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Lo vivido en las elecciones recientes en el Estado de México y Coahuila principalmente exhibe la realidad electoral en la que hoy vivimos; además de ser las más cuestionadas e impugnadas terminan por ganar las minorías en contra de las mayorías.

Los ganadores obtuvieron tan solo el 33% de votación es decir tendrá el rechazo o bien el enojo del 67% de sus electores lo que los convertirá en gobernantes débiles.

Esto nos debe lleva a pensar en la necesidad de una segunda vuelta electoral que le pueda otorgar al ganador una votación por encima del umbral del 50% y así llegar a gobernar con un respaldo mayoritario de sus electores.

La mayoría de países en América Latina han optado por la segunda vuelta que consiste en ir nuevamente a las urnas una semana después de la primera elección para elegir entre los dos candidatos que obtuvieron más votos, lo que garantiza que ningún mandatario llegue al poder con más electores en contra de los que están a favor de él.

Además los dos punteros que van a la segunda vuelta tiene la necesidad de negociar con otros partidos que no pasaron a la segunda vuelta y eso los obliga a ser compromisos que los lleva a desarrollar una política de inclusión.

Al tener un resultado más contundente evita las impugnaciones post-electorales como las que hoy vivimos donde se desacredita el proceso y los órganos electorales.

Los comicios recientes sin duda fueron un ensayo general de lo que sucederá en la elección presidencial del 2018, por ello la necesidad de ser autocráticos y reflexivos que nos permita tomar previsiones para frenar el deterioro institucional al que hoy nos hemos sometido.

Ciertamente se ha cambiado en muchas ocasiones nuestras leyes, se ha rehecho el sistema electoral y se han gastado millonadas para tener elecciones confiables pero lo vivido en estas elecciones exhibe el fracaso de nuestro entendimiento de democracia.

La democracia de minorías genera distorsiones ya que con pocos votos puedes acceder al poder lo que estimula practicas que terminan por pervertir el sistema democrático como lo son: la compra de votos vía estrategias como la famosa “Tarjeta salario Rosa” del Edomex o la tan añeja practica de las despensas que se canjean por votos solo por citar algunas.

Nos queda claro que la política de fragmenta y vencerás a dado resultados para ganar elecciones, pero no para desarrollar buenos gobiernos; la segunda vuelta permitiría hacer frente a la fragmentación política que hoy vivimos por cambios sociales, así como por el surgimiento de candidatos independientes.

Gobernar hoy en día es muy complicado el deterioro de los gobiernos es demasiado acelerado y mucho más cuando solo llegas con el respaldo de la minora y con una mayoría enojada y cuestionando.

Urge tener gobiernos de mayorías, ya que las nuevas generaciones de electores no se identifican con los partidos tradicionales y su preferencia cambia dependiendo el candidato en particular la gente más joven y educada.

Si bien es cierto una segunda vuelta no sería la varita mágica para resolver nuestros males, pero si ayudaría a fortalecer nuestro sistema político mexicano para impulsar los cambios que se requieren en rendición de cuentas y limpieza en el servicio público.

Agradezco sus comentarios y retroalimentación a través del correo electrónico davidfigueroao@me.com; y en redes sociales: Twitter @DavidFigueroaO /Fb David Figueroa O.

Reseña: David Figueroa Ortega es empresario, Ex Cónsul de México en Los Ángeles y San José California; Ex Diputado Federal; Ex Alcalde de Agua Prieta; Ex Dirigente del PAN en Sonora.

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