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La Policía estatal toma por la fuerza la notaría 52, de Adrián Manjarrez, el 12 de febrero de 2012. Este fue uno de los muchos actos de represión gubernamental del padrecismo contra opositores. También la toma violenta de oficinas de campaña y el encarcelamiento de voceros yaquis o la represión a los ‘Malnacidos’.

Con cierta insistencia, algunos cibernautas se preguntan, y preguntan a este espacio cuál es la diferencia entre movimientos sociales como el de los Malnacidos y los Novilleros, respecto al que actualmente actúa en el escenario político local, conocido como No al gasolinazo.

Aluden, desde luego a la participación, en los dos primeros, de personajes y fuerzas políticas identificadas con el PRI; validando con ello la presencia de personajes y fuerzas políticas identificadas con el PAN, el PRD, Morena, Movimiento Ciudadano y algunas otras organizaciones, no pocas de membrete, y uno que otro destrampado que encontró en el No al gasolinazo la cobertura ideal para desahogar rabias ancestrales; empujar y mentar madres a gobernantes, diputados y funcionarios; ponerse una capa de héroes salvadores de la patria y montarse en el fuero de facto que da la turba para agredir de muchas maneras a quienes evidentemente buscan, no como interlocutores, sino como depositarios de todos sus desplantes.

Creo que esta puede ser una diferencia clara entre estos tres movimientos. En el de los Malnacidos y los del No al Novillo había, efectivamente presencia de gente ligada al PRI, aunque también de otras fuerzas opositoras al gobierno estatal, que en esos años tutelaba el PAN.

Sin embargo, estos opositores fueron capaces de convocar multitudes en Cajeme y Hermosillo, manteniendo siempre las movilizaciones en un margen de civilidad muy aceptable. Dijera López Obrador, no quebraron un cristal durante el tiempo que duraron en protesta.

Al contrario. A los novilleros, el gobierno del estado les cayó encima con sus sabuesos hacendarios, se ordenaron auditorías salvajes con las que pretendían inhibir la participación de empresarios chicos y grandes que mantenían un activismo destacado.

La Policía estatal fue usada descaradamente para asaltar oficinas, como la Notaría 52, de Adrián Manjarrez en Ciudad Obregón. Con armas de fuego y toda la fuerza policial esas oficinas fueron tomadas violentamente.

Se persiguió y encarceló a Mario Luna y Fernando González, voceros de la tribu yaqui que se oponían al acueducto, inventándoles delitos que luego no pudieron comprobar y tuvieron que dejarlos libres.

En el verano de 2012 la casa de campaña del entonces candidato a la alcaldía de Cajeme, Rogelio Díaz Brown fue cateada por agentes de la PEI, bajo el pueril argumento que allí se encontraba una persona secuestrada. Eso sirvió de pretexto para llegar con lujo de violencia, encañonar a las personas que allí se encontraban y generar un clima de terror.

En el caso de los Malnacidos, ni se diga. Todos recuerdan las pandillas de cholos armados con piedras y cuchillos que atacaron las manifestaciones pacíficas.

El gobierno panista hizo todo lo que pudo para reprimir las movilizaciones. Durante la Serie del Caribe, en Hermosillo, por ejemplo, también se dejaron ver por vez primera grandes contingentes de granaderos y grupos antimotines.

En el caso del movimiento No al gasolinazo, la violencia no ha provenido del gobierno, sino de algunos de los manifestantes. Hay que precisar que no de todos, no de la mayoría, sino de muy contados casos de personajes que se encuentran ligados, precisamente a ese panismo que fue reventado en las urnas en julio de 2015.

De hecho, considero que los primeros movimientos catalizaron una especie de ‘voto útil’ a favor de los candidatos del PRI, especialmente en lo que respecta a la candidatura al gobierno del estado y, en alguna medida, a la alcaldía de Hermosillo, si bien en este caso fue un factor determinante la confrontación interna de los panistas, concretamente entre el candidato a la alcaldía Damián Zepeda y el alcalde en funciones, Alejandro López Caballero. Es hora de que esas heridas no se restañan.

En un contexto más amplio, puede decirse desde un año antes de las elecciones, el PRI supo articular al menos tres campañas publicitario-propagandísticas que, dicho sea de paso y tal como sucede con cualquier campaña de este tipo, no habrían sido exitosas si no hubieran encontrado asideros muy claros en la realidad de esos momentos.

Primero, aquella que rezaba: “El PAN es corrupto y no sabe gobernar”. Los escándalos de corrupción, los excesos de poder y los evidentes casos de enriquecimiento inexplicable entre funcionarios del padrecismo fueron pasto seco para que esa campaña prendiera.

Luego vino el “Lo bueno es que ya se van”, que le dio continuidad a la primera campaña y que la gente hizo suya rápidamente.

Y cerró con una campaña de contraste, ya en pleno proceso electoral, que ofrecía “honestidad total”, contraponiendo el concepto a lo que ya era a todas luces notable: la corrupción total del padrecismo.

Eso fue sumando apoyos para que en la elección 2015, el PAN fuera defenestrado de Palacio.

Mientras que Novilleros y Malnacidos tenían demandas muy concretas, los del No al gasolinazo tienen un pliego petitorio integrado por demandas de cada uno de los grupos y corrientes que en él convergen. Exigen desde la renuncia de Peña Nieto y la reversión de las reformas estructurales promovidas por éste (y avaladas unas por el PAN, otras por el PRD, y otras más por todos a la vez), hasta temas municipales relacionados con tarifas de agua y concesión del mantenimiento del alumbrado público. Van de la exigencia de renuncias a la disminución de las prerrogativas a partidos políticos y pasan por la oposición al muro de Trump.

Se trata de un pliego petitorio larguísimo y desarticulado, que por cierto ayer fue respondido por los diputados del Congreso local, en un documento de 12 cuartillas donde explican que algunos puntos no son competencia del legislativo; otros ya han sido abordados y a partir de ellos se han hecho exhortos al ejecutivo estatal y al federal, así como a la Suprema Corte de Justicia.

Uno a uno, los puntos fueron ‘bateados’ por los legisladores, pero en realidad eso no importó mucho, pues al parecer de lo que se trata no es de que se cumplan, sino de mantener banderas desplegadas que permitan seguir movilizados y acudir al Congreso a mentarle la madre a los diputados, lo cual no resuelve nada, pero al menos les resulta placentero y catártico.

Lo sucedido ayer en el Congreso documenta bien lo que está sucediendo. Y es una lástima, porque algunas de las demandas son legítimas y concitan consensos, tanto, que hasta los diputados las suscribieron, pero insisto, algunos en el movimiento no quieren sumar diputados, sino mentarles la madre, lo cual sirve para el desahogo, pero no para la consecución de las demandas.

Aun así, los legisladores abrieron las puertas del Congreso, dialogaron con los inconformes (si a eso se le puede llamar diálogo, pues lo que privó fueron los gritos y sombrerazos), y abrieron espacios para seguir discutiendo sus demandas.

Y así siguen.

II

Cerramos con una sincera felicitación para la colega y amiga Ivonne Andrade que ayer rindió protesta como coordinadora de Comunicación Social del gobierno del estado, frente a la gobernadora Claudia Pavlovich y el secretario de Hacienda, Raúl Navarro Gallegos.

Ivonne llega en lugar de Elda Molina, que desarrolló un excelente papel al frente de esa coordinación, que a partir de hoy fusiona los trabajos de la coordinación de imagen institucional, hasta ayer a cargo, precisamente, de Ivonne Andrade.

Le deseamos el mejor de los éxitos.

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