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El esperado domingo 4 de junio.- ¿Ganarán los que tenían que ganar y triunfará la democracia, pese a la turbulencia anticipada?.- ¿Sobrevivirá la frase del Indio Cajeme: Antes como antes, ahora como ahora…?

Bernardo Elenes Habas

Las horas se deslizan angustiadas, sobre la piel enferma de la democracia.

Dentro de unos días, al llegar el domingo cuatro de junio, los estómagos vacíos de las urnas en Nayarit, Coahuila, Veracruz y Estado de México, esperarán el alimento de los votos, proceso que costará más de 4 mil millones de pesos, sin contar los otros miles de millones que el poder y su permanencia exigen.

Manos trémulas y encallecidas por el trabajo en la obra, talleres, potreros, campos de cultivo, horizontes marinos, pero también conciencias convencidas o emplazadas a los extremos de las conveniencias, sufragarán sus esperanzas, traducidas en un respiro para sus miserias… O soñando realmente por un cambio…

También lo harán mentes furtivas. Hombres y mujeres que no podrán ocultar sus miradas avergonzadas. Porque la epidemia de los tiempos los llevará a poner en subasta su voluntad, y esperarán a que el partido que se erigió como mejor postor, alcance el triunfo, para que –condición irrenunciable-, se active el mecanismo electrónico de las tarjetas plásticas, armas con que los secuestraron, para poder cobrar y alcanzar una bocanada de oxígeno en el mar proceloso de la corrupción y seguir sobreviviendo… O bien, si se derrumban las siglas que despiadadamente trafican con la miseria y el hambre, hundirse en el lodo de la pobreza a que los tiene sometidos su antipatria…

Dentro de cuatro días, el deporte favorito de la clase política y empresarios poderosos –las elecciones-, estará magnificado en las pantallas de los consorcios televisivos. De las plataformas auditivas de la radio. Del moderno periodismo cibernético. De las redes sociales, contaminadas o congruentes. Con sus narradores estrellas forjando la crónica puntual de lances y jugadas, del colorido de acarreos, de las ventajas simuladas en encuestas de salida, de la ejecución audaz de urnas reventadas, y si acaso sucediese, dando fe de hechos violentos, siempre cuidando el color y el núcleo de los autores intelectuales de actos aberrantes…

El mismo domingo cuatro, al caer las sombras pegajosas de la dura jornada, sancionada por el INE y su estructura informativa conducida por funcionarios de sueldos deslumbrantes, su PREP y su sistema que a veces tambalea ante los tiempos y circunstancias y el más leve indicio de una realidad cambiante lo hace caer -como cuentan las leyendas urbanas-, caerá también el telón de la verdad histórica del país.

Ganarán los que tenían que ganar, aunque la turbulencia del proceso hable de fraudes electorales. Algunos tersamente manejados. Otros vilmente expuestos sobre la mesa del cinismo. Diciendo que, pese a todo, triunfó la democracia…

Y quizás de nuevo, alcance vigencia la frase memorable, acuñada para el mundo hace muchos años por un caudillo yaqui, José María Leyva, Cajeme: Antes como antes, ahora como ahora…

Le saludo, lector.

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