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El priísmo sonorense debe alzar la voz.- Gilberto Gutiérrez, Blanca Andrea de la Mora y Rául Ayala, tienen la oportunidad de hacer historia.- Si las luchas sustantivas del PRI siguen siendo contra el mismo PRI, los resultados serán reveladores

Bernardo Elenes Habas

No puede ni debe el PRI reeditar sus viejas prácticas. Los tiempos son otros. La historia registra que las grandes luchas por el poder eran de PRI contra PRI, porque no había oposición. Hoy, otros vientos soplan en México, en Sonora, en Cajeme.

Lo saben bien los prohombres del PRI. En tiempos pasados, su partido podía desatar fuertes tormentas a su interior disputando el poder, y no quebrantaba su calidad de invencible, porque seguía siendo Gobierno.

Quienes perdían, de acuerdo a los testimonios de la historia, eran los grupos enquistados en su tejido, mismos que luchaban encarnizadamente por colocar a su gente en los puestos de representación popular. Así sucedía en Cajeme. Acontecía en Sonora. Pasaba en México.

No obstante esas batallas, el PRI continuó con sus hombres únicos y providenciales dirigiendo los destinos del país por más de 70 años, encauzado en la dictadura perfecta, bautizada con visión analítica por el escritor peruano, Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa.

Sonora, y por supuesto Cajeme, se abrió también como escenario de guerras intestinas entre el priísmo, como sucedió en 1958, en este Municipio de contrastes y resolanas, con el “Movimiento Contrerista”.

Ya he escrito en otras ocasiones que en esos tiempos álgidos, fueron protagonistas de la historia Gabriel Gallegos Campoy, Gilberto Oroz y Rafael Contreras Monteón, todos priístas. Alentando, los entonces propietarios del tricolor, las candidaturas para la alcaldía de Cajeme, primero de Gallegos Campoy y posteriormente de Oroz Valenzuela; dejando por fuera al Buqui Contreras, quien, ciertamente, tenía la fortaleza popular para convertirse en presidente municipal, con los votos de las mayorías.

Pero como siempre sucedía, y como suele suceder en estos tiempos, los grupos de poder se encaprichaban en impulsar a sus candidatos, yendo en contra de las bases partidistas y del pueblo mismo.

Finalmente, las elecciones fueron dramáticas, porque Contreras Monteón llegó a las urnas bajo los colores del Partido Democrático de Cajeme. Hubo violencia. Mataron de un balazo a Pascual Acuña Gallegos: El Congreso del Estado anuló las elecciones y se nombró un Consejo Municipal, presidido por J. Encarnación Chávez, priísta.

Otra de las grandes refriegas políticas de PRI contra PRI, se protagonizó en 1967, cuando los candidatos a la gubernatura, Faustino Félix Serna, Fausto Acosta Romo, Enrique Cubillas, César Gándara, Leandro Soto Galindo, pusieron en tensión a Sonora; pero de nuevo ganó el PRI de las mayores fortalezas, porque don Faustino fue gobernador en el sexenio 1967-1973, dejando huella a su paso de su amor por el terruño al que le construyó el rumbo del desarrollo.

Hoy, aunque los tiempos son diferentes y el PRI es Gobierno de la República y del Estado, se percibe que los grupos de poder enquistados en ese instituto, motivados porque tienen los astros alineados, continúan dialogando sólo con sus espejos, y sosteniendo las viejas luchas de PRI contra PRI.

Demostrando, así, un egoísmo enfermizo e incapaz de renovar estructuras y de reconocer liderazgos valiosos a su interior, lo que, finalmente, podría llevarlos, otra vez, a la derrota, al no reconocer que el sistema está agotado, que la sociedad civil exige su lugar, y que la piedra de toque debería ser incorporar esos reclamos en su declaración de principios.

Tan importante acción podría consumarse durante la XXII Asamblea Nacional, en la que los dirigentes sonorenses, Gilberto Gutiérrez Sánchez, Blanca Andrea de la Mora y el delegado por Cajeme Raúl Ayala González, tendrían la oportunidad de lograr que se eliminen los escaparates de la simulación y la indiferencia.

Luis Donaldo Colosio, les heredó en 1994, una tesis fundamental: “Hoy vivimos en la competencia, y a la competencia tenemos que acudir. Para hacerlo, deben dejarse atrás viejas prácticas: Las de un PRI que sólo dialogaba consigo mismo y con el gobierno, las de un partido que no tenía que realizar grandes esfuerzos para ganar”.

Está por verse, pues, si las cabezas de grupos de poder enquistadas en el PRI, saben, al menos, dialogar entre ellos mismos.

Le saludo, lector.

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