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La fuerte ola de indignación ciudadana que se dejó sentir en estos días a propósito de hechos violentos en Hermosillo, hacía prever que la manifestación convocada para ayer en la plaza Emiliana de Zubeldía, congregará a miles de personas levantado su voz.

Pero los manifestantes no llegaron ni a un centenar.

El fenómeno requiere un análisis más serio y mesurado, que considere varios elementos, más allá del desgarre de vestiduras y su contraparte, la versión de que todo está en calma. Posiciones encontradas que suelen proliferar en las redes sociales y que eventualmente distorsionan la realidad, en un sentido o en otro, dependiendo de las conveniencias políticas.

Por un lado está la fuerte presencia de activistas sociales. La mayoría, diletantes del activismo; guerrilleros de teclado que ‘incendian’ las redes con críticas y posicionamientos furibundos, pero ni por asomo se paran en las manifestaciones de protesta, pues si con el tuiteo intenso desde el Iphone se le escarapela el gelish de las uñas, quizá se deshidraten en una marcha.

Por el otro, defensores oficiosos del establishment que descalifican toda crítica aludiendo ‘ataques políticos’, y tildando de panistas a quienes la ejercen. Esta práctica, como lo señalamos en columnas anteriores, fue letal para el gobierno anterior, que minimizó el descontento ciudadano por la grosera corrupción del padrecismo, etiquetando cualquier disidencia como priista.

Frente a un problema real que se está viviendo en la ciudad (y en todo el país, hay que subrayarlo), tan nociva para la participación ciudadana y el ejercicio de gobierno resulta una práctica, como la otra.

La abstracción de un problema para capitalizarlo políticamente, olvidando, algunos de quienes así lo hacen, que en su momento estuvieron al frente de la administración municipal y estatal, y dejaron caer lastimosamente áreas tan sensibles como la seguridad, la educación, la salud resulta, insisto, tan nocivo como reducir la crítica a una revancha partidista, cuando en ella están involucrados cientos de miles de hombres y mujeres sin partido o de preferencia política diversa, que de una y mil maneras resienten los estragos de la inseguridad.

Para tener una idea más o menos cercana del sentir ciudadano a propósito del problema, realizamos una encuesta ayer en nuestra cuenta de Twitter, en la que participaron más de 200 personas en la primera hora. El resultado es interesante.

La pregunta fue: ¿Por qué no llegó a cien manifestantes la marcha por la seguridad?

Una de las hipótesis era que el tema estaba sobredimensionado en redes sociales, pero sólo el 16% votó por esa opción, lo que indica que el problema es real, no nada más un asunto de percepción.

La mayoría de los participantes en la encuesta (45%), atribuyeron la poca asistencia al ‘valemadrismo ciudadano’, lo cual implica una aceptación del desinterés por trascender la protesta, más allá de un tuit o un post en Facebook a través de los cuales se le puede mentar la madre al gobierno, con estridente frescura pero sin mayores consecuencias.

Y siempre desde la comodidad del hogar, la oficina, la escuela, el auto, sin mayor compromiso que el ego henchido de crítico implacable, cuya intransigencia es directamente proporcional a su capacidad para quedarse rascándose los huevos tirado en el sofá y viendo series en Netflix, por decir algo.

Pero había otra opción sobre la que hay que detenerse un poco. El 39% votó por la opción: “no confían en los convocantes”, y esto nos mueve a pensar en el desgaste de ciertos liderazgos, y la idea de que, más que una legítima protesta que canalice la inquietud ciudadana, lo que hay es una interesada intención de capitalizar la protesta social con fines de posicionamiento político-electoral.

Y eso no lo digo yo, lo dice el porcentaje de gente que votó por esa opción en la encuesta referida. Este resultado no es casual, tampoco. Se refuerza a la luz de lo ocurrido recientemente, con el movimiento llamado ‘No al gasolinazo’, que nació de una inconformidad legítima y se fue desgastando entre la confrontación interna de sus liderazgos, la pérdida de identidad y demandas del movimiento; una dosis de intervención gubernamental para desarticularlo y una incapacidad de sus dirigentes para leer eso y mantener la claridad de miras.

La demanda de mayor y mejor seguridad en Hermosillo es legítima y se mantiene. No es una buena idea del gobierno desacreditar la protesta, y lo mejor que pueden hacer es presentar trabajo que refuerce la prevención y combata la impunidad. Si para ello es menester depurar cuerpos policiacos, atacar la corrupción en la corporación, multiplicar esfuerzos de vigilancia y lo que sea menester, hay que hacerlo. Por el bien de todos.

II

Y en tema aparte, ayer por la noche la Comisión de Gobernación y Puntos Constitucionales del Congreso del Estado aprobó por unanimidad la iniciativa de reforma electoral presentada por la gobernadora Claudia Pavlovich, en cuya parte sustancial propone el reconocimiento de la violencia política contra la mujer; las candidaturas comunes, la reelección de diputados locales y alcaldes, y la reducción del 20 al 30 por ciento de los topes de campañas para gobernador, diputados locales y presidentes municipales.

En la comisión están representadas las bancadas dl PRI, del PAN y del PANAL, que aprobaron por unanimidad la iniciativa, adicionando algunas reservas presentadas por los panistas en el sentido de eliminar también toda la propaganda electoral en el transporte público concesionado, y la mencionada reducción a los topes de campaña.

La propuesta del PAN que quedó fuera, es la que se refiere a la separación de sus cargos, para funcionarios que manejen recursos públicos y que estén interesados en contender por algún cargo de elección, cuando menos 20 días antes de los comicios.

Por cierto, se agregó una propuesta de la Asociación Sonora Ciudadana, que preside la colega y amiga Leticia Cuesta, en el sentido de que los candidatos registren sus promesas de campaña, a fin de darles seguimiento una vez que eventualmente, accedan al cargo por el que contendieron.

La propuesta quedó incluida en el proyecto, pero no como obligación, sino que será a criterio de cada candidato (a) y su partido, sin que se establezca algún tipo de sanción.

Los diputados del PAN en la comisión votaron en contra de las candidaturas comunes, argumentando que es anticonstitucional transferir votos de un partido grande a uno pequeño, una posición que, para variar, no tenían cuando eran gobierno e iban en alianzas con el PANAL o en su momento, el Verde.

Pero bueno, finalmente la iniciativa de la gobernadora fue aprobada en la Comisión y se prevé una sesión extraordinaria del pleno en los próximos días, para darle rango de ley.

III

Ya para cerrar, el próximo 18 y 19 de mayo, estará en Hermosillo el ex gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, precandidato del PAN a la presidencia de la República, para promocionar su libro “La fuerza del cambio”.

Como dato curioso, la presentación será el próximo jueves, y para apoyarlo con todo y en lo que se le ofrezca, el PAN estatal organizó para ese mismo día, más o menos a la misma hora, el festejo del día de las madres para las militantes panistas.

Moreno Valle, como se sabe, no es del agrado de Damián Zepeda, que apoya a Ricardo Anaya como precandidato, de manera que rápidamente giró instrucciones a David Galván, el dirigente estatal, para boicotearle la presentación del libro al precandidato poblano.

Ya veremos cómo resuelven este asunto los morenovallistas.

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