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Gilberto Gutiérrez sopesó la realidad de Cajeme.- Reafirmó de primera mano el activo con que cuenta el PRI en el Municipio y sur de Sonora.- De él depende conjugar sensibilidad y experiencia para conformar las planillas que vienen

Bernardo Elenes Habas

La gira de Gilberto Gutiérrez Sánchez, dirigente estatal del PRI por el sur de Sonora, no fue de cortesía, ni para venir a decir en Cajeme que este municipio tendrá un Distrito electoral menos, pero no un voto vuelto humo en el parlamento local.

Sus cartas de navegante estaban concentradas en sopesar la realidad de Cajeme y de comunidades aledañas, como activo sustentable de su partido para futuros triunfos electorales.

Escuchó de Andrés Rico Pérez y de Lourdes Portela, dirigentes locales, un informe político-social, pero también buscó los veneros que trascienden en el entramado comunitario, porque atendió otras voces.

Desde ahora, Gilberto sabe que las fortalezas de Rogelio Díaz Brown y de Faustino Félix Chávez con miras a un escaño en el Senado por Sonora, son reales. Pero también sopesó que Cajeme, el Valle del Yaqui, se constituye en punto de partida para construirle triunfos a favor de su instituto. Porque tiene frescos los detalles de cómo Claudia Pavlovich, marcó su camino hacia la gubernatura desde esta tierra de anhelos y resolanas.

Comprende el líder priísta, que los nombres de Eduardo Bours, María del Rosario Oroz, Miguel Ángel Murillo, Ricardo Bours, Adrián Manjarrez, tienen peso específico y por lo mismo permanecen en la memoria de los electores por su trayectoria y por la fortaleza de su madurez política y social, que es incuestionable.

Pero también, Gilberto acomodó en sus alforjas los perfiles de una nueva generación de priístas que el tiempo, las circunstancias y su trabajo los convierte en oferta saludable dentro del tricolor, como Denisse Navarro Leyva, Emeterio Ochoa Bazúa, Raúl Ayala González, Marcelo Calderoni Obregón, Armando Alcalá, José Enrique Guerra Fourcade, Regino Angulo Rodríguez, de quienes podría echar mano para la construcción de planillas macizas, apuntando hacia el 2018.

Sin olvidar, por supuesto, a personajes de probada lealtad partidaria como Cristóbal Blancas Virgen, Rolando Cruz Morales, Ramón Villegas Leyva, Martha Luz Parada, José Fernando Millán, quienes defenderían su trinchera como lo han hecho siempre.

Gilberto es un viejo lobo de mar en la navegación priísta. Nadie le cuenta lo que él ya avizora. Y a estas alturas tiene cierto que tendrá que conjugar madurez con juventud, claro, sin olvidar a las mujeres, en la definición de las cartas con que emprenderá la travesía hacia el 2018.

Entiende que los ataques que se multiplican contra algunos personajes de la estructura de Gobierno de Claudia Pavlovich, son producto de fuego amigo. De Pasiones entre aspirantes que mueven sus hilos mercadológicos. Y en ese sentido, Rogelio Díaz Brown tiene claro que los rayos no les caen a los quelites y las verdolagas, sino a los grandes árboles… Él lo ha entendido con filosofía…

Pero aquí, lo trascendente está en manos del líder del PRI. Quien deberá demostrar sensibilidad y sabiduría, sin dejar que las pasiones naturales lo subyuguen –menos los compromisos y las divisas-, porque está en juego su partido y su historia en tiempos muy difíciles, cuando las premisas anuncian que en el Estado de México le podría ir mal…

Le saludo, lector.

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