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El reino de los sátrapas (Mensajes)

Gilberto “el mensajero” Armenta

 

Célida Teresa López Cárdenas se ha ido del Partido Acción Nacional.

 

Atrás deja varios años de militancia, de trabajo dijo ella, de entrega y de sacrificio. De aspiraciones y de proyectos personales.

 

Dijo que se iba porque la violentaron políticamente. Porque fueron misóginos con ella. Porque la insultaron y la sobajaron.

 

En realidad, se fue porque no soportó la idea de no llegar a ser senadora en el 2018.

 

Por eso su salida no sorprende a nadie. Si acaso su decisión se toma en cuenta para fustigar a un más al bombardeado PAN. Si acaso para decir “miren, el PAN sigue cayéndose”. Pero nada más.

 

Célida López no fue la diputada local que se hubiera esperado. Legislativamente cumplió una parte de su encomienda, pero se equivocó en el resto.

 

Siempre la seguirá la sombra de haber sido parte del acorazado que Guillermo Padrés Elías armó para seguir operando políticamente. Ella, Carlos Fu Salcido, y Javier Dagnino Escobosa desde el Congreso de Sonora. En lo federal Agustín Rodríguez Torres y Teresa Lizárraga Figueroa.

El acorazado naufragó porque al ex gobernador memo le pasó lo impensable: lo investigaron, lo acorralaron y lo llevaron hasta las celdas donde hoy pernocta.

 

Por eso Célida López arremetió contra las acciones de la Fiscalía Anti Corrupción en Sonora, contra la PGR y contra el gobierno estatal. Persecución política reclamaba golpeando con los puños la tribuna que los sonorenses le dieron para representarlos a ellos, y no para defender la corrupción del padrecismo.

 

Ese fue su primer gran error. Se convirtió en la diputada favorita del grupo padrecista.

 

Luego, levantando suspicacia, se comportó de manera errática entre la militancia panista. No conoció ni ofreció lealtades. No supo tomarse un café con nadie sin tomar apuntes. No definió jamás una ideología químicamente pura. Un día con Rafael Moreno Valle, y al día siguiente con Margarita Ester Zavala Gómez del Campo. Un día quiso ser dirigente estatal, y al siguiente entregó su capital al propio David Galván Cázares.

 

Defendió con puños y dientes a Damián Zepeda Vidales, para luego, con esos mismos dientes y puños, hacerlo pedazos acusándolo de violento y misógino.

 

El anterior su segundo gran error. Ofreció todo, menos lealtad a toda prueba.

 

Pero lo que detonó su decisión de renunciar al PAN fue, como se menciona párrafos arriba, el que no la dejaran llegar al senado. Pero hubo una poderosa razón para eso.

 

Podría haber coincidencia en muchos que es la mejor posicionada, la que más trabajo ha hecho. La que más se ha movido. A la que más reconocen en una encuesta.

 

Pero nadie gana una candidatura condicionando apoyos y reclamando capitales.

 

Ofrecer la promoción de Moreno Valle o de Zavala Gómez del Campo para promocionar en primera instancia la propia no es conveniente. Ningún partido lo acepta.

 

Ofrecerse luego a Ricardo Anaya Cortes a cambio de la senaduría fue como reclamar una puntillada. Con eso se le acabó el tiempo.

 

Ese fue su tercer gran error. Considerarse indispensable para que el PAN tuviese oportunidad de ganar la senaduría en Sonora.

 

Célida López se fue del PAN. Dicen que Morena le podría dar la oportunidad, pero Morena tampoco está financiando campañas, ni pre campañas, ni aspiraciones.

 

La vía independiente ya no es una opción.

 

Célida López perdió. El PAN perdió también, aunque a veces se gana perdiendo. ¿Seguirá el master?

 

Gracias por la lectura, puede seguirme en @mensajero34 y facebook.com/gilberto.armenta.16

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