.

Le pregunté si, en caso de ser el candidato y que resultase ganador, esas prácticas acabarían. Su respuesta fue: “no hay garantías”. Los contextos son distintos cada vez, las situaciones también. Pero es un hecho que sí buscaré esos cambios, dijo.

Expuso que no está obsesionado con la candidatura de Abel Murrieta a la alcaldía de Cajeme, pero consideró desafortunadas las declaraciones del alcalde Faustino Félix Chávez en las que lo descartó como tal. No estoy obsesionado con esa candidatura, pero entre los que se han mencionado, es lo mejor que veo, subrayó.

Fue una larga conversación en la que habló de muchas cosas, y aprovechó para ilustrar esas prácticas que llevaron al PRI a las derrotas, como las de 2000 y 2006 en la presidencia de la República. Y allí aprovechó para darle un rozón a Ricardo Anaya, de quien dijo, está actuando con el mismo librito que usó Roberto Madrazo en su momento, para partirle la madre al PRI. Hoy Ricardo Anaya se la está partiendo al PAN, sostuvo.

IV

Y ya para concluir, porque el espacio es breve y los temas muchos, no quisiera despedirme sin comentar el ridículo que hizo el dirigente del sindicato del Ayuntamiento, Salvador Díaz, al convocar a una manifestación de protesta contra el grupo Larsa Comunicaciones, que hace días reveló una larga serie de presuntas trapacerías que le habrían redundado en decenas de millones de pesos.

De los mil 700 trabajadores que agrupa el sindicato, a las instalaciones de la radio llegaron unos ocho (ni siquiera los 30 que tiene comisionados a funciones administrativas en su sindicato).

Peor aún, a la “manifestación” no llegó ni siquiera él, avisado quizá de que la convocatoria había sido un fracaso.

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