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Manlio y su propuesta de coalición.- Le corresponde a la XXII Asamblea Nacional del PRI, impulsarla y dar un paso histórico hacia la democracia, o regresarse a las sombras.- De los aspirantes a la presidencia, es el único con proyecto de nación

Bernardo Elenes Habas

Al sonorense Manlio Fabio Beltrones Rivera, no se le puede restar méritos en sus capacidades políticas y su perfil social.

Su genio es diferente y está por encima, hoy por hoy, de las potencialidades de Enrique Peña Nieto, Andrés Manuel López Obrador, Miguel Ángel Osorio Chong, José Narro Robles, Cuauhtémoc Cárdenas, Ricardo Anaya Cortés, Margarita Zavala, sólo por citar algunos nombres de los políticos más encumbrados (o desbarrancados, como es el caso del presidente de México) del momento.

Ninguno de ellos posee –está visto-, dimensión de estadista. Ninguno de ellos ha demostrado alcances sustantivos en su vocación política para revolucionar métodos caducos. Para expresar con claridad y valor que los procesos electivos y el ejercicio del poder bajo las premisas actuales, está agotado, colocando con esa obsolescencia en el filo del peligro la gobernabilidad y el horizonte cierto de la Patria.

Ninguno de los personajes anteriormente enumerados, quienes aspiran –exceptuando a Peña Nieto que ya gobierna- a conducir los destinos del país en el sexenio 2018-2024, ha tenido el valor de expresar y de demostrarlo en la práctica, que por encima de la nominación de candidaturas en los partidos, debe prevalecer por compromiso histórico, por convicción ciudadana y política, el proyecto de nación.

Y Manlio, el oriundo de Villa Juárez. El estudiante de la secundaria José Rafael Campoy y del ITSON en Ciudad Obregón, está dando una muestra congruente de su formación y vocación política, de su visión por México, al que –reconoce- debe rescatarse de los peligros que le acechan en el camino si lo continúan gobernando hombres y partidos sin representatividad popular, con mucho menos del 50 por ciento de sufragios.

Propone, Manlio, una ley para operar gobiernos de coalición cierta y de fondo. Sin ventajas para nadie. Por el contrario, capaz de captar la experiencia de cada actor político para conjugarlas pluralmente y lograr, así, que los mexicanos se beneficien con esa opción colectiva, fortaleciendo la estabilidad política y social de la nación.

La gobernabilidad se sustentaría en un núcleo de voluntades e inteligencias garantizada por la diversidad de corrientes de pensamiento e ideologías, confluyendo en un solo propósito, en una sola visión progresista para poner fin a la práctica perversa de hombres únicos y providenciales (contra los que luchó hace casi 90 años otro sonorense, Plutarco Elías Calles), con una filosofía ecléctica, tomando de cada líder, de cada sigla, de cada declaración de principios partidarios, lo mejor.

Es, en esencia, lo que propone Manlio, quien, ciertamente, se incluye legítimamente para abanderar a su partido en la batalla cívica por la Presidencia de la República (por supuesto que también podrían hacerlo otros sonorenses priístas como Ernesto Gándara Camou, Eduardo Bours Castelo, Claudia Pavlovich Arellano), manteniendo la visión amplia e incluyente –a través de su proyecto de coalición-, para dar un golpe de timón al rumbo del país, y que no lo gobiernen más las minorías aferradas a los usos y costumbres decrépitos de que “quien gana el poder público, gana todo; y quien pierde, pierde todo”, aunque haya sido por márgenes mínimos, lo que da pie a odios y revanchismos.

Sin embargo, le falta al Plan Beltrones, incluir en la citada estructura operativa y legal, la revocación de mandato, que ciertamente se tendría que proyectar a través de una reforma al texto constitucional.

No obstante, esa figura sería eje fundamental para darle verdadera dimensión histórica y creíble a los cambios que propone con los puentes de Gobiernos de Coalición, en los que, de construirse, solamente sería válida la participación de partidos.

Con la revocación se estaría tomando en cuenta a la sociedad en su conjunto, esencialmente a ciudadanos que no están representados por siglas y colores, que son mayoría.

Además, se pondría en manos de los mexicanos todos, la semilla y espiga de la democracia, que, aunque teóricamente sea garantizada por el artículo 39 de la Carta Magna, donde se establece que “La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno”, pero la experiencia, la práctica, la realidad gritan que sólo son renglones constitucionales escritos con buenos propósitos.

Manlio está obligado, pues, a luchar, también, por la revocación de mandato.

Le saludo, lector.

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